Washington, 6 mar (PL) El general de brigada Jeffrey A. Sinclair, acusado de varios delitos de índole sexual, se declaró hoy culpable de tres cargos menores ante una corte militar en Estados Unidos, tratando de evitar la cadena perpetua que podría enfrentar.
El excomandante adjunto de las fuerzas norteamericanas en el sur de Afganistán está acusado de obligar a una capitana a realizarle sexo oral en dos ocasiones y de amenazarla con matar a su familia si refería a alguien sobre su relación mantenida durante tres años.
Sinclair, de 51 años, reconoció su culpabilidad por haber tenido relaciones impropias con otras dos oficiales de las fuerzas armadas y de haber cometido adulterio con la principal acusadora, su amante, lo cual es un delito dentro del Ejército.
Admitió además haber violado órdenes al poseer pornografía y mantener una conducta impropia de un oficial y un caballero, reportó la cadena televisiva ABC News.
El también exvicejefe de la 82 División Aerotransportada, unidad del Ejército con sede en Fort Bragg, Carolina del Norte, enfrenta cargos de sodomía forzosa, conducta sexual ilegal, adulterio, relaciones inapropiadas con varias mujeres, fraude, desobediencia a sus superiores, posesión de pornografía y consumo de bebidas alcohólicas en su puesto de trabajo.
Sinclair resulta uno de los militares de más alto rango que comparece ante un jurado y en caso de ser declarado culpable por los cargos más graves, podría recibir una condena de privación de libertad de por vida.
El caso tiene lugar mientras el Departamento de Defensa lidia con una ola de inquietantes revelaciones que implican la violación y la mala conducta sexual dentro de las filas militares estadounidenses.
Un total de 18 generales y almirantes fueron despedidos en años recientes, 10 de ellos perdieron sus trabajos debido a indisciplinas relacionadas con su conducta sexual, y otros por corrupción y problemas de adicción a las bebidas alcohólicas.
Un informe reciente del Pentágono reconoció que en 2012 se reportaron más de 26 mil delitos sexuales en las instituciones castrenses, lo que significó un crecimiento de más de un 30 por ciento en relación con 2010.