Beirut, 19 nov (PL) La renuncia no aceptada del primer ministro Saad Hariri puso a El Líbano entre dos aguas, las que apoyan al Irán chíita y las opuestas de Arabia Saudita sunita. En una herencia del colonialismo francés se sustenta el gobierno libanés, cuya Carta Magna impone que el presidente tiene que ser cristiano maronita; el primer ministro, musulmán sunita, y el titular del parlamento, chíita. Al dimitir, Hariri declaró desde Arabia Saudita, donde permanece aun, que temía por su vida y criticó la creciente influencia iraní con la…
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