México: Cleptocracia en caso de Emilio Lozoya

México, 27 jul (Prensa Latina) El clan Emilio Lozoya, padre e hijo, sintetiza a la cleptocracia como mecanismo único de corrupción entre monopolios y oligopolios y la política, opina hoy el analista mexicano Carlos Fazio.


Lozoya Thalmann (padre), fue secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), y Lozoya Austin, director de Petróleos Mexicanos (Pemex) en la administración de Enrique Peña Nieto (2012-2018).


Acusado de presunto lavado de dinero, cohecho y asociación ilícita, Lozoya Austin involucró en la trama de la corrupción trasnacional de Odebrecht a su madre, Gilda Austin; su hermana Gilda Susana y su esposa, Marielle ­Eckes, y según investigaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera, habría movido 120 millones de dólares para sobornos y con ellos aprobar la contrarreforma energética, asegura Fazio.


Explica Fazio que la corrupción es, eminentemente, un proceso económico-político; alude a los vínculos que existen entre la empresa y la política. Giulio Sapelli sostiene que el elemento fundamental de la corrupción son las empresas, porque son las constructoras sociales de los mercados, del monopolio y del oligopolio.


Se trata de corporaciones ilegales y legales -por ejemplo, Chevron, Shell, Odebrecht, Exxonmobil, Repsol, OHL, Altos Hornos, etcétera−, que adquieren ventajas competitivas a través de la violencia, la evasión fiscal y tributaria y la circulación de enormes masas de capital que derivan de actividades ilícitas.


La regresión hacia una nueva forma de liberalismo llevó al surgimiento de una clase política cleptocrática (enriquecida a costa del erario público), depredadora y falta de reglas morales y políticas, que cambió profundamente las relaciones entre economía y política.


La presión para ampliar el área de los mercados ilegales se hizo más fuerte y con la personalización de la vida política emergió un neopatrimonialismo autocrático, ya no oligárquico, sino monocrático: el gonzalismo en España, el soarismo en Portugal, el salinismo en México, para mencionar a algunos jefes ilustres de la cleptocracia caciquil neoliberal, explica el analista.

Pero ese neopatrimonialismo no hubiera sido posible sin la colusión del régimen político con las grandes empresas, las cuales usaron y subordinaron al Estado en función de sus intereses económicos particulares/privados.
Las grandes decisiones políticas de los gobiernos neoliberales (reformas constitucionales, obras de infraestructura, adjudicaciones, contratos, concesiones) fueron tomadas de manera consensuada por poderosas empresas y los jerarcas de los clanes político-partidarios.


La contrarreforma energética fue la joya de la corona del paquete de reformas estructurales, objetivo codiciado desde hacía décadas por Estados Unidos y sus sectores financiero y energético.


A medida que se emprenden grandes proyectos nacionales, nacen poderosas cúpulas colusivas. Si, como considera Sapelli, el problema central de la corrupción es el de la circulación de las élites económicas y políticas, el ciclo podría repetirse, advierte finalmente Fazio.

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