Senado de EE.UU. podría cambiar de color en noviembre

La Habana (PL) El Senado de Estados Unidos podría cambiar de color en las elecciones de medio término del próximo 4 de noviembre, de perder los demócratas los seis escaños que hoy le dan la ventaja en ese hemiciclo.
Eso complicaría aún más el escenario en los dos años de mandato que le quedarían al presidente Barack Obama en la oficina oval, pues parece poco probable que los demócratas consigan darle la vuelta al marcador en la Cámara de Representantes, bajo control republicano desde 2010.
Según la tradición, las mid-term elections (como se denominan en inglés) suponen un test para los políticos, en especial para los del partido en el poder.
Es un momento en el cual se renovarán por completo la Cámara de Representantes (435 puestos), los 33 escaños del Senado (de 100), más de dos tercios de los gobernadores estatales y numerosos cargos locales.
Pero a estos comicios, antesala de la campaña presidencial de 2016, Obama llega sin buena parte del magnetismo que le dio el triunfo en 2008, un factor que a juicio de los observadores sería definitorio en noviembre.
Sin dudas, su imagen ha sido afectada por la crisis económica que impacta al país, de la cual no acaba de salir, y por promesas todavía incumplidas como la reforma migratoria.
Hace poco el gurú de las estadísticas Nate Silver anticipó que el continuo deterioro de la popularidad de Obama es uno de los factores que podrían poner en peligro la actual correlación en la Cámara alta (52-46).
Silver, quien acertó en el pronóstico de las presidenciales de 2012, era un convencido de que los demócratas retendrían el Senado; sin embargo, en una nueva actualización, publicada en su página electrónica FiveThirtyEight, opinó lo contrario.
El experto anticipó como algo muy posible que esas seis butacas favorezcan a la oposición en 2014, aunque también dijo que los análisis deben leerse con cautela.
Recientes sondeos de opinión revelan una tendencia cercana al empate entre ambos partidos ante una pregunta genérica a los entrevistados sobre si votarían por un demócrata o un republicano el 4 de noviembre.
Una paridad que no sería buena para los demócratas, ya que sus simpatizantes suelen acudir menos a las urnas en los comicios de mitad de mandato y, además, porque este año se defenderán escaños en estados muy republicanos, advirtió Silver.
Algunos expertos coinciden en que en este tipo de elecciones el elector que va a sufragar es más rural, más blanco y con más edad, lo que se ajusta al perfil del republicano medio.
Mientras que latinos, negros y jóvenes -grupos que apoyan en su generalidad a los demócratas- tienden a emitir boleta solo cuando se elige presidente.
Así que para tener esperanzas de retener los escaños del Senado, las encuestas deberían darles a los demócratas un resultado mejor que el empate, consideró Silver.
Por eso, cuando faltan poco menos de tres meses para la jornada electoral, los del partido azul concentran sus objetivos en los estados de Georgia y Kentucky, que se encuentran en manos republicanas.
En el primer caso, el legislador Saxby Chambliss (en el Senado desde 2003), ya dijo que no optará por la reelección, lo que allana allí el camino a los demócratas.
Mientras que en Kentucky la pelea será por desbancar a Mitch McConnell, uno de los más veteranos representantes del partido rojo en el Senado, cuya aceptación entre sus votantes descendió mucho desde 1985, lo que sería aprovechado por el bando contrario.
Pero, además, cuatro demócratas están luchando por sus asientos en los estados que Obama perdió en 2012: Mark Begich, de Alaska; Mark Pryor, de Arkansas; Mary Landrieu, de Louisiana, y Kay Hagan, de Carolina del Norte.
De otro lado, los números se empeñan en no favorecer últimamente al jefe de la Casa Blanca.
A finales de abril su popularidad cayó al punto más bajo, con apenas 41 por ciento de aceptación (cinco puntos menos que en marzo).
La pesquisa, realizada por el diario The Washington Post y la cadena ABC, mostró que 53 por ciento de los estadounidenses prefieren que los republicanos controlen el Congreso.
El rechazo a la implementación de la Ley de Asistencia Asequible (Obamacare) y al manejo de la economía, el poco avance en una reforma migratoria y críticas a su desempeño en materia de agenda exterior, entre otros aspectos, contribuyeron en gran medida a las bajas puntuaciones del presidente.
Entretanto, la propia investigación del Post y de ABC arrojó que 66 por ciento de los ciudadanos es del criterio de que la nación va por el camino equivocado.
Estas malas notas se traducen en que, en abril, 66 por ciento de los norteamericanos contemplaba opciones diferentes a las que votó en los comicios de 2010.
Conocedores del entretejido electoral en Estados Unidos afirman que casi siempre en las mid-term elections el partido que está en la Casa Blanca es el más perdedor.
En 1994, el demócrata William Clinton se quedó sin las dos cámaras, como le ocurrió en 2006 al republicano George W. Bush.
Y en 2010, Obama, al recibir el batacazo de la Cámara de Representantes, declaró «mi esperanza es poder cooperar con los republicanos», algo que, a todas luces, le resulta imposible.

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