Aquellos tiempos

Por: Guillermo Robles Ramírez

Sin dudas la tecnología es una herramienta poderosa en la cual nunca se pensó en su tiempo hasta qué alcance tendría en la humanidad pero la evolución tecnológica sin dudas décadas atrás fueron objeto de la ciencia ficción.

Cuando nos adentramos en el mundo de la modernidad, sobre todo el de la tecnología, esto se convierte en algo tan cotidiano e indispensable para seguir haciendo actividades laborales, escolares, pero sobre todo para comunicarnos.

El invento del teléfono que su concepto original fue el acortar las distancias pero tal parece que su deformación radicó en alargar las llamadas indudablemente ha sido uno de los artefactos de la tecnología que más cambios ha sufrido con el trascurrir de los años.

Lo que parecía como algo inalcanzable para cualquier persona porque se veía como de uso exclusivo de la ciencia militar o para gente millonaria, ahora lo tenemos en nuestras manos, en cada hogar y lo que posiblemente como sacado de una película de James Bond de un diminuto dispositivo móvil, ahora ya es una realidad el teléfono está al alcance de nuestras manos ahora conocidos como teléfonos inteligentes o hasta aquellos más básicos que los puedes adquirir en la tienda de tu preferencia como en un Oxxo o 7-Eleven.

Tal parece que ahora el mundo cibernético y los dispositivos móviles se han convertido en nuestro mejor leal amigo e inseparable como si fuera elemento necesario para poder vivir, tan primordial como el oxígeno.

Es increíble ver cómo hay personas que pierden toda cordura cuando carecen de internet y no se diga sobre los teléfonos celulares, pues vivimos en un mundo de agachones, pero no por sumisos sino porque la mayor parte del tiempo la gente está agachada o inclinada escribiendo algún mensaje de texto a alguien o navegando en el internet en sus dispositivos móviles inteligentes checando su Facebook, Twitter, Whatsapp o cualquier red social, siendo éste uno de los motivos que va en aumento de choques automovilistas por ir distraído y haciendo pericias para mandar un mensaje.

Antes en Saltillo, era muy común ver que la mayoría de la gente caminaba volteando a ver al piso, cosa que nunca entendí hasta que comencé a recorrer las calles de la ciudad y entendí el por qué. La respuesta fue muy sencilla y era para evitar caer en algún pozo por la pésima condición de sus banquetas, aunque en los últimos dos a tres años se han mejorado notablemente, aunque ahora que ya están renovadas la mayor parte de ellas por nuevos pisos, la gente sigue caminando así pero el motivo es estar viendo los mensajes de textos o escribiendo en uno de sus celulares.

Lo que me causa una mayor gracia es observar que en la mayoría de los eventos de Gobierno Estatal o Municipal los funcionarios tampoco se aburren o se quedan dormidos y todo esto gracias a sus teléfonos inteligentes en donde muchos de ellos hasta se pasan chistes o comiendo prójimo por medio de mensajitos, aunque también hay que decirlo también los hay que para demostrarse a ellos mismos y tener la plena seguridad de que son hombrecitos se la pasan bajando pornografía durante algún evento público o sesión de cualquiera de las Cámaras de Diputados o Legislativo.

También se acabaron aquellos colaboradores de trabajo que se aburrían en los informes anuales de trabajo que rinden cada alcalde o gobernador en turno dejando de ser aburridos porque los mismos funcionarios públicos son quienes están entretenidos con sus celulares sofisticados enviándose mensajes o checando alguna red social y los fotógrafos de los diferentes medios de comunicación casando a alguno de estos funcionarios despistados para aparecer en las primeras planas de periódicos como el más cachondo o el más twitero, etc.

La tecnología no solo ha cambiado nuestra forma de vivir, sino también hasta en la deformación de nuestro lenguaje, incorporando nuevas palabras en nuestro vocabularios hasta el grado de convertirlos en verbos, cuando no lo son siendo más común escuchar: “Me mandas un Whatsap”, “Ahí nos Whatsapeamos”, “Me Whatsappeas”, es decir, “Yo whatsappeo, tú whatsappeas, nosotros whatsappeamos.

Vengo de una generación que me tocó vivir cuando entraban los primeros celulares en México, conocidos en aquellos años “ladrillos”, verdaderos teléfonos militares, de igual manera la introducción del internet, y sus beneficios como los correos electrónicos.

Quizá han pasado ya años desde la última vez que alguien ha recibido una carta en épocas decembrinas o con motivo de Año Nuevo, en la actualidad todavía conservo aquellos que recibía y posiblemente muchos de ustedes también las guardan con cariño y con el tiempo se vuelven a releer, porque el mensaje escrito como en los tiempos modernos no se iguala porque no dejan de ser de una forma automatizada y el mismo mensaje de texto para miles de personas compartidas y copiadas como si fuera una idea pensado al mismo tiempo y homogénea a través de una computadora o un teléfono inteligente que no siempre se comparte el mismo concepto de inteligencia para quien está detrás de estos dispositivos móviles.

Jamás será igual de emotivo la sensación de recibir una o dos cartas, comparado al número de seguidores o amistades que se tenga en cualquier red social. ¡Oh, qué tiempos aquellos¡ (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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