Asesinato de Kennedy, asunto de política interna, dice diario argenti

Rosario, Argentina, 4 dic (PL) El asesinato del presidente John F. Kennedy fue resultado de un complot de política interna de Estados Unidos, en el cual estuvieron involucrados elementos claves del Estado y el poder real de ese país, afirma un investigador del magnicidio.

En larga entrevista para el diario argentino La Capital, de Rosario, Fabián Escalante, exjefe de los servicios de seguridad cubanos, hace un detallado análisis sobre ese suceso que conmovió al pueblo estadounidense y asombró al mundo.

«Además se pretendía inculpar a Cuba del crimen y los ejecutores fueron aquellos que tenían las motivaciones, los medios y el elemento humano entrenado para ello», afirma el reconocido investigador en la entrevista que ese periódico publica bajo el titular «Un golpe de la derecha que perdura hasta hoy».

Kennedy había concitado numerosos enemigos, internos y externos con sus políticas, señala el analista y corrobora esta aseveración con las conclusiones del Comité del Congreso de Washington.

Entre sus adversarios más peligrosos estaban el complejo militar industrial, los magnates del acero, la Mafia hostigada por las investigaciones judiciales y los racistas opuestos a los derechos civiles de los negros.

A ello se sumaban -agrega Escalante- los militares que consideraban que los acuerdos con la Unión Soviética sobre control de armamentos, la reducción de bases en el extranjero y un eventual abandono de la guerra en Vietnam, era un proceso que debilitaría el poderío mundial norteamericano.

El exilio cubano era otro de sus enemigos, ya que lo responsabilizaban de las derrotas sufridas, «pero el meollo de la trama es determinar quiénes eran los que tenían los motivos, los medios y la oportunidad» para cometer el crimen, acota el investigador.

La tesis de Lee Harvey Oswald como asesino solitario -recuerda- se ha derrumbado con el pasar de los años.

Y sostiene que un operativo destinado a ejecutar a un Presidente, tuvo que contar al menos con una decena de hombres bien entrenados y apoyo logístico especializado.

Además, debió existir complicidad del servicio secreto, a cargo de su custodia; de las autoridades locales y nacionales y de los diferentes aparatos policiales que actuaban, en primer término FBI y la policía de la ciudad de Dallas, asevera el experto.

Las propias autoridades norteamericanas concluyeron que presuntas evidencias que involucraban a Cuba y a sus líderes como supuestos autores intelectuales eran pruebas falsas fabricadas con la intención de implicar a la isla en tal acontecimiento.

Esa falaz maniobra fue utilizada -y lo es aún- en la habitual avalancha mediática contra Cuba y sus dirigencia, advierte el especialista.

Tras recordar que hubo otros dos complots de magnicidio no fraguados, uno en Chicago y otro en Tampa, Escalante sostiene que «Kennedy fue víctima de una confabulación, que comenzó a finales de abril de 1963, fecha de la llegada de Oswald a Nueva Orleans, donde radicaba uno de los dispositivos más importantes de la CIA y el terrorismo anticubano».

Los ejecutores finales fueron el mecanismo cubano de la CIA y la Mafia, que tenían «los motivos, los medios y la oportunidad» y que ya antes, como se evidencia en los reportes del propio servicio secreto, intentaron asesinarlo en Tampa y Chicago.

«En Estados Unidos el 22 de noviembre de 1963, la ultraderecha norteamericana dio un Golpe de Estado, que perdura hasta nuestros días», concluye el investigador.

Rosario, Argentina, 4 dic (PL) El asesinato del presidente John F. Kennedy fue resultado de un complot de política interna de Estados Unidos, en el cual estuvieron involucrados elementos claves del Estado y el poder real de ese país, afirma un investigador del magnicidio.

En larga entrevista para el diario argentino La Capital, de Rosario, Fabián Escalante, exjefe de los servicios de seguridad cubanos, hace un detallado análisis sobre ese suceso que conmovió al pueblo estadounidense y asombró al mundo.

«Además se pretendía inculpar a Cuba del crimen y los ejecutores fueron aquellos que tenían las motivaciones, los medios y el elemento humano entrenado para ello», afirma el reconocido investigador en la entrevista que ese periódico publica bajo el titular «Un golpe de la derecha que perdura hasta hoy».

Kennedy había concitado numerosos enemigos, internos y externos con sus políticas, señala el analista y corrobora esta aseveración con las conclusiones del Comité del Congreso de Washington.

Entre sus adversarios más peligrosos estaban el complejo militar industrial, los magnates del acero, la Mafia hostigada por las investigaciones judiciales y los racistas opuestos a los derechos civiles de los negros.

A ello se sumaban -agrega Escalante- los militares que consideraban que los acuerdos con la Unión Soviética sobre control de armamentos, la reducción de bases en el extranjero y un eventual abandono de la guerra en Vietnam, era un proceso que debilitaría el poderío mundial norteamericano.

El exilio cubano era otro de sus enemigos, ya que lo responsabilizaban de las derrotas sufridas, «pero el meollo de la trama es determinar quiénes eran los que tenían los motivos, los medios y la oportunidad» para cometer el crimen, acota el investigador.

La tesis de Lee Harvey Oswald como asesino solitario -recuerda- se ha derrumbado con el pasar de los años.

Y sostiene que un operativo destinado a ejecutar a un Presidente, tuvo que contar al menos con una decena de hombres bien entrenados y apoyo logístico especializado.

Además, debió existir complicidad del servicio secreto, a cargo de su custodia; de las autoridades locales y nacionales y de los diferentes aparatos policiales que actuaban, en primer término FBI y la policía de la ciudad de Dallas, asevera el experto.

Las propias autoridades norteamericanas concluyeron que presuntas evidencias que involucraban a Cuba y a sus líderes como supuestos autores intelectuales eran pruebas falsas fabricadas con la intención de implicar a la isla en tal acontecimiento.

Esa falaz maniobra fue utilizada -y lo es aún- en la habitual avalancha mediática contra Cuba y sus dirigencia, advierte el especialista.

Tras recordar que hubo otros dos complots de magnicidio no fraguados, uno en Chicago y otro en Tampa, Escalante sostiene que «Kennedy fue víctima de una confabulación, que comenzó a finales de abril de 1963, fecha de la llegada de Oswald a Nueva Orleans, donde radicaba uno de los dispositivos más importantes de la CIA y el terrorismo anticubano».

Los ejecutores finales fueron el mecanismo cubano de la CIA y la Mafia, que tenían «los motivos, los medios y la oportunidad» y que ya antes, como se evidencia en los reportes del propio servicio secreto, intentaron asesinarlo en Tampa y Chicago.

«En Estados Unidos el 22 de noviembre de 1963, la ultraderecha norteamericana dio un Golpe de Estado, que perdura hasta nuestros días», concluye el investigador.

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