INSEGURIDAD Y CORRUPCIÓN ENEMIGOS DE LOS MEXICANOS

Por Jacob Aquino Muñoz.

La violencia, la inseguridad, la corrupción, acompañados de la impunidad que ampara ese tipo de delitos, están causando graves estragos entre los mexicanos.

El efecto de este desencanto social es imposible de calcular. Las alertas están ahí, por todos lados, generando una creciente protesta de inconformidad entre la sociedad.

En su pasada visita a Chiapas, el presidente de México dijo que “hay un antes y un después de Iguala”.

No es cierto. Por ahora solo hay un antes. La situación en Iguala sigue siendo igual o peor que antes de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.

La inseguridad e impunidad prosigue siendo el pan de cada día en esa zona álgida de Guerrero, la cual como va creciendo y extendiéndose como lacra entre otras zonas del país.

El después aún no llega ni llegará para las personas que siguen muriendo ejecutadas, con total impunidad, por el crimen organizado.

En la génesis del desánimo de los mexicanos, figura la reaparición del espectro de los efectos económicos adversos.

Las temibles devaluaciones se están haciendo presentes hoy en día, con el disparo del dólar a más de 14 pesos.

Llegaron los priistas al poder y con ello está regresando el fatal problema económico que causan las devaluaciones de nuestra moneda.

Las condiciones para una devaluación mayor pueden presentarse en cualquier momento, en virtud del enorme crecimiento que está registrando la deuda pública, lo que pondrá otra vez al gobierno mexicano en un estado financiero similar a la de los años setentas y ochentas.

La última encuesta revela que la violencia y la inseguridad ya son percibidas como los principales problemas que están afectando el ambiente de negocios en México.

Estos indicios advierten de la magnitud que puede adquirir esta bola nieve que está corriendo dentro de nuestra economía.

La economía mexicana arrastra un largo historial de fatiga. Desde 1981 su crecimiento medio se ha limitado al 2,4% del PIB.

México es un país con 52 millones de pobres, el salario mínimo figura a la cola de la OCDE, el poder adquisitivo no ha dejado de caer en dos décadas y la reforma fiscal, el primero de los grandes cambios estructurales, ha generado un profundo malestar en la clase media por la subida de impuestos.

Este cuadro lo ha completado el brusco desplome del precio del petróleo, el principal sostén del Estado mexicano.

El descenso de los ingresos petroleros ha coincidido además con la salida a escena de la reforma energética, dando apertura del mercado del crudo al capital privado y extranjero.

El golpe al desánimo de los mexicanos, ha propiciado una tormenta perfecta. Sus consecuencias están aún por venir.

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