Secuelas vergonzosas subsisten en Chile tras golpe de estado

Santiago de Chile, 10 sep (PL) Contrario a lo que pudiera pensarse en la opinión pública internacional, las heridas y secuelas del sangriento golpe de Estado en Chile en 1973 andan todavía lejos de ser restañadas.
Algunas expresiones surgidas esta semana, cuando menos vergonzosas, me recordaron una anécdota personal en Bali, Indonesia, durante una ministerial del Movimiento de Países No Alineados en 1992.
Una funcionaria de la cancillería chilena, de la flamante democracia tras la salida del dictador Augusto Pinochet con el célebre plebiscito del NO, trataba de darme una explicación sobre las razones de 17 años de un régimen militar atroz.
Nos hemos desarrollado mucho, la economía marcha muy bien. Chile es un país próspero, para lograrlo siempre son necesarias muertes, afirmó dejando estupefactas a todas las personas que alcanzaron a escucharla.
Hoy, organizaciones de militares y carabineros manifestaron abiertamente su respaldo a los uniformados que cumplen sentencias por graves violaciones de los Derechos Humanos bajo la dictadura de Pinochet.
El Cuerpo de generales de Carabineros, el Cuerpo de Generales y Almirantes y la Unión de Oficiales en retiro de la Defensa Nacional, insertaron un artículo en el vespertino La Tercera en el cual defendieron «la obra» de la Junta Militar.
Para mayor desfachatez, aseguraron que «la tarea de reconstrucción efectuada por toda la Nación, las fuerzas armadas y de orden a partir del 11 de septiembre de 1973, sigue siendo reconocida por los chilenos amantes del orden y seguridad»..
Un cruce de espadas entre el ministro de Justicia, José Antonio Gómez, y el comandante en jefe del ejército chileno, general Humberto Oviedo, puso de relieve que la página de la asonada golpista sigue inamovible.
El reclamo de agrupaciones defensoras de los derechos humanos, parlamentarios y víctimas de torturas sacaron de sus casillas al general Oviedo, quien negó un pacto de silencio para obstaculizar las investigaciones.
Sin embargo, el ministro Gómez aseveró categóricamente que si existe tal acuerdo entre los «militares que fueron criminales y fueron condenados y aquellos que no lo han sido y están en libertad».
Si bien Gómez reconoció «que el Ejército ha cambiado desde hace unos años a esta parte», fue enfático al recalcar que «no hay ninguna duda» que quienes cometieron esas atrocidades, en prisión o en libertad sí tienen un pacto de silencio.
Si no existiera este pacto, ya se sabría, por ejemplo, la ubicación de los detenidos desaparecidos durante la junta militar (…), ellos conocen los detalles, acotó.
Para completar este panorama en el que afloran muchas interrogantes, una marcha pacífica el domingo con destino al Cementerio General fue saboteada por encapuchados sin consecuencias penales hasta el momento.
Igualmente, se le impidió a familiares de víctimas de la dictadura (más de tres mil muertos y unos mil 200 desaparecidos) pasar cerca del Palacio de La Moneda ante el temor de incidentes con los encapuchados.
De todas formas, la gran mayoría de los chilenos rinde tributo a sus mártires y recuerda con tristeza lo ocurrido durante 17 años de desmanes y trasgresiones de los derechos humanos de los agentes de Pinochet.
El próximo sábado, en presencia de Isabel Allende, actual presidenta del Senado e hija del extinto mandatario, se presentará en esta capital el libro Allende en el recuerdo, de Oscar Soto Guzmán.
También el sábado se llevará a cabo una iniciativa denominada «Salvador Allende camina por las grandes Alamedas», que servirá para traer de vuelta a los chilenos la figura del relevante político socialista.
De acuerdo con los organizadores del evento, una proyección a gran escala de Salvador Allende recorrerá la Alameda y uno de los puntos en los simbólicamente se «dirigirá al país» será el balcón de la sede de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
En su más reciente editorial, la revista chilena Punto Final destacó:
«La obra de Allende y su Gobierno fue gigantesca. La nacionalización del cobre, la reforma agraria, la construcción de viviendas y obras públicas, salarios y pensiones dignos, desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura (…)».
La revista recalcó que en este 11 de septiembre no se trata de embellecer el pasado. «Hay que aprovecharlo críticamente para proponernos construir un futuro mejor».

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