Asunción (PL) Para muchos enamorados de distintas partes del mundo y también para solo amantes de la belleza musical, la canción Recuerdos de Ypacaraí, homenaje sentido al lago paraguayo del mismo nombre, provoca sentimientos especiales y evocación del espejo de agua adorado por los indígenas guaraníes.
Según sus propias palabras, fue precisamente el recuerdo de un viejo amor ya muy distante el que arrancó a Demetrio Ortiz los primeros sonidos de su guitarra dedicados al lago y complementados genialmente por la letra de Zulema de Mirkin.
Muy lejos de pensar en el impacto mundial de su creación, nacida en Argentina, Ortiz recordó públicamente la noche tibia
en que nos conocimos junto al lago azul de Ypacaraí y se preguntó dónde estás ahora, kuñataí (señorita en idioma guaraní).
Han pasado muchos años. Un siglo dio paso al otro y la canción sigue arrullando a parejas sensibles; pero, lamentable-
mente, las aguas del inmenso lago ya no son azules para decepción de todos los paraguayos y tristeza seguramente de todas las kuñataí.
El abandono oficial, a pesar de ser una atracción turística fundamental en San Bernardino, departamento Central, unido al descuido social sobre las previsiones sanitarias para su preservación, hacen ahora que el Ypacaraí presente tan alto grado de peligrosa contaminación que no esté apto para bañistas y ni siquiera para paseos en botes.
La Secretaría del Ambiente adelantó públicamente que no hay posibilidad de que sea habilitado para esta temporada veraniega y estimó su recuperación en al menos cinco años de trabajo y más de 500 millones de dólares.
Y es que el informe de los especialistas del ministerio de investigaciones tecnológicas de la Universidad Nacional de Asunción es realmente escalofriante.
Ellos dijeron que por cada milímetro de las otroras aguas azules, hoy de color verdoso oscuro, se detectan más de medio
millón de cianobacterias que ponen verdaderamente en peligro a quienes se sumerjan allí.
A ello se une el crecimiento y proliferación de algas tóxicas de distintos tipos, que también aportan a la inhabilitación del Ypacaraí, todo lo cual determinó una constante alerta y estudio de la situación de las aguas cada corto espacio de tiempo.
En realidad, no se trata de un fenómeno nuevo ni mucho menos pues el año pasado se detectó la presencia abrumadora de las mismas algas tóxicas, pero la inactividad de las autoridades, a pesar de las protestas de los organismos defensores del ambiente, no posibilitó avances en su eliminación.
De nada valieron los esfuerzos del alcalde de la localidad tratando de salvar, con declaraciones tranquilizadoras, los ingresos turísticos que se escapan de sus manos por la reducción de visitantes nacionales y extranjeros.
Ante eso, fue cortante la ministra del Ambiente, María Cristina Morales, al expresar rotundamente que el nivel de contaminación de las aguas es demasiado grande y debe prohibirse hasta a los animales beber de ellas.
Son 30 años de abandono; las aguas negras de la población caen directamente al lago sin el tratamiento debido a las
deficiencias del alcantarillado local, y todo ello contribuyó a la desastrosa situación actual.
Recuerdos de Ypacaraí seguirá haciendo soñar o recordar a quienes escuchen sus bellas notas y su sugerente letra, pero
mucho deberá hacerse para que las aguas del lago paraguayo vuelvan a ser azules.