Hostilidad ronda costas norcoreanas

Por Richard Ruíz Julién

La Habana, 22 abr (PL) Estados Unidos decidió unilateralmente enviar a parte de su flota de ataque, encabezada por el portaaviones USS Carl Vinson, a aguas de la Península coreana en una maniobra sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
La medida es para Washington una respuesta a los avances de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) en su programa de armamento, pero aumentó aún más la ya alta tensión en la región.
Tampoco al tomar tal decisión la Casa Blanca aclaró que las históricas posturas asumidas por Estados Unidos y sus aliados, entre ellas la realización de ejercicios militares en las costas cercanas a la RPDC, son consideradas por Pyongyang como muestra abierta de hostilidad y amenaza latente.
De ahí que realicen pruebas frecuentes en su programa de armamento nuclear, con el objetivo de verificar las estrategias de defensa nacional ante posibles ataques.
Al condenar el reciente ataque estadounidense contra Siria, el Ministerio de Defensa norcoreano declaró que este «claro e imperdonable acto de agresión contra un país soberano» demuestra que «nuestra decisión de fortalecer el poder militar para poder responder con fuerza a la fuerza fue un millón de veces correcta».
Actualmente, los portaaviones son el «principal argumento» de Washington en disputas con cualquier país que eligió una vía de desarrollo «alternativa a la democracia norteamericana», según señala el analista del portal LifeVíktorLoguínov.
Varios expertos coinciden en que la decisión de mandar el portaaviones USS Carl Vinson y su grupo de ataque hacia las aguas que rodean la Península coreana, al igual que el ataque estadounidense en Siria, persiguen un objetivo común: una demostración de poder militar.
El conflicto con la RPDC se encuentra en una etapa principalmente de intimidación, en la que la Casa Blanca desea «asustarlos», así como a China, con un posible nuevo conflicto justo en la frontera, opina en el director del Centro de Estudios Coreanos de la Academia de Ciencias de Rusia, AlexánderZhebin.
«La demostración de fuerza es el estilo favorito de los estadounidenses», confirma, a su vez, el investigador principal del Centro, Kim Yen-un.
Lo que parecen no entender es que esa táctica puede tener efectos secundarios; la intimidación lleva a la nuclearización.
Y es que el proceso de ‘nuclearización’ de Corea Democrática comenzó después que a mediados de la década de 1950 Kim Il-sung se enterara que durante la Guerra de Corea, EE.UU. estuvo considerando bombardear Pyongyang con armas atómicas.
Ahora, las autoridades norcoreanas acusan a Estados Unidos de estar presionando a la península coreana hacia la guerra y advierten estar preparados para responder a cualquier acción militar estadounidense.
Donald Trump pone a prueba los límites de la escena internacional; cualquier medida imprudente del mandatario estadounidense puede desembocar en una catástrofe para la península de Corea, opina el especialista en estudios coreanos, AlexandrZhebin.
No obstante, el Pentágono también entiende que, una vez que los buques estadounidenses lancen sus misiles contra Corea del Norte, estos volarán con rumbo a las fronteras de China y Rusia.
Además, admiten que carecen de información completa acerca de la ubicación de todas las instalaciones atómicas norcoreanas; en caso contrario, habrían intervenido hace mucho tiempo.
Desde el punto de vista militar, cualquier operación contra Pyongyang, o sea, cerca de las fronteras de Rusia y China, es demasiado arriesgada.
De ahí que las declaraciones de la Casa Blanca acerca de su disposición de atacar a Corea Democrática solo subrayan el oportunismo de la administración estadounidense actual, en opinión de observadores internacionales.

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