Así cantaba Beny Moré para reconocer el arraigo entre los mexicanos del mambo, pero hoy, sin duda, hubiera proclamado que el danzón se baila igual de sabroso en tierra azteca.
Fue por Yucatán, por el año 1890, que llegó el danzón de la mano de músicos e inmigrantes cubanos. Tiempo después extiende su impacto gracias a la Orquesta Aragón, el propio Bárbaro del ritmo y Dámaso Pérez Prado.
Veracruz fue el puerto de entrada y sigue siendo hoy una de las principales plazas donde se cultiva, y es un ritmo que no puede faltar en sus carnavales.
Pero es la capital mexicana la que concentra la mayor cantidad de bailadores, músicos danzoneros, salones y plazas para bailarlo.
GUINNESS MEXICANOS DEL DANZÓN
En noviembre de 2008 y después de 35 horas ininterrumpidas, los bailarines profesionales Francisco Petatán García y Joana Salines Avilés recibieron el certificado del Récord Guinness al danzón más largo de la historia.
Ocurrió en pleno Zócalo de la Ciudad de México, en el centro histórico de esta capital, donde se han realizado varios festivales dedicados a ese género cubano.
En otras plazas capitalinas también se organizan bailes públicos, aunque fue el 23 de octubre de 2010, en Ixtapaluca, estado
de México, donde se rompió el récord de parejas de danzón que sumó otro Guinness para ese género musical.
Fueron 1 076 parejas que danzaron una misma coreografía bajo los acordes del clásico Nereidas, del compositor oaxaqueño Amador Pérez Torres, más conocido como Dimas.
En su época, Nereidas fue tan popular que prácticamente era un himno que se repetía en las pulperías, carnicerías y otros pequeños negocios del Distrito Federal.
VIVITOYBAILANDO
Hace unos días se celebró en el Palacio de los Deportes de Ciudad de México el festejo Bailar es recordar, que cada año organiza
el Instituto Nacional de las Personas Adultas (Inapam).
Llegaron los bailadores de toda la ciudad capital, pero también de poblaciones del Valle de México y de estados como Tlaxcala, Puebla, Querétaro e Hidalgo.
No pocos de los participantes iban vestidos de época. Los hombres con pantalón “pachuco” (pinzas arriba, ajustado al tobillo), saco largo de un botón al frente cruzado, zapatos de dos tonos y sombrero panamá. Las damas, a su vez, con vestido ajustado al talle, escote, falda con vuelo y zapatos de tacón.
Muchas de las parejas eran matrimonios que se habían conocido en algún baile de danzón. Así le ocurrió a René Figueroa, quien lo ejecuta desde la década del 50 del pasado siglo y afirma, con satisfacción, que ha ganado varios reconocimientos a nivel nacional.
Este año, adelanta, participará en el Foro Nacional de Danzón, que tendrá lugar en Guadalajara, estado de Jalisco.
Sería injusto dejar de mencionar a algunos de los danzoneros mexicanos más representativos. Entre ellos el veracruzano Noé Fajardo, el yucateco José Gamboa Ceballos, el chiapaneco Rafael de Paz y Carlos Campos, con particular estilo.
Además de Nereidas, los títulos Pulque para 2 , Mocambo , Teléfono a larga distancia, Paludismo agudo, La negra y Salón
México, suenan entre los danzones de factura mexicana más populares.
El primer danzón conocido, Las alturas de Simpson se escuchó por vez primera el 1 de enero de 1879 en el Liceo de Matanzas, en Cuba. Lo interpretaba una orquesta típica de viento, dirigida por Miguel Faílde, su creador.
Ciento treinta y cinco años después, el danzón sigue gozando de gran popularidad en México, que lo adoptó y lo baila rico y sabroso, como cantara Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez, el Beny Moré.
Danzón rico y sabroso en México
Por Orlando Oramas León
Corresponsal/D.F.