Blonde es Marilyn, pero también Ana

Por Mario Muñoz Lozano

Lo reconocen «tirios y troyanos», al principio o al final de sus textos, desde los más encumbrados críticos hasta los más simples mortales, lo mismo aquí que en otros países: sin duda, De Armas se lució en la cinta del australiano Andrew Dominik y demostró que puede moverse con hidalguía en papeles supercomplejos.
A la joven le dieron la oportunidad y la aprovechó a golpe de talento. No por gusto el actor estadounidense Brad Pitt alabó su actuación en el filme, en declaraciones a la revista Entertainment Weekly, ante críticas sobre su acento latino.
«Creo que está fenomenal», dijo Pitt, quien es su productor ejecutivo. Acerca de la complejidad del personaje encarnado por Ana, manifestó que «el suyo es un vestido muy difícil de llevar».
Recordó que el proyecto llevaba 10 años en desarrollo. «Nos fue imposible llegar a la línea de meta hasta que no encontramos a Ana», aseguró el artista, otra de las estrellas de Hollywood.
Para el crítico cubano Joel del Río, la mejor carta de triunfo de la obra es su protagonista: «Ana de Armas está inmensa en su capacidad para transitar de la imitación a lo visceral, del rictus facial al trabajo con la dicción, y de ahí a las contorsiones del espíritu, todo ello con absoluta fluidez y pasmosa habilidad», escribió en el diario Juventud Rebelde.
Señaló que independientemente de si la nominan, la premien o no, «ha nacido más que una estrella, una gran actriz cuyo brillo me costó percibir en un principio, pero que ahora reconozco con toda la franqueza que implica saberse equivocado y hasta publicar el error».
«Dejo para el final lo que es realmente el principio, lo mejor que, según mi parecer, tiene Blonde: la actuación de su protagonista. Es una maravilla deleitarse en sus expresiones, voz y movimientos tan distantes de la latina que son, tan cercanos a la diva de Hollywood que interpreta», señaló la periodista Susana Besteiro en el periódico cubano Granma.
Y no es menos cierto, a sus 34 años, la actriz nacida en La Habana, y que debutó en el cine en 2006 con Manuel Gutiérrez Aragón en Una rosa de Francia, ya logró un puesto en el cine muy distante de aquella intérprete de la serie española para adolescentes El internado y más cercana al ícono de Hollywood que fue Monroe.
De Armas logró transformarse no solo en los distintos personajes interpretados por la actriz estadounidense, sino que asumió de manera excepcional sus desafíos existenciales y conflictos personales, además de los problemas que debió enfrentar durante la existencia.

CON BLONDE RESULTA IMPOSIBLE CALLAR
Sobre la cinta resulta imposible callar: en Cuba los comentarios se mantienen en las redes sociales, en los ómnibus o en los centros de trabajo, sobre todo después que los cines Yara y Chaplin, dos de las principales salas de La Habana, la proyectaran en varias sesiones y durante varios días.
Pero lo mismo que sucede en Cuba está pasando en muchas partes del mundo. El largometraje de dos horas y 46 minutos desató las más airadas disputas.
No es para menos, minuto a minuto se derrumban estereotipos, se desnudan fantasmas, presenta mezcla de ficción, conjeturas, medias verdades o completas sobre la vida de un tótem del cine y de la cultura estadounidense, cuyo resultado es un producto explosivo, provocador de reacciones diversas y, sobre todo, extremas.
Y aunque los autores repiten que no se trata de un biopic (película biográfica), los espectadores no le perdonan la victimización de uno de los ídolos de la gran pantalla internacional y las constantes escenas de sufrimiento de una Marilyn que para muchos fue la cumbre del éxito, no de la tristeza, como aparece en la obra.
«Que Blonde es una de las películas más importantes del año estaba cantado desde que conocimos el proyecto. Que iba a ser una de las cintas más polémicas de Netflix, también. Estamos acostumbrados a biopics que fingen una veracidad que no tienen. Homenajes a sus protagonistas sin claroscuros destinados a fans del mito para aumentar su mitomanía», opinó el crítico Rafael Sánchez, en la publicación Squire, alertando sobre los choques con la propuesta de Dominik.
La producción se centra en la relación de Norma Jean consigo misma y con esa otra persona, Marilyn, quien es a la vez su armadura y mayor amenaza, dijo Dominik sobre la obra basada en la novela homónima de Joyce Carol Oates, que «recrea un Hollywood fantasmagórico y gótico, un pozo donde el sueño americano acaba devorando a sus retoños», al decir de Elsa Fernández en El País.
Cuando salió el libro en el 2000, la crítica literaria Michiko Kakutani, una de las referencias en la prensa norteamericana, acusó en The New York Times a la escritora de explotar «la tragedia y la fama» de Marilyn a través de un relato que manipulaba su vida bajo el manto de la ficción.
«Desde su muerte a los 36 años, la explotación no ha cesado», escribió entonces Kakutani, quien subrayó que los mercaderes de la sordidez la convirtieron en mercancía y los académicos la deconstruyeron.
Creo que más allá de los cuestionamientos a la veracidad de las historias, el guion saca ronchas también porque toca aspectos demasiado incómodos para cualquier sociedad, pero sobre todo para la conservadora estadounidense.
La propuesta del director australiano molesta por su tratamiento de temas políticos, el machismo, el aborto -más ahora, vuelto a penalizar-, la violencia contra la mujer, además de que desprestigia al presidente John F. Kennedy (1961-1963), uno de los más queridos y respetados en la historia de ese país.
El largometraje devela aspectos de esa sociedad que muchos prefieren borrar, olvidar o desconocer. Quizás por ahí van los tiros del por qué no la quisieron en los cines de Estados Unidos, evitándola bajo la justificación de las escenas eróticas fuertes.
La cinta es sobre Marilyn, sobre Norma Jean, pero también sobre Ana de Armas, la estudiante cubana de actuación con una buena carrera en España, pero que partió a Los Ángeles en busca de más y mejor cine, que se lo jugó todo en Blonde y cuya actuación en el filme es para su carrera artística un jonrón con las bases llenas en el noveno inning.
Su filmografía incluye papeles en cerca de 30 películas, entre ellas Cuchillos por la espalda, con la que fue nominada a un Globo de Oro en mejor actuación femenina secundaria; además de las taquilleras Blade Runner 2049, Sin tiempo para morir y The Gray Man, entre otras. Pero que nadie lo dude, después de Blonde todo cambió para Ana.