La mujer rey y las amazonas de Dahomey

La Habana (Prensa Latina) Las guerreras africanas parecen estar de moda en la industria del celuloide y pese a que son exiguos los ejemplos, bien puede considerarse un mérito el hacer visible una parte olvidada de la historia de África.

Por Yadira Cruz Valera
Jefa de la Redacción África y Medio Oriente

En esta línea temática el filme más reciente es La mujer Rey, de la directora y guionista estadounidense Gina Prince-Bythewood, el cual cerró con broche de oro las ofertas cinematográficas de 2022 y se convirtió en uno de los más taquilleros de Hollywood.
La película, protagonizada por la ganadora del Oscar, Viola Davis, recrea la historia de las Agojie, una unidad de guerreras que protegieron en el siglo XIX el reino de Dahomey (actualmente Benín) en África Occidental.
El reino de Dahomey o Abomey tuvo su origen en el siglo XII, por años fueron súbditos del vecino reino de Allada pero el rey Aho Houegbadja, que gobernó entre 1645 y 1685, convirtió el territorio en una potencia ascendente.
Según algunos historiadores el soberano no tenía servidores suficientes y  convirtió a sus numerosas esposas reales en su guardia personal, conocidas como gbeto (cazadoras de elefantes): era este el nombre que recibía dicha escolta y que entonces llegó a alcanzar la cifra de 800 componentes.
De ahí que otras fuentes afirmen que las guerreras tenían como función en sus orígenes la caza de esos animales, tan común entonces por aquellos lares.
La mayoría coincide en que fue el rey Agadja (1708-1740) quien las convirtió en el poderoso ejército élite, cuya leyenda transciende hasta nuestros días.
Cronistas de la tradición afirman que las Amazonas de Dahomey provienen del gobierno de Ghezo (1818-1858); se dice que este rey elogió el coraje de las mujeres guerreras y ellas respondieron que una cacería humana les vendría mucho mejor y por ello las reclutó.
Aunque algunos investigadores afirman que no hay pruebas de que haya ocurrido tal incidente y que existieron como guardias de palacio desde la década de 1720.
Otros las ubican en la guerra contra Allada en 1724 y en 1727 en la conquista de Savi, la capital del vecino reino de Whydah, que fue anexionado.

AMAZONAS DE DAHOMEY
Al margen del origen o desempeño inicial, lo cierto es que los cronistas de la época cuentan sobre la temeridad y valentía de esas mujeres conocidas por los invasores como las Amazonas de Dahomey.
El próspero reino se convirtió en el lugar de paso para comerciantes y tratantes blancos, y fueron ellos quienes dejaron testimonio de aquel insólito grupo de féminas armadas con mosquetes a las cuales llamaron amazonas, comparándolas con las antiguas guerreras de la mitología griega.
Pero entre ellas se conocían como Ahosi o Mino, que en la lengua fon significan respectivamente esposas del Rey y nuestras madres.
El cronista E. Chaudoin en 1891, en el libro Tres meses de cautividad en Dahomey, describió su experiencia al contemplar a las cuatro mil guerreras, vírgenes, inmóviles con sus vestimentas de guerra, con pistola y cuchillo en mano, dispuestas a atacar a la más pequeña voz de mando.
Las fotos de la época las muestran con una vestimenta particular, una especie de pantalón y una túnica ligera, ceñida por un cinturón; otras se ven con los pechos al aire y sus amplios pantalones, pero siempre cómodas para poder tener libertad de movimientos en el combate cuerpo a cuerpo.
El sistema de reclutamiento incluía tanto a voluntarias como a forzadas, según los relatos de la época; entre ellas había mujeres rechazadas «por malas conductas» con sus maridos u hombres de la familia, entregadas a veces con apenas ocho años.
Formar parte de aquel cuerpo implicaba la renuncia al matrimonio y la vida familiar común, incluyendo a la maternidad, muchas de ellas conservaban incluso la virginidad.
Sus entrenamientos eran extremos, con ejercicios físicos, técnicas de supervivencia, resistencia al dolor (físico y psicológico) y tácticas de guerra.

ESTATUS SOCIAL
En 1863 el famoso diplomático, explorador y escritor británico Richard Francis Burton visitó el reino, al que no dudó en calificar de «Esparta negra» por el elevado militarismo y la absoluta sumisión de los súbditos a los intereses del Estado.
Contaba Burton que las Mino gozaban de un estatus socioeconómico privilegiado, algunas de ellas tenían medio centenar de esclavos y en sus paseos siempre iban precedidas por uno que agitaba una campanilla para que la gente les dejara el paso, pues tocarlas implicaba pena de muerte.
Tuvieron además acceso a puestos de influencia, las de más alto rango eran miembros del Gran Consejo y tomaban parte en las decisiones en torno a la vida política y social del reino.
Todo ello acentuado además por la imagen proyectada en los vistosos desfiles que hacían por las calles o la ceremonia anual de juramento de fidelidad al rey, donde lucían las mejores galas y exhibían el armamento occidental, el cual en la segunda mitad del siglo XIX incluía ya rifles Winchester, aparte de las armas blancas tradicionales.
El misionero italiano Francesco Borghero dejó escrito que esos eventos incluían batallas simuladas en las que representaban el asalto a un fuerte y capturaban a sus defensores.

DECADENCIA Y FIN
Durante casi 200 años las guerreras dominaron y se mantuvieron invictas, hasta las últimas décadas del siglo XIX enfrentando a Francia, cuyos ejércitos no esperaban encontrarse con ese cuerpo élite de mujeres, quienes sin clemencia masacraron a los invasores por años.
Pero la superioridad armamentística y la participación de la legión extranjera, la caballería y la infantería de marina consiguieron derrotar al rey Behanzin (1889-1894).
Las amazonas lograron vencer en más de una veintena de combates, pero el costo fue demasiado alto pues según los cronistas, apenas unas 300 lograron sobrevivir.
Fieles a sus principios, algunas se mantuvieron unidas en un reducido grupo, y para retardar y entorpecer la victoria francesa incendiaban campos, aldeas y ciudades a fin de impedir que cayeran en manos del enemigo.
Algunas se infiltraron entre las prostitutas para matar a los soldados galos con sus propias bayonetas, pero finalmente el cuerpo de amazonas fue disuelto en 1894 por Agoli Agbo, último rey de Dahomey.
El otrora grandioso y próspero reino africano pasó entonces a formar parte de la federación de las ocho colonias francesas en el África Occidental. Las pocas amazonas que quedaron vivas apenas fueron capaces de reintegrarse a la vida civil, se habla de algunas que se casaron y tuvieron hijos.

DE GUERRERAS A TROFEOS DE GUERRA
Un grupo de ellas se unieron al famoso espectáculo de Buffalo Bill, Wild West Show; testimonios, fotografías y carteles de la época las ubican en 1893 como parte de las atracciones de la Exposición de Chicago.
Entre 1890 y 1925, las Amazonas de Dahomey recorrieron Europa y Norteamérica partiendo desde Alemania.
Consta en archivos que en 1891 fueron exhibidas 50 de ellas, rodeadas de animales y plantas exóticas, en el Jardín Zoológico de París, entonces ubicado en el Bosque de Boulogne. También las mostraron como exóticos animales en el Crystal Palace, en Londres, en 1893.
Así terminaron sus vidas las mujeres más temidas de África, las guerreras invencibles, humilladas, desarraigadas y despojadas de toda humanidad para ser convertidas en trofeos de los invasores, pero las leyendas trascendieron y forman parte hoy de la historia gloriosa de las féminas del continente.