El caso de «Charlie» abre el debate sobre la libertad de expresión

Por Alizbeth Mercado

Mientras jóvenes se unen a las fuerzas del Estado Islámico, la ultraderecha maneja un discurso xenófobo

(N22) ¿Je suis Charlie? ¿Je ne suis pas Charlie? Son preguntas que han rondado a la opinión pública en días pasados tras el ataque al semanario satírico francés Charlie Hebdo.

Sin tener una respuesta ante las preguntas anteriores, se trata -en opinión de expertos- de un acto terrorista que ataca al país cuna de la libertad y los valores occidentales, como señaló Mario Vargas Llosa: “Lo que pretenden con este asesinato colectivo de periodistas y caricaturistas es que Francia, Europa occidental, el mundo libre, renuncie a uno de los valores que son el fundamento de la civilización”.

En la mañana del 7 de enero, un grupo de sujetos atacó el edifico de semanario francés Charlie Hebdo. El ataque sucedió mientras se realizaba una junta semanal, lo cual sugirió que los terroristas conocían las actividades del semanario. Los agresores huyeron en un vehículo y su salida fue filmada por cámaras de seguridad, gracias a ello, se identificó que los hermanos Saïd Kouachi y Cherif Kouachi, fueron responsables.

Para la investigadora Marta Ochman del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, este atentado revive el debate sobre la libertad de expresión, toda la clase política se solidarizó con los periodistas y consideró defenderlos.

En las últimas décadas, se registraron ataques por el fanatismo islámico, como en 2012 cuando un joven de origen árabe, implicado en Yihad, mató a 17 personas en Toulouse y el año pasado en el Museo Judío de Bruselas.

“El atentado contra el semanario fue significativo porque Hebdo tiene su principio de libre expresión, ha producido mucha indignación no sólo en Francia sino en toda Europa, evidentemente estará la duda sobre hasta qué grado la prensa, sobre todo si es sátira, puede hablar de sentimientos religiosos”.

Entonces, pareciera que en Francia (país con el mayor número de población musulmana en Europa) se vive un ambiente de tensión tanto por los ataques y por la polarización de posturas; es decir, mientras jóvenes se unen a las fuerzas del Estado Islámico, la ultraderecha maneja un discurso xenófobo. Para Ochamn “se vive un espiral de desconfianza mutua, se debe saber qué hacer con las minorías”.

La radicalización

Los hermanos Kouachi, antes de ser abatidos, aseguraron pertenecer al grupo terrorista AlQaeda, aunque no se ha verificado esta información. Lo que es cierto es que pertenecían a una célula del islamismo radical que coptaba jóvenes y estaban bajo vigilancia de la policía francesa. Uno de ellos participó en combates en Iraq, estuvo encarcelado.

En los últimos meses, los hijos de migrantes nacidos en Europa aparecen como miembros del Yihad, en Irak, Siria, en otros lugares y surge la pregunta ¿qué deben hacer los Estados europeos?

Francia es el país que “aporta” el mayor número de personas que se han unido en los últimos años al Estado Islámico, alrededor de 1500 y también se consideró que 300 han regresado a Francia, aseveró la académica.

En su opinión, la sociedad europea no ha sido capaz de integrar a la población musulmana dentro de los estándares de bienestar. Normalmente son marginados, sin trabajo por la crisis económica, que ha desembocado en la caída del bienestar en general. Esto ha significado menor integración y resurgimiento de la derecha extrema, lo que da odio mutuo entre el Yihad y la derecha.

Asimismo, existe otro fenómeno que tiene que ver con sectas radiales donde participan jóvenes, asilados (más que segregados social y económicamente). Por ejemplo, el atacante de Toulouse era llamado “lobo solitario”, operó por sí mismo, no pertenecía a ninguna célula, actuó de manera libre.

“Y una de las estrategias con las que están cooptando a jóvenes para el Yihad es aislarlos del círculo familiar. Éstos jóvenes le dan sentido al sacrificio y crean una dependencia psicológica, no se asumen como miembros de un grupo y eso hace difícil la identificación, porque no son atentados organizados que se puedan prevenir”.

Está pendiente integrar a la población musulmana, aquellos hijos de inmigrantes que forman una tercera generación y viven en Europa, también se dice que es necesario un control de flujo de personas, en las redes sociales, por ejemplo en Francia y Reino Unido se habla de quitarle a los hijos de migrantes el pasaporte ya que los ataques los hacen personas con pasaporte europeo y es con el fin de que no se repitan los atentados.

Conservadurismo y “no soy Charlie”

Por otra parte, este atentado es aprovechado por la extrema derecha que es anti islámica. El Frente Nacional (partido de ultraderecha en Francia que data de 1972, es el tercer partido político francés y en las últimas elecciones del Parlamento Europeo obtuvo el 25% de los votos, lo que se califica como un buen resultado) propone instalar la pena de muerte para éstos atacantes bajo la premisa de mayor seguridad.

“Me siento conmovido por la muerte de doce compatriotas franceses, pero no, yo no voy a luchar para defender el espíritu de Charlie, que es un espíritu anarco-trotskista que va contra la moral política”, declaró Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional.

La extrema derecha defiende el nacionalismo, donde persiguen la unión entre pasado y futuro, las obligaciones y beneficios se comparten, los conservadores no quieren compartir el disfrute con otras personas ajenas a su ideología. Ve a las ideologías extranjeras como un blanco, los desacreditan y aprovechan las coyunturas para capitalizar votos, buscan ser una fuerza electoral, agregó Ochman.

¿La clave está en el discurso?

El atentado dejó 12 muertos, entre ellos el director del semanario Stéphane Charbonnier y cuatro dibujantes. Los sobrevivientes están refugiados en el diario Libération y anunciaron la publicación de un nuevo número de Charlie Hebdo, que contendrá una ilustración de Mahoma.

«Nunca vamos a ceder porque si no, nada de esto tendría sentido. La blasfemia es parte del espíritu de Je suis Charlie», señaló el abogado y colaborador de Charlie Hebdo, Richard Malka.

Entretanto, las opiniones seguirán divididas. Para algunos lo que hace el semanario podría tratarse de épater la bourgeoisie (escandalizar a la burguesía) o defender la libertad de expresión. Charlie o no Charlie lo justo es prevenir la violencia y fomentar la tolerancia.

Lo que se conjunta son intereses que tiene que ver con ciertos grupos que ostentan poder político y económico (en el Islam no hay separación entre religión y política). Creo que una diferencia entre estos pueblos es la ideología, el islam se basa en la fe, por eso es difícil prevenir los atentados con un sistema racional, concluyó la investigadora.

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