Podrían México y EE.UU. cambiar relaciones migratorias

México, 20 dic (Prensa Latina) En el intercambio telefónico que sostuvieron el mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador, y el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, surgió el interés de abordar el hoy complejísimo problema migratorio.


Ambos dirigentes se refirieron al caso y mostraron su voluntad de enfrentarlo bajo el criterio de López Obrador de que el origen del éxodo de centroamericanos a Estados Unidos, cruzando para ello el territorio mexicano, está en las malas condiciones económico-sociales en los países emisores, las cuales hay que mejorar.


Sólo así, según la lógica del mandatario mexicano, se logra un real desestímulo a la migración forzada, pues nadie se verá obligado a abandonar su país y su familia en busca de oportunidades.


En la conversación telefónica, de la cual la parte estadounidense publicó una nota estenográfica de las palabras textuales de Biden sin mencionar las de López Obrador, el presidente electo destacó la necesidad de revitalizar la cooperación entre su país y México en ese tema.


Biden se mostró convencido de fortalecer esa cooperación para garantizar una migración segura y ordenada, contener la Covid-19, dinamizar la economía de América del Norte y asegurar la frontera común, pero no ocultó la necesidad de darle un enfoque diferente al que prevaleció con Donald Trump, aunque no mencionó el nombre de este.


En su carta de reconocimiento del triunfo de Biden, López Obrador hizo referencia con mucha cautela y también sin mencionar santo, al acuerdo bilateral con Trump sobre migración y lo invitó a continuarlo.


La respuesta de Biden en el diálogo telefónico fue mantener la colaboración, pero con un nuevo enfoque de la migración regional, diferente al actual, para «ofrecer alternativas a emprender el peligroso viaje a los Estados Unidos».


Biden ha insistido desde su campaña electoral en paralizar la construcción del muro fronterizo que Trump presentó todos estos años como su gran compromiso, mientras que hizo de la contención de la migración, incluida la vía de la represión y la deportación, una bandera de su política racista y ultranacionalista.


En la nota de su equipo de comunicación, que circula textualmente en México, el presidente electo no se refirió a la paralización de los trabajos del muro, pero sí se comprometió a que trabajará con el gobierno mexicano de manera estrecha sobre la migración.


También hará lo mismo, dijo, con otros socios regionales, incluida la sociedad civil, el sector privado, organizaciones internacionales y los gobiernos, para construir la infraestructura y las capacidades regionales y fronterizas necesarias, a fin de facilitar un nuevo enfoque ordenado y humano de la migración.


De la misma manera, señaló que ese enfoque nuevo también debe respetar las normas internacionales sobre el trato de las solicitudes de asilo.


En realidad, se trata de un deseo compartido de lidiar con las causas fundamentales de la migración en El Salvador, Guatemala, Honduras y el sur de México, para construir un futuro de mayor oportunidad y seguridad en la región, que estuvo muy lejos de lograrse con Trump.


Es de suponer que en el diálogo, que se debe de abrir después del 20 de enero cuando Biden se convierta en presidente de Estados Unidos, acuerdos que molestan a los mexicanos como convertir a su país en santuario de migrantes mientras esperan resultados de sus gestiones de asilo, o militarizar la frontera sur, sean abordados de manera constructiva.


Hay una esperanza razonable de que tanto la forma como el contenido de la migración cambie y regrese al curso normal de toda la vida en un país como México de tránsito y al mismo tiempo emisor de migrantes.

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