Santiago de Chile, 11 sep (PL) Michelle Bachelet e Isabel Allende caminaron hoy tomadas de la mano por el Palacio de La Moneda, un recorrido por la historia donde hace 41 años Chile fue bañado en sangre.
Junto a otros familiares, dejaron flores en el Salón Blanco donde Salvador Allende, el derrocado presidente constitucional de Chile, pasó sus últimas horas, para luego retornar al Patio de Los Cañones de la sede del Gobierno.
Basta ya de espera dolorosa y de silencio injustificado, ya sean civiles o militares que guardan información sobre los detenidos-desaparecidos, que la entreguen, dijo con firmeza en su discurso Bachelet, la jefa de Estado.
Alguna que otra lágrima contenida se dibujaban en los rostros de dos mujeres que perdieron a sus padres como consecuencia de las atrocidades cometidas por la Junta Militar que encabezó el general Augusto Pinochet.
El general Alberto Bachelet fue encarcelado por oponerse a la asonada golpista y murió en la cárcel en 1974. Su hija Michelle Bachelet es la presidenta de la República, en un segundo mandato (anteriormente de 2006 a 2010). Estuvo presa por la dictadura.
Isabel Allende Bussi es la segunda autoridad del país sudamericano, en calidad de titular del Senado. Hija de Salvador Allende, exiliada en México, es la heredera política más visible del legado de su padre.
En el patio principal de La Moneda resonó también en la ceremonia solemne por el 11 de septiembre el Nunca Más, expresado con vehemencia por la mandataria, ovacionada varias veces ante la emotividad de sus palabras.
Recordó que durante su Gobierno anterior impulsó la creación del Museo de la Memoria, que ha jugado un papel relevante en la búsqueda de verdad y justicia para las víctimas de las atrocidades del régimen de Pinochet.
Bachelet anunció la próxima puesta en marcha de la Subsecretaría de Derechos Humanos y el fortalecimiento del Instituto Nacional de Derechos Humanos para que tenga cobertura regional.
No estamos dispuestos a permitir que esa cultura de respeto, de derechos y de paz que hoy reivindicamos, que nos pertenece a todos, sea atropellada, abusada o menospreciada por nadie, apostilló.
En referencia indirecta al acto terrorista que dejó 14 heridos el lunes en un sitio de comidas cercano al Metro, enfatizó que si hay una lección aprendida del golpe de 1973 es que en Chile no hay ni puede haber espacio para la violencia.
«Como cada 11 de septiembre, los vientos de la historia estremecen nuestro corazón y conciencia. Pero cada uno de nosotros es también una semilla de futuro (…) para compartir sin exclusiones aquellas anchas alamedas que el presidente Allende enunció».
Nos asomamos a una realidad que Víctor Jara llamaba «la primavera que todos vamos construyendo a diario», concluyó.
En la ceremonia tomaron parte los expresidentes chilenos Ricardo Lagos y Eduardo Frei, altos funcionarios de Naciones Unidas, ministros y personalidades de diferentes filiaciones religiosas.