DICHO SEA DE PASO: ELLOS Y NOSOTROS

Por Fernando Urbano Castillo Pacheco

George Bernard Shaw decía, con esa agudeza que le caracterizaba, que «La Democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos».

No creo que se le pueda regatear algo al pensamiento del escritor irlandés y menos si damos una mirada al México en que vivimos, en el que se ha pervertido tanto el concepto de democracia, hasta llevarlo a un sistema de gobierno que no atiende ni representa a los ciudadanos. El concepto de democracia ha pasado de ser el de un gobierno del pueblo y para el pueblo, a un gobierno del pueblo, para los grupos.

El regreso del PRI a la Presidencia de la República ha significado el encumbramiento de una élite que se reparte el poder, el presupuesto y los proyectos públicos, convirtiéndolos en un vil negocio privado, que si bien no es algo nuevo, porque en realidad era de esperarse por ser una costumbre priista, lo que sorprende es el descaro con el que ahora lo hacen.

Hablan en sus discursos de una sociedad unida, pero en estos poco más de dos años, la constante ha sido una separación de la sociedad.

En el México de hoy, estamos nosotros, los que día a día trabajamos, estudiamos y con nuestro esfuerzo y nuestros impuestos queremos contribuir al crecimiento de esta nación y que históricamente lo hemos logrado, con el gobierno, sin el gobierno y a veces, como ahora, a pesar del gobierno. Esos somos nosotros y por cierto, somos más.

Nosotros convivimos con ellos, los indolentes, los advenedizos, los que hoy, por circunstancias inexplicables ocupan los puestos públicos, los secuaces de un falso líder que bajo un rostro agradable y un peinado engominado, esconde una gran incapacidad para conducir un país.

Han construido una élite y la conforman ellos, los que desde una posición de poder han hecho de los asuntos públicos, un negocio privado y sin ningún recato han desplegado una estrategia para que el dinero de todos, principalmente sirva a sus intereses. Ellos son el PRI, sus socios y sus aliados. La misma casta, porque no hay un nuevo ni un viejo partido. Hay un sólo PRI y es el PRI de siempre.

El partido que alguna vez enarboló las causas sociales, hoy se lo han apropiado ellos, los que piensan en sí y piensan que los demás no pensamos.

Ellos son los que andan presumiendo lo que no tienen. El Presidente Peña, el líder de ellos, vergonzosamente se ha quedado sin idea de gobierno y en todos lados recurre al mismo discurso de unas reformas que no terminan de cuajar.

Los meses pasan y el discurso no cambia. Hacia el interior de la nación, se presumen una serie de reformas, propuestas por ellos, pero que ellos mismos se han encargado de dificultar su implementación. Hacia el exterior, México va perdiendo presencia internacional. Sin que se difundiera en los medios, a los que ellos marcan línea, el Presidente de la República dió en la reciente cumbre de Panamá, un discurso tan breve, que le sobró tiempo, y tan intrascendente, fuera de tono y repetitivo en cuanto a las reformas estructurales, que pasó desapercibido para los mandatarios presentes. Un acto que no tuvo ninguna trascendencia respecto a la presencia del país en el panorama internacional.

Y es que nos podemos preguntar, qué es lo que puede presumir el impulsor de la reforma educativa, si los datos dados a conocer en el Foro Económico Mundial para Latinoamérica nos ubican en el lugar 58 del ranking de capital humano, con indicadores tan alarmantes como el lugar 102 en calidad educativa en personas de hasta 15 años y el lugar 107 en calidad de la educación para personas de 15 a 24 años.

Esos números son los que se deben reconocer para plantear una verdadera reforma educativa, mucho más amplia que la reforma de las relaciones contractuales con el magisterio, como la que se creó y que por falta de capacidad no se ha llevado a la práctica, pues se siguen anteponiendo los intereses políticos, los de ellos, a los que tenemos los ciudadanos, pues se sigue cometiendo uno de los más viles atracos contra nosotros, al pagarle a un profesor que no enseña.

Ellos, han hundido la economía y no hay grandes posibilidades de que en la segunda mitad del sexenio, si el PRI se alza con el triunfo, las cosas vayan a cambiar. Ellos dicen que las cosas van bien, pero nosotros sabemos que no es así.

El índice de confianza del consumidor correspondiente al mes de abril, aumento 1.0%, un nivel muy bajo para un mes de abril.

La expectativa de los hogares mexicanos del presente de la economía, tuvo una caída en el mismo mes de 1.3%, la expectativa del futuro cayó 1.6%. Y tal parece que mientras ellos se equivocan, nosotros no, pues tanto el Banco de México, como el Gobierno Federal han recortado sus perspectivas del crecimiento a algo así como el 3% en 2015, un número muy optimista, pues en realidad no será mayor al 2.6%. Se vanaglorian de que en el primer trimestre de este año, la economía creció 2.5%, pero omiten mencionar que en el último trimestre de 2012, el crecimiento fue de 3% e incluso en 2010 el PIB creció 5%.

Ellos nos hablan de niveles de inflación históricos, tan bajos como hace años no se veían. Y en parte tienen razón, pero es prudente que sus números sean desmenuzados. Si bien en abril de este año, la tasa anual de inflación se ubicó en niveles de 3.06%, fue por la caída, entre otros, de los servicios turísticos en paquete, que disminuyeron 7.48%, o el transporte aéreo, que bajo 9.30%, pero en el mismo mes productos como el pollo, el aguacate o el chile serrano aumentaron 2.40%, 11.31% y 22.06%, respectivamente.

Es decir, tenemos que los productos alimenticios, a los que los que menos tienen le asigna la mayor parte de su presupuesto, han aumentado más de lo que han disminuido esos productos que no son del consumo de la mayor parte de la población.

Como se puede notar, no es lo mismo lo que ven ellos, que lo que sentimos, percibimos y padecemos nosotros. Es muy claro que las cuentas del borracho, no son las cuentas del cantinero.

Ellos no sólo ven las cosas de una manera distinta, ellos se sienten de una clase distinta. Han sido indignantes los homicidios de varios candidatos en este proceso electoral, como indignantes han sido también las declaraciones del líder nacional priista, César Camacho Quiroz, repudiando la violencia y exigiendo que se les brinde seguridad a sus candidatos, cuando se le olvida que hace tres años, el ahora presidente nos prometió seguridad a nosotros y no nos la ha dado. Nadie dice que es correcto que anden cayendo políticos muertos, pero esto es una consecuencia del fracaso de Peña Nieto en esta materia.

Otra muestra es la violencia desatada en la zona de Jalisco y Michoacán. La información sobre el cártel de Jalisco refiere una organización sumamente violenta, con un actuar distinto a otras organizaciones, por lo que se requiere un trabajo de inteligencia que, hasta ahora, ha fallado.

Es claro que la nueva estrategia contra la delincuencia ha sido un fiasco. Aunque se han hecho un buen número de detenciones de los 122 objetivos prioritarios, que nunca se supo quienes eran, sólo se han creado un gran número de organizaciones más pequeñas, pero también más violentas y que ahora no sólo se dedican al trasiego de drogas, sino que han hecho una fuete de ingresos, de delitos de alto impacto como el secuestro y la extorsión.

Ellos nos prometieron seguridad y no cumplieron. Nosotros necesitamos y merecemos un México en paz, para vivir sin miedo.

Si una cosa quedó clara es que ellos, los que dicen que sí sabían, no han podido.

Nosotros les debemos a nuestros hijos el cambio oportuno, para un México mejor.

La elección del siete de Junio es el momento de nosotros, para retomar el poder que ellos no han sabido ejercer. Debemos de ser cuidadosos y no dejarnos engañar, ni por ellos, ni por los que son como ellos y que, creando nuevos partidos, para hacer nuevos negocios pregonando demagogia y populismo, se han convertido en una falsa izquierda, que nos presenta, en el mismo anciano, al nuevo mesías.

El país necesita de un cambio de rumbo, hacia las buenas ideas. Nosotros necesitamos reconocer la utilidad de nuestro voto, para cambiar nuestro país y construir un México seguro y un México que crezca. Lo merecemos y lo lograremos porque no somos como ellos. Nosotros, los ciudadanos, si queremos, claro que podemos y lo vamos a lograr, porque nosotros somos mejores y, por cierto, somos mas.

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