París, 12 ene (PL) La reunión hoy aquí entre cancilleres de países del Golfo y Occidente con la oposición siria dejó entrever pocas posibilidades de lograr un acuerdo constructivo en la Conferencia de Ginebra II para poner fin al conflicto.
En rueda de prensa al término del encuentro, ambas partes insistieron en la retórica de que el presidente sirio, Bashar al Assad, debe abandonar el poder; decisión que el gobierno de Damasco rechaza por considerarla una injerencia en sus asuntos internos.
La declaración final culpa al gobierno de la violencia en el país, mientras que las autoridades sirias han acusado a Occidente de brindar apoyo logístico y militar a los grupos extremistas y mercenarios que actúan a través de la frontera.
Más de un centenar de periodistas acudieron a la conferencia en el Quai de Orsay (sede del ministerio de Asuntos Exteriores) donde no hubo oportunidad para preguntas de la prensa.
En la reunión participaron cancilleres de Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia, Reino Unido, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Catar y Turquía, así como una delegación de la opositora Coalición Nacional Siria, encabezada por Ahmed Yarba.
A pesar de las profundas divergencias en el conflicto, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, dijo que la única solución a la crisis es la vía negociada y esto pasa por Ginebra II.
La declaración insta a la coalición opositora a responder positivamente a la invitación formulada por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, de participar en la conferencia, que deberá comenzar el 22 de enero en la ciudad suiza de Montreux y continuar el 24 en Ginebra.
Mañana tendrá lugar aquí en París una reunión entre el canciller ruso, Serguei Lavrov, y el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, donde está previsto que se aborde la participación de Irán en la cita de Ginebra.
Rusia, la Liga Árabe y la ONU apoyan la inclusión de Teherán en la lista de participantes, sin embargo, hasta ahora Estados Unidos se ha opuesto a esta posibilidad.
Moscú y la ONU estiman que por su influencia regional Teherán pudiera desempeñar un papel importante como supervisor de un acuerdo futuro que conduzca a la solución de la crisis en Siria, la cual según la Organización de Naciones Unidas ha dejado más de 100 mil muertos.