Biden un año después: Casi los mismos problemas de Trump

Washington, 20 ene (Prensa Latina) Joe Biden llegó hoy a su primer año en la presidencia de Estados Unidos con bajas notas en la aceptación de los votantes y casi los mismos problemas que heredó de su antecesor republicano, Donald Trump.


Prometió eliminar la pandemia de Covid-19, pero una nueva ola por la propagación de la variante ûmicron se la puso difícil al demócrata que, al asumir el cargo el 20 de enero de 2021, trató de marcar la diferencia con Trump, señalado por su mala gestión de la emergencia sanitaria.


Afirmó que dejaría atrás el espíritu divisivo de su predecesor y  lejos de unificar, la polarización es lo que caracteriza a Estados Unidos 12 meses después de tomar el poder, al menos es lo que confirman los sondeos.


Por otro lado, las estadísticas de la criminalidad y el aumento de los tiroteos masivos no pudieron cambiar el criterio del propio presidente de que Estados Unidos vive, en ese sentido, «una epidemia».


Todos esos pocos -y más- han hecho que, de acuerdo a un estudio de opinión de CBS News/YouGov publicado el domingo, el 50 por ciento de los electores afirmen que el primer año del mandato del demócrata, los dejó «frustrados».


No obstante, Biden describió el periodo como un tiempo de retrocesos y logros.


A esa conclusión llegó cuando recordó la víspera, poco antes de entrar a una conferencia de prensa, que desde su toma de posesión ha sido un periodo de desafíos y también de «enorme progreso».


Como es lógico, el gobernante comenzó por el autoelogio y dejó para el final los temas que más le complicaron su aún joven gobierno.


Habló de vacunas contra la Covid-19 y la entrega del alivio financiero a los estadounidenses, la aprobación del proyecto de ley infraestructura y los datos del empleo, pero admitió que hay todavía muchas dificultades para enfrentar.


«Sé que hay mucha frustración y fatiga en este país», enfatizó al hacer referencia a la persistente pandemia de Covid-19.


Aunque planteó que el asunto es motivo de preocupación, no debe ser una razón pánico, particularmente ante la nueva ola que experimenta el país por la expansión de la variante Ómicron.


«Estamos en un lugar mejor de lo que hemos estado hasta ahora, claramente mejor que hace un año», advirtió.


Justo la semana pasada la Corte Suprema le asestó un duro revés al ocupante del Despacho Oval cuando anuló sus mandatos de vacunas para las grandes empresas.


Con más de 67 millones de personas infectadas por el coronavirus SARS-CoV-2 desde el inicio de la pandemia y una cifra que rebasa las 854 mil muertes, Estados Unidos sigue a la cabeza de países con las peores estadísticas a nivel mundial.


En sus palabras a la prensa,  Biden lamentó el estrés de la economía a causa de la pandemia, incluido el aumento de los precios para los consumidores.


Reconoció que los ciudadanos luchan con el alto costo de vida y dio su apoyo a los esfuerzos de la Reserva Federal para combatir la inflación, la peor en 40 años.


Un sorprendente 65 por ciento de entrevistados en un reciente sondeo cree que la actual administración no se centró lo suficiente en la inflación ni tomó a la economía como eje de gobierno.


«No prometí demasiado. Pero probablemente superé lo que cualquiera pensó que sucedería», aseguró el presidente cuando los periodistas se interesaron por los atascos legislativos en el Congreso y la marcha de sus compromisos electorales.


Lo más grave en el Capitolio es que su pieza clave:  el proyecto de ley Reconstruir mejor (Build Back Better ), una amplia propuesta de gasto social y climático sigue taponada en el Senado por la oposición de legisladores de su propio partido.


Tampoco Biden ha podido cumplir con su promesa de reforma electoral, pues dos iniciativas sobre el derecho al voto también recibieron estocadas (¿mortales?) en la Cámara Alta.


Biden dijo ayer que quizás para que se apruebe Reconstruir Mejor tendrá que «dividirla» y obtener la mayor cantidad posible y «volver y luchar por el resto más tarde».


Al final se verá qué queda de una iniciativa que empezó valorada en 3,5 billones de dólares y fue diluyéndose hasta 1,75 billones.


La crisis en la frontera sur es otro de los temas internos que mantiene a la administración demócrata en jaque.
El mandatario firmó en febrero de 2021 un decreto que ordenaba a sus funcionarios trazar una estrategia migratoria que incluyera a refugiados y solicitantes de asilo.


Subrayó que introduciría un sistema «humano», pero hasta la fecha no existen planes concretos y en la práctica el gobierno de Biden continúa con las mismas -criticadas- políticas de la era Trump.     

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza persiste en sus expulsiones rápidas migrantes amparados en el argumento de la Covid-19.


Con problemas viejos y los por venir, Biden se adentra en su segundo año en el cargo. Tiene las elecciones intermedias en el horizonte, después de enfrentar una serie de reveses recientes y sus índices de aprobación  parecen no levantar, de momento.


Algunas encuestas le dan números que rondan el 33 por ciento, otras sobre el 40, pero muy distante de aquel 55 de su luna de miel al inicio de su presidencia.


Los motivos de preocupación de los demócratas estimulan, por supuesto, el optimismo de los republicanos.
Trump auguró una gran «ola roja» en los comicios legislativos de noviembre que podría acabar con las ajustadas mayorías de los azules en ambas cámaras del Congreso.