La Habana (PL) Los enfrentamientos por el control mundial del agua, el llamado «oro azul», pueden aumentar en los próximos años ante el desenfreno de los grandes poderes económicos y políticos para monopolizar ese recurso vital.
La crisis avanza de manera silenciosa, los medios hablan de guerras en el Medio Oriente, en África y en otros rincones del mundo, y poco se dice de este peligro que se cierne sobre la mayoría de la población mundial.
Por ejemplo, California, famosa hace más de un siglo por la llamada fiebre del oro en esa parte del oeste estadounidense, acapara ahora titulares al enfrentar una gran sequía, aprovechada por algunos granjeros para vender sus reservas particulares de agua a precio de oro.
La denominada ensaladera estadounidense, con una producción agrícola valorada en 44 mil 600 millones de dólares anuales y que genera la mitad de las frutas y verduras de la nación, sufre por tres veranos consecutivos la ausencia de lluvias.
Un despacho del diario La Opinión cita a economistas que señalan que la avidez de agua ha hecho que el precio del vital líquido se multiplique por 10 en los últimos cinco años.
Científicos anuncian que el calentamiento global empeorará las sequías y aumentará el costo de mantenimiento de los sistemas de abastecimiento del líquido en ese estado del oeste norteamericano, por lo que es de esperar que la crisis se acentúe.
Al respecto, el departamento de Recursos Hidráulicos precisó que las lluvias en 2013 fueron solo el 25 por ciento de los registrados tradicionales, unos 180 milímetros que representaron la cifra más baja desde 1895, en medio de advertencias de que las condiciones áridas podrían continuar durante todo este año.
Este acontecimiento climático, sin embargo, no es en nada comparable con la situación que enfrentan 783 millones de personas que viven sin agua limpia en el mundo, sin ignorar los dos mil 500 millones carentes de adecuadas condiciones de sanidad, entre ellos más de mil millones que defecan al aire libre, según datos de Naciones Unidas.
La escasez de agua apunta a convertirse en uno de los problemas más amenazantes a escala global, motivo de guerras entre países y de una bochornosa competencia de poderes económicos por adueñarse de lo será el «oro azul».
Las causas humanas como el crecimiento rápido de la población, la infraestructura anticuada, el bombeo excesivo de los acuíferos, las prácticas de cultivo ineficientes y la contaminación de los fertilizantes y pesticidas influyen en el problema.
Luego están los factores que el cambio climático acelera, como la evaporación de los lagos y ríos y la disminución de las precipitaciones.
No obstante, ante lo que pudiera ser una catástrofe a escala global, llama la atención como se mueven los centros del poder financiero y por ende político a escala internacional.
Un artículo publicado el 22 de mayo de 2014 en la página web de la organización académica canadiense Global Research alerta que los denominados nuevos barones del agua, los grandes bancos de Wall Street, se apresuran a comprar grandes reservas del preciado líquido por todo el mundo.
Jo-Shing Yang, autor del análisis, advierte que una tendencia preocupante en el sector del agua se está acelerando en todo el mundo al referirse a las inversiones que ejecutan bancos como Goldman Sachs, JP Morgan Chase, Citigroup, UBS, Deutsche Bank, Credit Suisse, Macquarie Bank y Barclays Bank, entre otros.
Estas entidades financieras están consolidando su control sobre el agua a la vez que algunos gobiernos se mueven rápidamente para limitar la capacidad de los ciudadanos a ser autosuficientes en términos de agua.
Cita Jo-Shing el caso de un ciudadano estadounidense, Gary Harrington, en el estado de Oregon, quien fue declarado culpable de recoger agua de lluvia en tres estanques situados en su granja y condenado a 30 días de prisión.
Sin embargo, el multimillonario T. Boone Pickens resulta dueño de más agua que cualquier otra persona en Estados Unidos, pues es propietario del acuífero de Ogallala y puede utilizar 65 mil millones de galones del líquido al año.
Las evidencias indican que el Nuevo Orden Mundial entraña que multimillonarios y los bancos elitistas pueden poseer los acuíferos y lagos, pero los ciudadanos comunes ni siquiera pueden recoger el agua de lluvia y de la nieve en sus propios patios traseros y las tierras privadas, comenta la publicación aparecida en la web canadiense.
Algunos analistas consideran que los grandes inversores y bancos mundiales se mueven rápidamente en el sector del agua para comprar no sólo los derechos sobre las reservas del vital líquido y tecnologías para su tratamiento, sino también para privatizar sus servicios públicos y la infraestructura.
La publicación de Global Research estima que Wall Street se prepara a fin de sacar provecho de la apropiación global del agua en las próximas décadas, para lo que emplea sumas multimillonarias.
Un amplio abanico de posibilidades para invertir mueve a estos grupos que intentan monopolizar el vital líquido, incluso más que el petróleo.
Los derechos del agua engloban, por ejemplo, el derecho de aprovechar los fluidos subterráneos, los acuíferos y los ríos, lagos, lagunas y manantiales naturales en la superficie o las aguas subterráneas, los proyectos de desalinización, tecnologías de
purificación de agua y tratamiento, el riego y las tecnologías de perforación de pozos.
Asimismo los servicios y empresas de servicios públicos de agua y saneamiento, mantenimiento de la infraestructura de agua, los servicios de ingeniería de agua y el sector de agua al por mayor, que incluye el floreciente negocio de la producción, la operación y las ventas del líquido embotellado.
Desde 2008, muchos bancos gigantes y super-inversores están captando más cuota de mercado en el sector del agua y la identificación del líquido como un bien fundamental, mucho más caliente que el petróleo, señaló Jo-Shing en su análisis del problema.
Para algunos de estos magnates, la escasez de agua es la crisis definitoria del siglo XXI, aún más grave que la falta de petróleo o energía.
Pero la crisis más que afectar a los grupos de poder o impulsarlos a una acción solidaria que evite una catástrofe mundial, lo que genera es la competencia por un mercado que ya en 2005, solo en Estados Unidos, generaba ingresos cercanos a los 190 mil millones de dólares, sumas que en la actualidad casi se triplican.
La lucha por el control del agua no se limita a las reservas en el subsuelo de Libia, en todo el desierto del Sahara, en otras zonas del Medio Oriente o en la Amazonia suramericana.
Los bancos más grandes del mundo como JP Morgan Chase mantienen una política agresiva en todo el mundo. En octubre de 2007, este superó a los rivales Morgan Stanley y Goldman Sachs para comprar valores en el sector en el Reino Unido, en competencia con otras entidades.
Según Global Research, JP Morgan ve el financiamiento de infraestructura como un fenómeno global, y se unió a sus pares globales en la inversión, en su afán de sacar provecho del agua y sus infraestructuras.
A esta situación debe hacer frente la población mundial y si organizaciones como la ONU no logran aunar voluntades para el bien común, el futuro se vaticina cada vez más incierto, preñado de guerras y de crecientes desigualdades, gracias a la lucha por controlar el llamado «oro azul».
Agua, oro azul que amenaza la estabilidad mundial
Por Luis Beatón