Revueltas en el país por Día Internacional de la Mujer

México, 8 mar (Prensa Latina) Grupos de encapuchadas, vestidas de negro, armadas con martillos y tubos para derribar vallas y romper cristales en avenidas de la capital de México empañaron aquí la celebración del Día Internacional de la Mujer.


Previamente las autoridades del gobierno y empresarios privados, habían amurallado las rutas de la marcha en previsión de que, al igual que en ocasiones anteriores, las encapuchadas infiltraran la marcha y vandalizaran todo a su paso.


Los desmanes comenzaron en el mismo Monumento a la Revolución, uno de los puntos de concentración, cuando algunas mujeres lograron trepar las bardas de madera que protegían el ascensor del mirador y romper todos sus cristales.


Desde allí salieron por la avenida Juárez y también lograron echar abajo parte de la muralla de metal que cubría el frente de un hotel internacional, y lo mismo intentaron hacer en el monumento a Juárez y el palacio de Bellas Artes, antes de continuar hacia el Zócalo.


En esta plaza las encapuchadas, aparentemente entrenadas para ese tipo de acciones, pudieron también remontar las tapias de metal y echar abajo una de las secciones que resguardaba el edificio del gobierno capitalino.


Los cientos de policías femeninas, conocidas como las Atenas, no intervinieron, sino solamente ampararon en apretada fila los valores culturales y resistieron con sus escudos transparentes la oleada de patadas y martillazos de las encapuchadas.


Estas se veían solas, en nada apoyadas por las miles de mujeres que de forma honesta marchaban hacia el palacio para exponer sus quejas y justas protestas contra el feminicidio y la desigualdad económica, laboral y social que prevalece en México a pesar de las buenas intenciones del gobierno de eliminar de raíz esos males.


Las instituciones feministas no solamente se desligan de esos grupos violentos, sino que además las condenan y no aprueban su forma de actuación.


Estos hechos de hoy dan la razón al presidente Andrés Manuel López Obrador cuando defendió el blindaje del Palacio Nacional y otras dependencias públicas, como bardas de la paz, pues de no erigirse habría que reprimir a las provocadoras, uno de los objetivos de quienes se esconden detrás de esos grupos.

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