Desafío, RAFAEL LORET DE MOLA

A veintiocho años del crimen Contra Carlos Loret de Mola M.

*Casi Tres Décadas

*El Miserable Calla

*La Última Promesa

 

Cada año, amables lectores, con la venia de ustedes, me tomo una pequeña licencia: retomo el caso del asesinato de mi padre, Carlos Loret de Mola Mediz, ex gobernador de Yucatán y vanguardista en el género de la crítica política. Muchos recordarán sus “Confesiones de un Gobernador” como el best-seller que abrió las compuertas de la libertad de expresión para sancionar, con el juicio de la historia inapelable, a luis echeverría. La sociedad ha sido bastante más capaz de avanzar por la senda de la justicia que las instancias gubernamentales guiadas, hasta hoy, por la ignominia de las “líneas” y complicidades de la superioridad mandante. Y ya han pasado, desde entonces, veintiocho años.

Me resulta muy difícil asimilar, aunque la burocracia siempre se toma su tiempo, y sobre todo la judicial, que haya transcurrido tanto tiempo sin que las denuncias formuladas hayan dado lugar a indagatorias oficiales destinadas a esclarecer los sucesos, sobre todo con abundancia de pruebas –incluso las fotografías del automóvil en que viajaba cayendo al barranco, “El Filo Mayor”, entre Ciudad Altamirano y Zihuatanejo, como si el experto gráfico esperara el suceso; luego tomaría otra instantánea del coche en una posición contraria, con las llantas hacia abajo y no hacia arriba, tal y como quedó al momento en que llegan los primeros rescatistas que simularon no conocer su identidad a pesar de que portaba sus credenciales que le acreditaban como editorialista de Excélsior –cuyo director optó por no meterse en camisa de once varas y aceptar una versión oficial descocada-, y de otras publicaciones. Está por demás subrayar que se trataba de una figura pública.

El martes 25 de abril de 1989 –tres años después de la desaparición física de Don Carlos, entre el 5 y el 7 de febrero de 1986; ni siquiera podemos estar seguros del día de su deceso-, el entonces mandatario carlos salinas, en Los Pinos, me dijo textualmente:

–“Tiene usted mi palabra. Profundizaremos en las investigaciones sobre la muerte de su padre, Carlos Loret de Mola. No es tarea fácil, pero lo haremos”.

–Señor presidente –abundé-, estos testimonios (fotografías, testimonios periciales, comunicados, declaraciones de testigos), son frutos de la lucha de un mexicano modesto, sin recursos, quien con la única arma de su prestigio periodístico busca esclarecer el asesinato de su padre. En el nombre de mi familia y en el mío propio, le suplico que este crimen no quede impune.

–Tuve por Don Carlos –replicó el huésped perentorio de Los Pinos en su sobrio despacho-, una profunda admiración. Su memoria merece, desde luego,      que se haga justicia.

Seis semanas antes, el 13 de marzo de 1989, acompañado por mi editor de siempre, Rogelio Carvajal Dávila -¡qué distinto a los gerentillos malinchistas de ahora!-, y por mi hijo Carlos, entonces un niño con doce años de edad-, haciendo un gran esfuerzo gástrico, visité, en su domicilio de Coyoacán, al ex presidente miguel de la madrid, a quien consideraba parte de la trama o, cuando menos, un conocedor de la misma dada su jerarquía. Y, a la hora de mencionar el caso, me respondió con una frase lapidaria:

–La verdad: todas las intenciones que tenía yo por llegar al fondo sobre el CRIMEN contra su padre…¡me las empañaron en Gobernación!

Acaso sin darse cuenta cabal de ello –salinas, muchos años después, le dijo enajenado cuando reconoció el fraude electoral de 1988-, me estaba confirmando dos asuntos de enorme trascendencia ara resolver el caso:

1.- Aceptó que se trataba de un asesinato y no de un mero accidente de automovilismo como pretendían presentar los secuaces agentes de la Procuraduría de Guerrero, por órdenes del gobernador Alejandro Cervantes Delgado, fallecido en 2000, para cubrir las apariencias siguiendo instrucciones de “alguien” en el gobierno federal.

2.- Ese “alguien”, siguiendo las palabras del señor de la madrid, debía ser el titular, en ese tiempo, de la secretaría de Gobernación, manuel bartlett díaz, ahora consejero cercano de la izquierda, a la que reprimió, bajo los pantalones de López Obrador.

Siguieron después muchas promesas; lo mismo de quien sucedió a bartlett en la oficina del palacio de Buvareli, Fernando Gutiérrez Barrios –también fallecido en 2000-, que del procurador en esos días, el ex gobernador de Jalisco, Enrique Álvarez del Castillo, fallecido en mayo de 2006; o Jorge Carrillo Olea, subsecretario de Gobernación cuando ocurrió el hecho y luego director de la CISEN quien supo del paradero –así me lo dijo- de quien podría ser el autor material: René Peláez, un ex agente de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), bien blindado por diversos personajes, el último de ellos el abyecto veracruzano, Miguel Ángel Yunes Linares.

El 20 de octubre de 1989, un sujeto al que desconocía, Rosendo Bello Valdés, regordete y bajo de estatura y con dieciocho años de servicio en la DFS, llamó a la revista Contenido, dirigida por Don Armando Ayala Anguiano quien siempre me pedía mis libros para condensarlos, solicitando hablar conmigo porque tenía, dijo, el nombre del asesino. Accedí y me encontré con él en la sala de juntas de la publicación mencionada con Don Armando como único testigo:

–Ya no quiero ser cómplice de tanto crimen, de tanta inmundicia. Sépase que, cuando menos dos semanas antes del “accidente” de su padre, nos pidieron, usted sabe, los de arriba, que estuviéramos alertas porque algo muy gordo iba a suceder en la sierra. Había un despliegue extraordinario.

–Usted mencionó que conocía el nombre dl asesino…

–Lo tengo y voy a dárselo: René Peláez. Este sujeto, también comandante de la DFS, estuvo a cargo de la delegación en Yucatán… donde trabó amistad con el gobernador víctor cervera –muerto en 2004-.

Y hubo mucho, mucho más. Muertes varias en torno al crimen contra Don Carlos, mi padre, a quien todo le debo… hasta seguir, en su memoria, dando la cara contra los predadores de México. Hasta el final.

Debate

Rosendo Bello Valdés, ex agente de la Dirección Federal de Seguridad y camuflado como taxista, no sólo me dio el nombre del asesino material de mi padre, Carlos Loret de Mola, sino incluso señaló a un personaje clave: Carlos Márquez Arias.

–¿Usted lo conoció, verdad? –me preguntó Bello-

Así fue. Comí con él el miércoles 14 de mayo de 1986 cuando acudí a Chilpancingo ara responder a una estúpida querella interpuesta contra mí “por difamar” al director de Averiguaciones Previas de la entidad, Antonio Nogueda Carvajal, quien tiempo después sería acusado por el asesinato del líder del PST en Morelos, José Ramón García, y de otros más, prófugo durante décadas y rehabilitado por el ex gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca, uno de los peores mandatarios de esa caliente entidad. Actualmente funge como “reconocido abogado” sin la menor mancha.

Pues bien, Márquez Arias me hizo una revelación:

–Cuando llegué a la barranca el cadáver de su padre estaba a la derecha del vehículo. Él no manejaba como señalan los peritajes. ¡Ah! Y el viejo Mercedes –1964-, cayó por su propio impulso; esto es, estaba apagado el motor al momento de desbarrancarse. Lo sabemos por la posición en la que quedó el botón de encendido del motor. Y algo más extraño: no tenía gasolina. Por eso no se incendió y seguramente su padre sabía que no había gasolineras ev decenas de kilómetros.

Unos cuantos días después de nuestra charla, Carlos Márquez, fue acribillado y muerto al salir de su domicilio. Tres ex agentes, supuestamente para vengarse, fueron acusados del crimen. De dos de ellos tengo sus nombres: Javier Alvarado Hernández y Reno Reyes Medina Durán… a quienes les siguieron la pista hasta Irapuato, en donde trabaja en esos años como director de “El Diario”.

Luego de la charla con Bello Valdés, éste desapareció sin dejar huella. ¿Cuántos más cayeron para darle seguimiento a las instrucciones “superiores”?

Naturalmente, el miserable calla. El petulante, engreído –siempre con su enorme mandíbula al aire, y veleta dispuesta a cambiar como soplen los vientos, manuel bartlett, ahora miembro del Partido del Trabajo y próximo a incorporarse a MORENA, es tan cínico que prefiere encogerse de hombros cada que le tratan el asunto. A un gran amigo mío, conductor de radio y columnista, le dijo un día al respecto, despectivo:

–Esa es una novela inventada por Rafael Loret de Mola. Ya saben que a él le gusta mucho escribirlas.

Pero, desde luego, con la ficción es imposible reunir la cantidad de pruebas que atesoro y que comparto con mi hijo mayor. Ni deshaciéndose de mi podría terminar con el justo señalamiento que le condena irremisiblemente. Por ello mismo, cuando le vi, no hace mucho, en el Centro Banamex, al descender yo por las escaleras eléctricas y al no notar mi anfitrión mi repulsión y dar pie a un saludo rutinario, apreté los puños, conteniéndome por una fuerza interior que me impedía actuar con violencia contra un decrépito, no pude evitar, eso sí, decirle a la cara:

-A este hijo de p… no pienso darle la mano. Es un canalla, un asesino.

Y algo similar sucedió en la Plaza México a donde no ha vuelto el sujeto tras escuchar mi vozarrón, poniéndolo en su lugar. Esta es la clase de sujetos que rodean hoy a López Obrador. Quisiera que mi otrora amigo Andrés Manuel me lo explicara cara a cara, si tiene valor para ello. Yo no tengo escolta ni armas, salvo la de la palabra.

La Anécdota

La última vez que vi a Don Carlos Loret de Mola Mediz –lo cito con la reverencia entre profesionales que merece-, me pidió hacerle una promesa que me sorprendió y me causó una enorme sensación de angustia:

–Júrame, si me muero pronto, que bajo ningún motivo y circunstancia, me enterrarán en Yucatán mientras permanezca en el gobierno el mal nacido de víctor cervera. Júramelo.

Lo cumplí y aún sostengo la petición porque la cobardía de quienes fueron aliados suyos y la miseria humana de sus adversarios, como la ex gobernadora Ivonne Ortega Pacheco, sobrina del cacique, han impedido rendirle el homenaje justo a su memoria. Pero éste se lo damos quienes creemos en la libertad de expresión: ayer, hoy y siempre.

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WEB: www.rafael-loretdemola.mx

E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com

¿CUÁNTOS ASESINATOS, COMO EL DE CARLOS LORET DE MOLA MEDIZ, SIGUEN BAJO LA PEOR IMPUNIDAD IMAGINABLE?¿CUÁNTOS SUFRIMOS, EN CARNE PROPIA, LA INDIFERENCIA DE UNA CLASE POLÍTICA INSENSIBLE PORQUE ESTÁ ACOMODADA CON LAS GRANDES MAFIAS? JAMÁS RESPONDERÁN A ESTAS PREGUNTAS. POR MI PARTE, SÓLO ME RESTA CONTINUAR LA SENDA, SEÑALAR LA RUTA Y NO DEJAR DE PENSAR, JAMÁS, COMO UN HOMBRE LIBRE… A PESAR DE TANTAS INFAMIAS Y TANTAS CALUMNIAS QUE SE FABRICAN EN MI CONTRA.

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