EE.UU. lleva a detenidos en Guantánamo al suicidio

Washington, 7 nov (PL) Las torturas físicas y psicológicas aplicadas por guardias estadounidenses contra reos en la cárcel creada por Estados Unidos en Guantánamo llevan a estos al suicidio, denunció hoy el exdetenido australiano David Hicks.

Durante una entrevista con la cadena Russia Today, Hicks describió los abusos a los que fue sometido por sus carceleros en el enclave que Washington ocupa en el sureste de Cuba en contra de la voluntad de las autoridades de ese país.

El australiano rompió las condiciones de silencio impuestas por las autoridades para liberarlo, entre las cuales, incluso se declaró culpable de ayudar a terroristas, algo que nunca hizo y dijo que su confesión fue hecha bajo coacción y no tuvo más remedio que confesar.

En la prisión fue sometido tanto a tortura mental como psicológica, obligado a tomar inyecciones y fue llevado al borde del suicidio por el personal de la prisión, dijo. «Yo y todos los demás eramos torturados a diario», subrayó.

Señaló que las torturas incluían las clásicas palizas físicas hasta una amplia gama de acciones psicológicas, sin descontar experimentos médicos a los que todos temían, pues eran golpeados si se resistían.

En otra parte de sus denuncias, el joven australiano señaló que el hecho de ser blanco y hablar inglés le daba un privilegio en la prisión y le permitió evitar «ser golpeado y torturado más», algo que árabes y afganos enfrentaron porque no hablaban inglés en absoluto.

Al ilustrar las palizas que recibían los reclusos dijo que en oportunidades tenían que utilizar mangueras y cepillos de lavar para eliminar la sangre del piso de cemento tras los abusos de los carceleros.

Subrayó que luego de cinco años de detención pensó en el suicidio pues había perdido la capacidad de luchar, tener esperanza y creer que la justicia prevalecería.

El llamado «taliban australiano» fue liberado tras ser obligado a declararse culpable aunque a su regreso a Australia fue puesto bajo confinamiento solitario en una prisión en Adelaide, donde tenía prohibido hablar de sus experiencias.

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