Adiós Robin Williams, la sonrisa de Hollywood

La Habana (PL).- Cuando un comediante como Robin Williams se suicida algo en nosotros también se marchita, porque descubrimos que quien tanto nos hizo reír sufría por dentro, y mucho.
Su eterna sonrisa ocultaba un calvario: su vuelta a las drogas y el alcohol que una vez trastornaron su existencia fue quizás el detonador final que lo llevó a quitarse la vida el pasado lunes 11 de agosto, a los 63 años de edad.
Conocido por papeles que generalmente arrancaban carcajadas al público, en ocasiones iba más allá y encarnaba personajes como Jakob Heym (Jakob the liar) o el médico-payaso Patch Adams, que nos invitaban a soñar.
Historias muy conmovedoras que hurgaban en lo más profundo de nuestra humanidad para recordarnos que en las pequeñeces de la vida también hay personas con vivencias y fantasías por contar, y que encontraban en el carisma de Williams una vía para llegar a millones de personas en el mundo.
Robin McLaurim Williams (su nombre de nacimiento), nació en Chicago el 21 de julio de 1951, en una pudiente familia. Según sus allegados, durante su infancia y temprana adolescencia nunca mostró la más mínima inclinación hacia la actuación o hacia alguna otra manifestación artística.
De joven prefería los deportes y no fue hasta que se mudó a California que creció su interés por el teatro. Quizás el ambiente artístico que se respira en Hollywood impulsaron al inquieto jovenzuelo a ingresar, por puro azar, en la prestigiosa academia de interpretación Juilliard School.
En 1978 llegó su debut ante las cámaras, encarnando a un extra-terrestre en la serie televisiva Mork & Mindy, que se convertiría en un fenómeno juvenil con enormes niveles de audiencia y dio a conocer al joven actor.
Tras cuatro temporadas en Mork & Mindy, Robin sintió que su carrera se estancaba entre chistes fáciles y risas pre-grabadas, y que en 1982 debía encarar un nuevo rumbo que le diera mayor aval y le ayudara a perfeccionar sus habilidades histriónicas.
Ya había debutado en la gran pantalla con Popeye (1980), pero no logró estabilizarse hasta que en 1987 protagonizó Good Morning Vietnam, la cinta que significó su metamorfosis interpretativa, demostrando al mundo su capacidad para actuar e ir más allá de lo evidente y conmovernos.
Meterse en la piel del locutor Adrian Cronauer le valió un Globo de Oro como Mejor actor de comedia o musical.
Otras cintas que comenzaron a encumbrarlo en la elite de la actuación fueron Despertares (1990), con Robert de Niro, el filme animado Aladino (1992), en el que puso la voz del hilarante Genio, o Miss Doubtfire (1993), donde se caracteriza como una anciana para estar cerca de sus hijos.
Incursiones suyas en filmes de corte dramático y más exigentes, como su papel de asesino en el thriller Insomnia (2002), demuestran esa versatilidad que lo llevó a ganar un Oscar de reparto por Good Will Hunting (1997), cinco Globos de Oro y un lugar privilegiado en el corazón de un público que aún le cuesta digerir su suicidio, y que siempre lo recordará con admiración.

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