Las carreteras volando se ven mejor

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

Un problema en común en cualquier ciudad es la constante queja de los automovilistas sobre las condiciones de las calles paupérrimas. Hasta ahorita no hay ciudadano que diga que están perfectas, aunque ante los ojos de las autoridades siempre dirán que todo está bien.

Y cuando de plano no hay manera de poder ocultar lo evidente porque se hace viral, pero no porque sean denunciado con tanta frecuencia por los medios de comunicación, el argumento de justificación por parte de las autoridades será que las malas condiciones de sus calles se deben a las recientes lluvias.

En uno de mis últimos viajes a la cabecera de Torreón, Coahuila, una de mis amistades que es originario del DF, que tiene radicando en ese municipio ya por varios años me hiso la corrección a un comentario que hice con respecto a las malas condiciones que se encontraban algunas calles o avenidas principales el cual me corrigió que antes, es decir, en la administración anterior estaban para la chingada en donde los amortiguadores de muchos vehículos tenían que cambiarse con mucha frecuencia y no se diga las llantas.

Posterior a lo comentado me preguntó con respecto a las condiciones de las carreteras ya que sabe que viajo muy seguido por cuestiones de mi trabajo a lo que le respondí que para quienes viajamos en carretera, una de las más concurridas es la de Saltillo – Torreón; y verdaderamente desde que uno sale de su casa, es motivo de colgarse todos los santos, amuletos y bendiciones que recibamos para poder librar todos los obstáculos que se encuentran en ella.

No importa si se trata de la autopista o por la libre pero ambas están en muy malas condiciones y las dos comparten sus tramos picados, o en mal estado, al igual que objetos como piedras olvidadas que sirvieron para una compostura de algún vehículo, pedazos de neumáticos, animales muertos, etc., que una vez llegando al destino ya sea quienes viajan a Torreón o viceversa, es decir, a Saltillo,  imitamos a Juan Pablo II en besar el piso dándole gracias a Dios por haber llegado con vida o sin ningún incidente.

Pero otro de los principales inconvenientes son los famosos reductores de velocidad, conocidos como “lavaderos”, que su función es precisamente el de moderar la aceleración a la entrada de un poblado o ejido, porque por lo general éstas comunidades los divide la carretera, siendo muy perceptible que de un lado se encuentra una escuelita, del otro extremo se ve la iglesia y en muchos de ellos hay vendedores exactamente parados en los topes o bordos ofreciendo productos diversos que hacen los mismos pobladores, como la venta de naranjas, melones, sandias, miel, pays de queso, o las famosas campechanas.

No son malos los reductores de velocidad y cualquier medida que se instrumente para la seguridad de aquellas comunidades, pero a los que están dejando en una situación de inseguridad son para todos aquellos conductores; sobre todo los vehículos de tipo sedán, porque los lavaderos en lugar de reductores de velocidad parecen paredes por su extremada altura, y sin ningún anuncio previo de dónde se encuentran localizados; de igual manera se encuentran los topes que ni pintura tienen indicando su localización.

Aparte de que a la falta de señalización adecuada en los tramos donde están haciendo recarpeteo pone en peligro a los conductores, porque hay que tener muy buenos reflejos y frenos para poder maniobrar ante estos obstáculos inesperados, que durante la noche incrementa más su riesgo. Para quienes logran esquivar con éxito estas trampas, pues no se salva de tener que comprar llantas nuevas o mínimo tener que reparar los rines golpeados.

Muchos pensaran que la “autopista”, es la opción óptima para poder viajar, pero también tiene sus detalles, ya que no le da mantenimiento a la carpeta asfáltica, teniendo tramos donde ya está levantada la misma, ocasionando baches que pueden sacudir tu automóvil, los que mejor se pueden librar de éste tipo de percances son las camionetas, y camiones que debido a su tamaño no se siente tanto.

La famosa cuatro dos cuatro, resulta muy caro que no se justifica el cobro de sus casetas pues ni mantenimiento se le da al asfáltico, como tampoco limpieza de escombros de pedazos de neumáticos, que son peligrosísimo si una de estas se enreda en las llantas. Ni siquiera cumple el concepto de autopista que se caracteriza por el desplazamiento de vehículos a una velocidad rápida acortando tiempos sin necesidad de pasar por poblados, limitando y reduciendo la posibilidad de accidentes, y en la cuatro dos cuatro ni siquiera cuenta con el acotamiento de emergencia necesario para evitar algún percance sino se ve obligado uno a tener que invadir el carril de paso aumentando aún más su índice de peligrosidad.

Es muy claro que la Secretaria de Comunicación y Transporte, sigue supervisando con planos y en oficina; las carreteras en Coahuila, o inclusive las conocen desde arriba; pero volando, porque las carreteras y autopistas, sí se encuentran en una situación donde peligran los viajeros, y sobre todo ahora en épocas navideñas es cuando más afluencia tienen tanto por intereses comerciales, así como por intereses personales de visitar a familiares. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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