El camino hacia el erotismo o la vulgaridad

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Casi todos los seres humanos son sexuales, en excepciones casos hay seres asexuales, quienes también son dignos de que se realice un análisis ante su postura. Sin embargo, ante la diversidad de personas sexuales hay infinidad de cuestionamientos que plantean al sexo en tres ejes distintos. Por un lado, el sexo como natural, placentero, sin tapujos, libre, imaginativo y pasional, y por el otro, como un hecho meramente reproductivo, en el cual dos animales pensantes procrean y generan un producto, y el tercero y el más preocupante, el sexo visto como un acto morboso, mundano, común, un placer que llega a vulgarizarse entre ciertos sectores de la sociedad, se convierte en algo sucio, poco ético y pierde la sustancia del erotismo.

Es muy difícil aterrizar y generar la sexualidad para todos, existe una base conocida, pero es limitada, es por ello que cada quien define su propia sexualidad y algunos entienden y ponen en práctica el erotismo, es decir todos ejercen su propio descubrimiento sexual, pero unos cuantos hacen erotismo.

La mayoría tiene necesidades fisiológicas, pero pocos las estudian, tanto aquellos que viven constantemente deseando coito como quienes se anteponen a la promiscuidad o perversión.

George Bataille, escritor y pensador francés, habló acerca del erotismo y lo percibe de la siguiente manera: “el erotismo es considerado como una experiencia vinculada a la vida; no como objeto de una ciencia, sino como objeto de la pasión o, más profundamente, como objeto de una contemplación poética”. Cuando el erotismo se vincula al arte adquiere otro matiz y modo de observar y experimentar.

Es claro que las películas o libros pueden embellecer al sexo, y puede que sea muy diferente en la vida real qué en la artística, pero es un gran elemento para otorgar pautas y derivar otras ideas para que el sexo sí sea una necesidad, pero también algo que enseña a nuestros cuerpos a combatir el pudor y a conocer los sentires deleitables que jamás uno creyó llegar a sentir.

Esto comienza a ser erotismo y para poder trascender hay que combinar lo real con lo poético, lo que ya sabemos con una chispa de perversidad bien encaminada, olvidarse de las cosas no permitidas, y considerar hasta donde uno cree que puede experimentar con el otro, el límite lo ponen los seres que lo harán y no allá afuera.

De antemano, esta confirmación es peligrosa, pues hay quien se puede tomar las palabras en sentido literal y agredir o matar durante un acto sexual, pues es probable que lo considere excitante. A este comportamiento se le llamaría trastorno o enfermedad psicológica, en otros términos, sería una parafilia, la cual es una actitud que siembra placer sexual al interactuar con objetos, situaciones, al caracterizar de determinada forma a las personas y en lo inimaginable, pues la gama de las parafilias es enorme.

Las parafilias se pueden practicar, pero con cuidado, unas atentan contra la vida, pero también existen las que se pueden efectuar con consciencia y mucho placer, conectar el cuerpo con la mente es la mejor arma en el sexo, pues solo así puede innovar y arrojar un universo de placeres y sentidos, que darán la vuelta a la página con suavidad, relajación y satisfacción, e incluso puede haber rudeza “de la buena”, aquella que nos transgrede aspectos morales ni subestima al sujeto, aun así los parámetros de “sobrepasarse” no son los mismos para todos, algunos gozarán de bofetadas y de usar juguetes sexuales, sus antagonistas lo rechazarán y lo considerarán una ofensa.

En este ámbito erótico la primera regla es aprender a discernir el entorno, con quien sí se puede aquello que se piensa o anhela o definitivamente no será prudente. Al comienzo posiblemente se tropiece, pero con el paso de los años se cometerán menos errores. La lectura del arte y la experiencia física hacen muy buen trabajo, las dos se complementan.

Aunque es menester ver el otro rostro del sexo, el vulgar y débil por poseer una sola óptica, ese se debe primero comprender, relevar, hacerlo a un lado e invitar a los demás para que esa visión frágil y triste se transforme en lo antes mencionado respecto al sentido erótico y en mucho más.

La batalla sexual y erótica es muy grande, no hay más, vinimos a este mundo a impulsarla para mejorar unas de las cosas que más enloquece a los humanos: el placer carnal, de una u otra manera todos lo buscan, las medidas varían pero no es un mal, quizá ha sido incorrectamente manejado pero sí nos compete destituir la visión desgastada y trivial del sexo.