La Habana.- Los llamados terremotos silenciosos ocurren en las profundidades de La Tierra sin hacer mucho ruido, son aparentemente imperceptibles y resultan preludio de devastadores sismos y tsunamis. Existen lugares muy específicos donde ese tipo de movimiento telúrico acontece como, por ejemplo, en territorios de Asia y Oceanía; y para obtener el grado de perceptibilidad es necesario utilizar alta tecnología, de lo contrario, ni cuenta nos damos de la sacudida.
Actualmente expertos estudian los terremotos silenciosos en la fosa de Hikurangi, zona de subducción ubicada frente a la isla Norte de Nueva Zelanda, capaz de generar movimientos telúricos de hasta nueve grados de magnitud en la escala abierta de Richter.
De acuerdo con la cadena ABC, durante las próximas dos semanas un grupo de científicos colocarán dentro de la fosa de Hikurangi, equipos especializados para medir la intensidad del evento natural.
El texto especificó que en el área los llamados terremotos silenciosos ocurren en un intervalo de unos 18 meses por un período de dos semanas, y son capaces de desplazar pequeñas porciones del terreno.
Si ese desplazamiento ocurriera en unos cuantos segundos, en lugar de semanas, registraría terremotos de mucha intensidad, amplió el sismólogo neozelandés Bill Fry.
Las zonas de subducción pueden generar los sismos más grandes del mundo, explicó el científico al recordar los temblores de Sumatra en 2004 y el de Tohuku -Japón- en 2011, los cuales registraron una intensidad de 9,1 y nueve grados en la escala abierta de Richter, respectivamente.
Asentada sobre la falla de las placas tectónicas del Pacífico y Oceanía, Nueva Zelanda reporta cada año unos 14 mil movimientos telúricos, centenares de ellos perceptibles.
El proyecto supone el mayor despliegue de instrumentos en el lecho marino de Nueva Zelanda para estudiar los eventos sísmicos lentos en los que los desplazamientos no causan estruendos y se dan, a diferencia de un terremoto convencional, en un período de horas, semanas o meses.
Los sismólogos han establecido dos tipos principales de terremotos silenciosos: los profundos y los superficiales.
Los silenciosos profundos tienen lugar a unos 40 kilómetros bajo tierra y duran varios minutos y días, mientras que los silenciosos superficiales ocurren a cinco kilómetros y pueden alcanzar una magnitud de 3,5 o cuatro grados en la escala abierta de Richter.
Como sucede con otros movimientos telúricos, los silenciosos liberan la tensión que se forma en las capas de rocas movedizas.
Una vez que las capas liberan esa energía, se pueden «relajar» durante cierto período y disminuyen así la posibilidad de que se produzcan más terremotos en el futuro.
«Durante años se ha ignorado lo que sucedía en el espacio existente entre los terremotos profundos y superficiales», según el geofísico Chris Goldfinger.
El investigador analizó las lecturas sísmicas de movimientos telúricos silenciosos en una zona cercana al Bungo Suido, un canal en el sudoeste de Japón, donde se han ubicado temblores cada seis años desde 1997 hasta la fecha.
Los sismos silenciosos medidos por equipos de GPS se produjeron unos detrás de otros, lo cual indica que profundos y superficiales están vinculados.
Cada uno de ellos tenía una magnitud aproximada de siete grados, similar a la del desastroso terremoto de Haití de 2010, pero no se sintieron porque toda esa energía se liberó a lo largo de meses y no en pocos segundos o minutos.
El nuevo hallazgo demostró que los terremotos silenciosos pueden liberar la tensión que derivaría en dañinos sismos, según Goldfinger, de la Universidad del Estado de Oregón.
Goldfinger añadió que se han observado temblores similares en varias partes del mundo, lo cual sugiere que ellos podrían marcar las zonas límites para la detonación de los grandes terremotos.
Indicó que solo se han identificado algunas regiones donde se registra ese tipo de movimientos silenciosos, profundos o superficiales, mientras que las zonas de amortiguamiento, añadió, son difíciles de detectar.