Tras el escándalo de Wikileaks, el ex Presidente Felipe Calderón exigió personalmente a Hillary Clinton la destitución del entonces Embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual.
En sus memorias, publicadas hoy en EU, la ex Secretaria de Estado describe aquella reunión con Calderón como una de las más duras en las que ha estado.
«Calderón me dijo que ya no quería seguir trabajando con Carlos (Pascual) e insistió en que fuese reemplazado», recuerda en la página 252 del tomo de más de 600 titulado «Decisiones difíciles».
«Cuando acabó (la reunión), le dije a Carlos (Pascual) que no tenía más remedio que traerlo de vuelta a casa, pero le aseguré que le encontraríamos una misión que se ajustase a su habilidad y su experiencia», abunda la también ex Primera Dama estadounidense.
En el libro, que en EU se ha interpretado como un primer paso hacia la carrera presidencial de 2016, asegura que Calderón estaba lívido tras conocer la opinión de Pascual sobre el Ejército mexicano al que calificó de poco profesional.
«(Fue la Canciller Patricia) Espinosa quien me sugirió encontrarme con él para ofrecerle una explicación y una disculpa», explica.
Clinton recuerda también cómo cuando Calderón llegó al poder tras el sexenio de Fox, el problema del narcotráfico en México había alcanzado dimensiones preocupantes.
«Las bandas de la droga habían mutado en organizaciones paramilitares y miles de personas morían cada año», señala.
La ex Secretaria destaca al tráfico de armas y la legalización de la marihuana en algunos estados como temas en los que Calderón insistía durante sus reuniones privadas.
«(Me preguntaba que) cómo pensábamos que México podría luchar contra narcotraficantes bien armados si éstos pueden comprar armas al otro lado de la frontera y, mientras, algunos estados (de EU) legalizan la marihuana.
«Eran preguntas incómodas pero justas», reconoce.
A Calderón lo describe como un hombre apasionado por frenar la violencia que sufría su gente.
«Irradiaba la intensidad de un hombre con una misión muy personal. La brutalidad de los narcotraficantes le ofendía y dinamitaba sus planes sobre educación y empleo», escribió.
En las cuatro páginas dedicadas a México en sus memorias, Clinton recuerda también las críticas que recibió en su país al aceptar públicamente que el narcotráfico es un asunto que concierne a Estados Unidos y no sólo a otros países.
Hace énfasis en la percepción equivocada de México en Estados Unidos como una «tierra empobrecida cuyos habitantes están desesperados por abandonar para ir al Norte».
«México es una economía que ha brillado en los últimos años, con una clase media que está surgiendo y una democracia que ha hecho significativos avances», contrasta.
Origen del desencuentro En el 2010, los cables diplomáticos que reveló WikiLeaks provocaron la molestia del Gobierno de Felipe Calderón.
Pascual: «Las instituciones de seguridad de México están a menudo presas de una competición de suma cero en la que un éxito de un organismo se ve como el fracaso del otro (…) El fracaso en la reducción de la violencia ha centrado la atención en lo que se entiende un fracaso de los militares».
Calderón: «El Embajador o quienes generaron los cables le echaron mucha crema a sus tacos. Querían levantar sus propias agendas ante sus jefes (…) No acepto ni tolero ningún tipo de intervención».
Embajada de EU: «Los informes enviados por cable no representan la política de EU».