Viaje entre grutas tras las huellas de los cimarrones cubanos

Pinar del Río, Cuba, 2 ago (PL) Entre cavernas, decenas de visitantes nacionales y foráneos recorren cada día los laberintos del Palenque de los cimarrones, una de las escasas referencias visuales que aluden al fenómeno de la resistencia esclava activa en Cuba.

En el municipio de Viñales, conocido por las escenas de sus mogotes jurásicos, se halla la réplica de un asentamiento de negros rebeldes, donde se exhiben evidencias obtenidas en exploraciones por la zona, refugio de los huidos durante centurias pasadas en esa zona de la ahora provincia de Pinar del Río.

Improvisadas camas de madera, pipas de fumar hechas con barro cocido y otras manufacturas artesanales se concentraron en el interior de una gruta para recrear el modo de vida de los rebeldes bajo circunstancias de acoso.

Luego de andar por una galería subterránea, de nombre José Miguel, se llega al sitio, suerte de museo, el cual evoca las costumbres de las colonias negroides ocultas en lugares solitarios de esta región en el siglo XIX.

Las muestras colectadas corroboraron la presencia en el escenario montañoso de los cimarrones, quienes escapaban de las plantaciones cañeras para librarse del domino de sus amos, explicó a Prensa Latina la arqueóloga María Rosa González.

Cantos y danzas típicas de los afrodescendientes, protagonizados por grupos artísticos de la localidad, se escuchan en los alrededores del intrincado paraje, como complemento de la visita al sitio.

Grupos de investigadores liderados por el doctor en Ciencias Históricas Enrique Alonso, ya fallecido, constataron la existencia de un rico patrimonio etno-cultural en las abundantes espeluncas de Viñales, declarado en diciembre de 1999 Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Exploraciones por la demarcación -160 kilómetros al oeste de La Habana- permitieron localizar el paradero de cuadrillas de negros, aunque algunos de sus escondites no pudieron ser encontrados ni violentados por los rancheadores, encargados de perseguirlos.

Ubicados en serranías y lugares recónditos, más de un centenar de escenarios arqueológicos resguardan hoy evidencias del cimarronaje en Pinar del Río.

Estudiosos descubrieron un total de 135 lugares donde subsisten huellas dejadas por esos grupos humanos, precisó la especialista del Centro de Investigaciones (Ecovida).

En el Hoyo de los Ruiseñores, situado en plena Sierra de los ûrganos, aparecieron piezas de alta significación entre las que destacan cachimbas, peinetas de madera, y unas 25 camas rústicas, manifestó.

Al mencionar algunos ejemplos González comentó que la mayoría de los objetos fueron elaborados por manos femeninas, a la usanza de sus antepasados.

Según la experta, en la zona predominaron los palenques, localizados en apartados puntos, en esos espacios o sus alrededores era posible desarrollar incluso algún tipo de cultivo, y permanecer durante un tiempo más prolongado.

Precisamente la ubicación de los refugios favoreció su conservación hasta la actualidad, añadió.

Tras recorrer el Palenque, los caminantes pueden disfrutar de un espectáculo con bailes y ritmos de raíz africana en un centro turístico contiguo, o admirar el paisaje circundante, cubierto de palmeras y mogotes.

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