Por Enrique Rodríguez Martínez La narrativa presidencial utiliza con frecuencia los valores, la ética y los principios. Siendo un terreno dominado por la subjetividad, acostumbran acomodar el discurso para adaptar con sorprendente facilidad lo que ante la legalidad es ostensiblemente arbitrario. Sin embargo, en esas justificaciones maquiavélicas siembre hay un fin superior que atropella derechos sin vergüenza alguna, porque se autocomplacen otorgándose la categoría de moralmente superiores. Hubo un secretario de educación pública, del que todavía se conserva el escritorio en la oficina del edificio ubicado en la calle de…
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