Riad, 8 sep (PL) Arabia Saudita comenzó la construcción de una cerca de 900 kilómetros en su frontera norte con Iraq como parte de los esfuerzos para garantizar la seguridad de la vasta región limítrofe del desierto, anunciaron hoy fuentes militares.
La decisión se adoptó ante el auge de movimientos extremistas sunnitas en el vecino país y para impedir la infiltración de contrabandistas y bandas terroristas, indicó un funcionario citado por la agencia oficial SPA.
Desde julio pasado el reino wahabita envió alrededor de 30 mil soldados a su frontera con la nación mesopotámica para reforzar la vigilancia, medida que ahora se complementa con la extensa verja de alambre y concreto.
El rey Abdulah bin Abdulaziz de Arabia Saudita había anunciado el pasado viernes el lanzamiento de la primera fase de un programa de seguridad fronteriza que abarca desde Hafar al-Batin, cerca de los límites con Iraq y Kuwait, hasta el poblado noreste de Turaif, próximo a Jordania.
Dicho proyecto incluye cinco segmentos de muro equipados con torres de vigilancia, cámaras de visión nocturna y 50 radares destinados a reducir a cero el elevado número de infiltraciones de contrabandistas de drogas y armas, así como de ganado ovino.
Según SPA el programa fronterizo, cuya primera discusión data de 2006, se aceleró ahora en medio del creciente deterioro de la seguridad en Iraq tras la ofensiva del Estado Islámico (EI), conocido en árabe como DAESH, y otras milicias extremistas sunnitas.
Las autoridades de Riad firmaron en 2009 un acuerdo con contratistas europeos de los sectores de defensa y aeroespacial para incrementar la vigilancia en la frontera saudita-iraquí, pero tras las acciones de grupos ligados a Al-Qaeda se decidió extender la idea a todas las fronteras.
Los nexos entre Bagdad y Riad atraviesan por severas tensiones desde que el reino wahabita acusó al gobierno de Nourui Al-Maliki de crear condiciones para el surgimiento de EI al aplicar políticas de discriminación y marginación de la minoría sunnita iraquí.
A su vez, el ahora primer ministro saliente de Iraq imputó al reino wahabita y a Qatar como principales promotores del terrorismo en la región con el propósito de derrocar a su gobierno, dado los estrechos nexos que mantuvo con Irán, la principal potencia chiita del área.