Caso Floyd moviliza a Francia

El asesinato del afronorteamericano George Floyd en Minneapolis genera movilizaciones en Francia contra la violencia y el racismo policiales, fenómenos también denunciados en suelo galo, que pudieran representar un nuevo reto para el gobierno.


En un escenario de malestar observado en diversas partes del mundo, decenas de miles de personas protagonizaron en los últimos días, sobre todo el martes y ayer, concentraciones en esta capital, Lyon, Lila, Marsella, Burdeos, Nantes, Rennes y otras ciudades para exigir justicia y condenar la brutalidad de las fuerzas del orden.
Carteles y consignas con la ya universal frase: «Yo no puedo respirar», la última lanzada por Floyd en Estados Unidos mientras un policía blanco presionaba su cuello con una rodilla, acompañaron las manifestaciones frente al Tribunal de París, la Plaza de la Concordia, ubicada cerca de la embajada norteamericana, y los Campos de Marte, a los pies de la imponente Torre Eiffel.


En el caso de Francia un inevitable paralelismo marca las movilizaciones, en medio de reportes contradictorios sobre la muerte del joven negro Adama Traoré, quien falleció en extrañas circunstancias el 19 de julio de 2016 en Persan, cerca de esta capital, cuando se encontraba bajo custodia de gendarmes.


Un informe oficial exonera a los uniformados, pero una pesquisa solicitada por la familia muestra lo contrario, reavivando el rechazo al racismo y al uso excesivo de la fuerza por agentes de seguridad, situaciones que están lejos de ser nuevas en el país.


«Las vidas negras importan», «Sin justicia no hay paz», «Ser negro no es un crimen» fueron algunas de las pancartas desplegadas durante la semana, junto a las demandas de justicia para Floyd y Traoré, reprimidas en algunas ocasiones con gases lacrimógenos.


El gobierno insistió en la prohibición vigente de realizar reuniones masivas, como medida para evitar una segunda ola de contagios por la Covid-19, mientras manifestantes advertían que «el verdadero virus, es el racismo».


Desde diversos sectores se alzaron voces, entre ellas la del líder de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, para exigir una respuesta concreta de las autoridades ante conductas policiales reprochables.


El ministro del Interior, Christophe Castaner, reaccionó prometiendo mano dura contra los agentes que actúen de forma violenta o racista, tras insistir en que esos comportamientos no están generalizados en las fuerzas del orden.
También la portavoz gubernamental, Sibeth Ndiaye, negó que en Francia exista racismo institucional dentro de la Policía, sin dejar de admitir la presencia en la misma de tal actitud.
El gobierno del presidente Emmanuel Macron enfrenta un escenario desafiante, caracterizado por las críticas a la gestión oficial de la crisis sanitaria y la compleja ruta hacia la recuperación económica, en medio de pronósticos que vaticinan un desplome de doble dígito en el Producto Interno Bruto de 2020.


Las protestas de los chalecos amarillos y las huelgas contra la reforma de la jubilación y el deterioro del hospital público no han dado tregua al ejecutivo desde hace tiempo, por lo que parece movilizado para evitar un nuevo estallido social, derivado de conductas impropias de personas «a las que pagamos para que nos protejan, no para que nos maten o maltraten», como advertía uno de los manifestantes ayer.


Macron lidia con una caída en su popularidad, según reflejan recientes encuestas, cuando comienza el cuarto de sus cinco años de mandato y el tema de su candidatura a la reelección va tomando curso.