Festival de Ballet en Cuba regala diversidad de estilos

La Habana, 5 nov (PL) Fragmentos de excelentes creaciones danzarias de los siglos XIX y XX subirán hoy a la escena del Teatro Nacional de Cuba como parte de los regalos del 24 Festival Internacional de Ballet de La Habana.
Obras en los estilos clásico, neoclásico y contemporáneo permitirán observar la evolución de la técnica, desde el acendrado academicismo de Cascanueces de Ivanov, interpretado por artistas de Puerto Rico y Cuba, hasta la naturalidad gestual de una Carmen coreografiada y bailada por chilenos.
En la sala Covarrubias del teatro, podrá verse también el popular pas de deux de Coppélia, coreografía de Arthur Saint-Léon, por los exponentes del American Ballet Theatre y el Ballet de Puerto Rico, Xiomara Reyes y Carlos López, respectivamente.
Piezas de John Neumeier, Ricardo Amarante, Eduardo Blanco, Maysabel Pintado y Laura Domingo, serán defendidas por bailarines de compañías de Bélgica, Alemania y Cuba.
Mientras, las figuras del New York City Ballet (NYCB), Georgina Pascoguin y Adrian Danching-Waring, exhibirán una muestra del legado del fundador de la compañía, George Balanchine, con la puesta de Who cares?, cuya traducción al español sería ¿A quién le importa?
Si alguien supo entender y llevar a la danza el estilo de vida de un pueblo fue Balanchine, quien a pesar de haber nacido en Georgia cuando emigró a Estados Unidos en 1933 se convirtió en un excelente observador de la cultura de aquel país.
Su admiración por el modo de vida en Norteamérica la expresó a través de la danza y Who cares? es una muestra de energía, del efectismo de una sociedad entregada al goce de espectáculos.
Las creaciones de George Balanchine traslucen su amplia cultura musical y reflejan la fastuosidad de un país que pese a cualquier situación privilegia las apariencias y las celebraciones.
Según cuentan, la historia de la obra Who cares? comenzó cuando George Gershwin invitó a Balanchine a coreografiar para una película de Hollywood que emplearía una partitura suya.
Desgraciadamente, el proyecto se frustró porque el músico falleció sin haber terminado de escribir el texto y 33 años después el coreógrafo construyó el ballet a partir de 16 canciones populares que el amigo había compuesto en el período de 1924 a 1931.
Por el entusiasmo que genera, esta es una obra que sirve para los cierres de espectáculos y de hecho muchas compañías lo usan como carta triunfal de culminación, tal y como lo hiciera el propio NYCB durante su primera presentación en Cuba en el Festival Internacional del año 2010.

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