La Habana (PL) Sin renegar de los avances científicos, la comunidad médica vuelve sus ojos hacia algunos métodos tradicionales en desuso, que sin embargo han demostrado ser útiles aún. Es el caso, por ejemplo, de la hirudoterapia o uso de las sanguijuelas con fines medicinales.
Las sanguijuelas son mucho más que «gusanos chupasangres», como todavía algunos se empeñan en considerarlas. Existen más de 600 especies terrestres, marinas y de agua dulce de estos ectoparásitos temporales, hermafroditas, invertebrados y hematófagos. La más famosa ha sido, hace siglos, la Hirudo medicinalis, empleada para tratar diversas enfermedades.
En los siglos XVIII y XIX, se aplicaban sanguijuelas para calmar padecimientos respiratorios, neurológicos, dermatológicos, dolores de oído, y enfermedades de las articulaciones, el hígado y los riñones. Por entonces existía la teoría de los cuatro humores: sangre, flema, bilis amarilla y negra. Se creía que al drenar parte de la sangre se podía restaurar el balance del cuerpo y curar virtualmente cualquier dolencia.
Estos tratamientos cayeron en desuso hacia 1880. Carl Peters-Bond, responsable de los criaderos del mayor proveedor de sanguijuelas del Reino Unido, explicó recientemente que esta práctica decayó porque, después de cuatro mil años, «las personas finalmente se percataron de que los desangres sencillamente no funcionaban».
Sin embargo, a finales del siglo XIX, el fisiólogo británico J. B. Haycraft confirmó la existencia de un anticoagulante puro en la saliva de las sanguijuelas, al cual nombró Hirudine. Ya en la segunda mitad del siglo XX, cirujanos de Eslovenia, Francia y Estados Unidos usaron sanguijuelas para prevenir congestiones venosas en injertos de piel y en reimplantes de dedos y orejas.
Actualmente, la hirudoterapia posee un elevado nivel de especialización, y es utilizada para reducir los hematomas perioculares y para estimular el flujo sanguíneo en los injertos de piel tras una cirugía estética. En estos casos, las sanguijuelas impiden la muerte de tejidos, pues drenan la sangre que se estanca cuando una lesión daña las venas pequeñas.
El Instituto de Química Bioorgánica RAN, de Moscú, encontró además que hay más de cien sustancias biológicas en la saliva de la sanguijuela con propiedades anticoagulantes, anestésicas, antiinflamatorias, hipotensores, trombolíticas, desintoxicantes e inmunoestimulantes.
Hoy día, la eficacia de los tratamientos con estos animalitos son reconocidos oficialmente en muchos países europeos y su uso aumentó un 45 por ciento en Estados Unidos, según el Centro Nacional de la Medicina Alternativa.
Declaradas especie amenazada en 1996, solo los ejemplares criados en granjas especializadas pueden ser usados con fines terapéuticos. Sin dudas un salto cualitativo inmenso desde los tiempos en que las mujeres se metían en los ríos a llenarse las piernas de sanguijuelas para llevarlas al boticario.