Base de Guantánamo, laboratorio imperial de EE.UU.

Por Martha Andrés Román

La Habana (PL) El expresidente norteamericano Barack Obama dejó la Casa Blanca sin cumplir una de las principales promesas de su administración: el cierre de la cárcel ubicada en la ilegal base naval de Guantánamo, en el este de Cuba.
Horas antes del término de sus dos mandatos el 20 de enero pasado, el jefe de Estado saliente acusó al Congreso de su país de haber impedido el cierre de la prisión de máxima seguridad que ha recibido numerosas denuncias por violaciones de los derechos humanos de sus detenidos.
La cárcel, inaugurada el 11 de enero de 2002 por orden del entonces presidente republicano, George W. Bush (2001-2009), representó desde su apertura otro capítulo oscuro en la historia de una base que permanece hace más de un siglo en territorio cubano contra la voluntad del pueblo y Gobierno de la isla.
Aunque fue a partir del centro de detención que la instalación comenzó a aparecer con frecuencia en los medios de prensa internacionales, la base ha estado asociada a numerosos eventos de la historia cubana, estadounidense y regional.

SÍMBOLO DE UN PAÍS SOMETIDO

Los años de lucha de las tropas cubanas contra la metrópoli española no culminaron con la deseada soberanía, sino con la intromisión norteamericana en un conflicto prácticamente inclinado a favor de los independentistas.
Con la firma del Tratado de París el 10 de diciembre de 1898 se puso fin a la llamada guerra hispano-cubano-norteamericana, pero el 1 de enero del año siguiente comenzó de manera oficial en el país una intervención militar estadounidense.
Durante esa etapa los norteamericanos moldearon de acuerdo a sus intereses lo que sería la futura república cubana, y como parte de su estrategia agregaron a la Constitución de la isla un apéndice conocido como Enmienda Platt.
Entre su articulado, ese documento establecía la cesión de porciones de suelo cubano para ubicar estaciones navales norteamericanas, lo cual se ratificó con acuerdos de 1903 y 1934.
Cuba arrendaba así de manera perpetua a su vecino del norte un área de 117,6 kilómetros cuadrados a la entrada de la bahía de Guantánamo, cuyas características geográficas y su estratégica posición en el Caribe insular justificaron el rápido crecimiento de la instalación.

CENTRO DE OPERACIONES FUERA DE LA MIRADA DEL PÚBLICO

Para el historiador y académico estadounidense Jonathan Hansen la base ha encarnado por mucho tiempo las contradicciones de la identidad política de su país, principalmente las tensiones entre los principios constitucionales y la búsqueda desnuda de intereses egoístas en las relaciones internacionales.
En su libro Guantánamo: Una historia americana, este autor sostiene que durante más de un siglo la instalación proporcionó el área de laboratorio y puesta en escena donde la ambición imperial podía implementarse más allá del escrutinio del público estadounidense y la restricción de las leyes.
José Sánchez Guerra, historiador de la ciudad de Guantánamo, indicó en un encuentro organizado por la revista cubana Temas que de 1903 a 1933 la base se empleó como puente en las agresiones contra países caribeños y centroamericanos.
De acuerdo con el especialista, a partir de 1934 y, sobre todo, de 1939, se inició la etapa de esplendor del complejo.
El presidente Franklin D. Roosevelt (1933-1945) lo visitó dos veces, y en una de esas visitas, asignó presupuesto para su modernización, pues empezaba a desempeñar un importante rol como centro de operaciones de la flota del Atlántico, la principal de los Estados Unidos.
La base, señaló Sánchez Guerra, fue una pieza muy importante en la estrategia de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial; incluso, algunos especialistas señalan que llegó a ser el segundo puerto de movimiento del mundo, solo superado por el de Nueva York.
Para 1952, el secretario norteamericano de Marina decidió cambiarle el nombre de «U.S. Naval Operating Base» por el de «U.S. Naval Base», y ya entonces tenía una estructura que incluía un centro de entrenamiento.    Según apuntó Hansen en su libro, la base fue usada luego para apoyar al dictador Fulgencio Batista (1952-1958) en medio de la lucha armada lanzada por el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, y un grupo de hombres bautizados como los rebeldes que buscaban el fin de la tiranía en la isla.
Luego del triunfo de los revolucionarios el 1 de enero de 1959, la instalación se convirtió en un trampolín para numerosas tramas que buscaban derrocar a Fidel Castro, en violación tanto del derecho internacional y de las declaraciones de Estados Unidos ante la ONU, manifestó el intelectual.
En uno de sus textos conocidos como Reflexiones, el líder histórico de la Revolución cubana rememoró que en mayo de 1980 más de 80 mil hombres, 24 barcos y unos 350 aviones de combate participaron en las maniobras Solid Shield-80.
Tales operaciones incluyeron el desembarco de dos mil infantes de Marina y el reforzamiento de la base con otros mil 200 efectivos.
En octubre de 1991, durante la celebración del IV Congreso del Partido Comunista de la isla en Santiago de Cuba, aviones y helicópteros procedentes del enclave violaron el espacio aéreo cubano sobre la ciudad, y tres años después, sirvió como apoyo para la invasión a Haití.
Durante 1994, cuando se produjo una crisis migratoria en Cuba en medio del endurecimiento del bloqueo norteamericano y el incumplimiento de acuerdos suscritos con Washington, una declaración del entonces presidente William Clinton (1993-2001) convirtió a la base en campo de concentración para balseros cubanos.
Al año siguiente, los gobiernos de Cuba y Estados Unidos acordaron el procedimiento para la devolución a la isla de las personas que continuaran intentando emigrar ilegalmente hacia el país norteño y fueran interceptados por los guardacostas norteamericanos.
El 8 de enero de 2002 Washington comunicó oficialmente a la nación caribeña que emplearía la base como centro de detención de prisioneros de la guerra de Afganistán.

LA CÁRCEL DE LAS DENUNCIAS

El pasado 11 de enero la prisión cumplió 15 años de funcionamiento, en medio de las promesas del presidente electo, Donald Trump, de acabar con la política de liberar presos de Guantánamo.
La historia de la cárcel ha estado marcada por sucesivas denuncias de organizaciones internacionales sobre las torturas sistemáticas, los interrogatorios, los abusos y otras violaciones de los derechos humanos de los casi 800 reos que llegó a recibir, la mayoría de ellos sin cargos en su contra.
Poco antes de asumir la Presidencia en enero de 2009, Obama declaró que la prisión de Guantánamo representaba «la más seria amenaza a la credibilidad de Estados Unidos como una democracia defensora de los derechos humanos.»
Sin embargo, el compromiso del mandatario de cerrarla quedó incumplido al chocar con la fuerte oposición de congresistas republicanos e, incluso, algunos de su propio Partido Demócrata.
Hasta el momento se desconocen los planes de Trump con el centro de detención, en el cual permanecen 41 prisioneros.
Pero más allá del cierre de la cárcel, la devolución del territorio ocupado por la base naval en general permanece como un reclamo constante de Cuba.
Como parte del proceso iniciado por los dos países, que incluyó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, la isla ha remarcado que esa demanda es uno de los puntos clave para la normalización de los nexos bilaterales.

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