EE.UU.: Golpes en la cárcel

Por Deisy Francis Mexidor

La Habana (PL) Las golpizas y agresiones a los presos, en particular contra aquellos que padecen enfermedades mentales, son sucesos que suelen resultar comunes en algunas cárceles estadounidenses.
Una reciente investigación del periódico The New York Times confirmó lo anterior en la prisión de la Isla de Rikers, en Nueva York, donde los internos reciben ataques brutales por parte de funcionarios del sistema penitenciario.
El estudio interno secreto, realizado por el Departamento de Salud e Higiene Mental de la ciudad, reveló que 129 reclusos de Rikers sufrieron lesiones graves ocasionadas por el personal penitenciario, en un período de 11 meses, y más significativo aún es que en el 77 por ciento de los casos, el reo padecía una enfermedad psiquiátrica.
La investigación también arrojó indicios sobre los esfuerzos para ocultar las agresiones. Más de la mitad de los recluidos refirieron que se enfrentaron a la intimidación de oficiales de corrección después de un altercado.
A pesar de ello, ninguno de los agentes implicados fue procesado por los hechos, advirtió la oficina del fiscal de distrito del Bronx.
Lo que sí queda al descubierto es la cultura de brutalidad en ese penal, donde los presos con enfermedades mentales absorben el  aplastante peso de la violencia, subrayan activistas por los derechos humanos.
La Isla de Rikers (Rikers Island), es la segunda mayor prisión del país, la cual confina actualmente a la misma cantidad de personas con enfermedades mentales que todos los 24 hospitales psiquiátricos del estado de Nueva York juntos, reportó la página digital del servicio alternativo de noticias Democracy Now.
Es un complejo de 10 cárceles en una isla de 168 hectáreas cerca del aeropuerto neoyorquino de La Guardia.
Para acceder a esta mini-ciudad de 1,7 kilómetros cuadrados, una superficie que representa la mitad del Central Park, hay que atravesar un puente desde Queens hasta la parte del Bronx en la que se encuentra localizada.
Inaugurada en la década del ‘30 del pasado siglo para alojar a muchos de los criminales que surgían luego del crack financiero, Rikers está considerada igualmente una de las más grandes en el mundo.
Al abordar el tema de los miles de confinados con este tipo de patologías, el alcalde neoyorquino, Bill de Blasio, admitió que había heredado un sistema carcelario con un problema vergonzoso.
Pero lo que ocurre ahora allí es apenas la punta del iceberg de lo que pasa en Estados Unidos.
Un informe nacional alertó hace poco que en el 2014 son 10 veces más los enfermos mentales que llenan las celdas del país que los atendidos en centros médicos especializados.
De hecho, aproximadamente el cinco por ciento de la población total estadounidense padece algún trastorno mental grave, acotó el material elaborado por el Departamento Federal  de Salud.
Sin embargo, las prisiones acogen a unas 356 mil 268 personas con problemas de esa índole, mientras que instituciones especializadas atienden a 35 mil pacientes, concluyó el informe Treatment of Persons with Mental Illness in Prisons and Jails: A State Survey (Tratamiento de Personas con Enfermedad Mental en cárceles y prisiones, un estudio estatal).
Actualmente en 44 estados de la Unión, «la gente que padece una enfermedad psiquiátrica vive en las cárceles o prisiones», admitió la pesquisa del Treatment Advocacy Center, un grupo que promueve el acceso al tratamiento psiquiátrico, y la National Sheriffs Association.
Incluso, los expertos opinan que en muchas ocasiones los reclusos abandonan la cárcel más enfermos que cuando entraron, entre otras razones «por el excesivo uso de las celdas de aislamiento».
Un artículo del diario The Washington Post aseguró que las penitenciarías no están provistas tampoco ni del equipo ni de los recursos necesarios para atender las enfermedades mentales.
A juicio del doctor Fuller Torrey el país está yendo «hacia el abismo por el modo en que tratamos a las personas con enfermedades mentales graves».
En declaraciones a la editorial independiente Kaiser Health News, el especialista aseguró que «es inhumana y chocante» la forma en que son confinados los enfermos psiquiátricos «en las prisiones estatales y cárceles locales».

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