Washington, 31 dic (PL) Estados Unidos culmina 2014 con el fin formal pero incierto de la guerra en Afganistán, la continuación de los bombardeos contra los yihadistas en Siria e Iraq y el aumento de las tropas terrestres en suelo iraquí.
El 28 de diciembre pasado la llamada Fuerza Internacional de Asistencia y Seguridad (ISAF) liderada por los militares norteamericanos, concluyó formalmente sus operaciones combativas en suelo afgano y según el presidente Barack Obama esta contienda, la más larga en la historia del país norteño, llegó a una conclusión responsable.
Sin embargo, más de 18 mil soldados extranjeros continuarán ocupando Afganistán, 10 mil 600 de ellos son estadounidenses, de los cuales aproximadamente la mitad participarán en la operación Apoyo Resuelto, destinada a entrenar y asesorar a las fuerzas de seguridad locales, al menos durante los próximos dos años.
Los otros cinco mil militares estadounidenses serán desplegados como parte de operaciones antiterroristas fuera del mando de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Un artículo de la institución académica canadiense Global Research destacó este martes que la guerra en Afganistán, lejos de haber concluido, cada día se complica más y en 2014 ha provocado la muerte a más de 10 mil civiles afganos, mientras las fuerzas de seguridad de la nación asiática sufrieron cerca de cinco mil bajas fatales.
Por otra parte, desde el inicio de la invasión contra Afganistán el 7 de octubre de 2001, hasta el 16 de diciembre pasado habían muerto en el país asiático unos dos mil 215 militares norteamericanos y más de 19 mil 940 resultaron heridos.
Como destaca el diario Stars and Stripes, Obama no ha cumplido su promesa de terminar la participación norteamericana en esa contienda, y las misiones de las fuerzas estadounidenses que quedarán en suelo afgano tras la salida del grueso de las unidades, son tan inciertas como el futuro del país asiático.
En cuanto a Iraq, hubo en los últimos meses un resurgimiento del esfuerzo bélico estadounidense, en particular de la campaña aérea que desde el 8 de agosto pasado realiza el Pentágono contra las agrupaciones del Estado Islámico, acciones que en el territorio sirio comenzaron el 23 de septiembre, sin la anuencia de las autoridades de Damasco.
Según informes del Pentágono, hasta la fecha se han realizado unas mil 400 incursiones aéreas en ambos países árabes, a un costo total de mil 200 millones de dólares y un gasto promedio diario de poco más de ocho millones de dólares.
Estados Unidos culminó «oficialmente» a finales de 2011 su compromiso bélico en Iraq, que comenzó con la invasión en marzo de 2003 y en la que se reportaron cuatro mil 491 militares muertos y más de 32 mil 240 heridos.
Pero en los últimos meses hubo un resurgimiento de las acciones bélicas en ese país, no solo como parte de la campaña aérea antes mencionada, sino también con el envío de tropas terrestres, las que hasta la fecha no participan directamente en acciones combativas.
Cuando el jefe de la Casa Blanca ordenó el inicio de los ataques aéreos contra los yihadistas en Iraq y Siria, descartó el envío de ese tipo de unidades, pero en realidad ahora hay en suelo iraquí poco más de dos mil efectivos militares y es probable que en 2015 la cifra ascienda.
Al menos eso es lo que se deriva de las declaraciones recientes del presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, general Martin Dempsey, quien señaló que no vacilará en recomendar el envío de agrupaciones terrestres a suelo iraquí en los próximos meses si fuera necesario.
De todas formas, cuando el Congreso estadounidense reinicie sus sesiones a principios de enero, reabrirá el debate sobre la autorización para el uso de la fuerza militar contra el Estado Islámico en el Medio Oriente, para actualizar un permiso ya obsoleto otorgado al presidente George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
También las discusiones estarán centradas en un eventual incremento de la ayuda a las bandas armadas que intentan derrocar por la fuerza al Gobierno sirio.
Sobre este asunto, legisladores de tendencia conservadora como el senador republicano John McCain, pretenden no solo apoyar a esos grupos antigubernamentales, sino también iniciar ataques aéreos directamente contra el Ejército de esa nación árabe.