El costo de los elementos que componen los altares para honrar a los muertos que nos visitan ha quedado reducido en su mayoría a bolsas, montones y ramos de 10 y 20 pesos; basta con hacer un recorrido en las plazas y mercados de la capital para enterarse.
La unión entre la vida y la muerte en la actualidad cuesta 20 pesos, si es que compra en el puesto de Antonio cuatro pliegos de papel picado; si lo quiere más barato, hay paquetes de tres por 15; pero si su deseo es algo más sofisticado, el pliego grande es de ocho pesos por unidad.
Las flores de Cempasúchil, que sirven de guía para que sus difuntos no se desvíen del camino, hoy son ofertadas en el mercado de a 15 pesos el ramo. Del mismo precio están los de flores moradas para el luto y las blancas para simular las nubes del cielo de donde descienden.
Sin embargo, hay que prevenir que los malos espíritus se aprovechen de la disposición de los vivos y se cuelen hasta el hogar, por eso el puesto de Mari en el mercado 5 de Mayo, ofrece goma de copal «de 10 varos el montoncito que guste».
Además de las fotografías, las calaveritas de dulce representan a los familiares que han partido. El paquete es prácticamente el mismo: tres pequeños cráneos por 15 o 20 pesos. Si el difunto era grande, hay calaveras, incluso de chocolate, que alcanzan los 80 pesos.
Para la representación de la generosidad está la comida típica y una que otra botella de alcohol, refresco u otra bebida, pero también en el altar no puede faltar el pan de muerto, que en grupos de tres se ofrecen en 25 pesos, pero, como en todo, depende del lugar donde se adquiera, pues en panaderías hay piezas grandes que rondan los 60 y 80 pesos.
En el mercado también se ofrecen montones o bolsas de fruta: guayaba, caña, tejocote; de 15 de 20 pesos, que no precisan si se trata de un kilogramo, medio o un cuarto.
Después de la comilona, hay que guiar a las almas en su ascensión, con veladoras blancas que se encuentran en 10, 15 o 20 pesos. O si el bolsillo lo permite, se pueden adquirir ceras de entre 50 y 60 pesos.