En este inicio de año, México se encuentra en serias dificultades políticas, económicas y sociales.
De forma muy optimista, las predicciones de crecimiento del gobierno se establecieron en 3.7% para este año.
Recientemente, hace unos días, el Banco Mundial dio a conocer las proyecciones de crecimiento económico de México, ajustándolo al 3.3%. Por su parte, La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estimó que la economía mexicana crecerá 3.4% este año.
Sinceramente, considero que ambas predicciones están muy elevadas y que el crecimiento económico de este año será mucho menor que el del ejercicio anterior.
En 2014, el crecimiento económico mexicano fue del 2.4%. Una cifra que se obtuvo cuando las condiciones de la economía mundial eran mucho mejores que las actuales.
En este 2015, el panorama económico mundial está mucho más complicado, sobre todo, a raíz de la caída de los precios del petróleo y la creciente devaluación de nuestra moneda.
Ante este escenario, difícilmente las esperadas transformaciones que pretendían generar las reformas estructurales podrán ser una realidad.
Es más, muchas de las reformas estructurales tendrán que empezar un camino de retorno ante el monumental rechazo social que están generando.
Una de ellas, será la reforma educativa. En Chiapas, Oaxaca y Guerrero están realizando planteamientos para retroceder o diferir la aplicación de la reforma educativa, por el fuerte rechazo de los maestros.
La reforma energética tiene un panorama actual aún más difícil que se ha construido a partir de la caída de los precios internacionales del petróleo.
Por el momento, pese a que la mesa está puesta, los grupos de inversionistas no tienen interés de invertir en el sector petrolero mexicano. Es más, con el nivel de precios actual, nadie está interesado en ampliar la explotación petrolera en ningún lugar del mundo.
Por el momento, el petróleo ha dejado de ser un negocio rentable y casi todas las grandes corporaciones petroleras mundiales están empezado a reducir costos, especialmente, a través del despido de personal.
La reforma fiscal y hacendaria ha provocado un cierre masivo de empresas, especialmente, la de los pequeños empresarios que no pueden sostener las cargas fiscales impuestas ni los trámites administrativos que tienen que realizar como contribuyentes. Muchos de ellos ahora están en el desempleo o en la informalidad.
La única reforma estructural que avanza en los hechos, es la reforma política gracias a que los grandes beneficios que se incorporaron en ella para mantener y consolidar el poder de los grupos políticos de siempre.
Por encima de la seguridad y la economía, el empleo y los salarios son los temas de mayor preocupación de la sociedad mexicana.
Por salud mental, ya no tanto como compromiso social, el gobierno deberá replantear seriamente el tema del salario mínimo de este país.
Buenos salarios y darle poder adquisitivo al mismo, es una buena salida, quizás la más adecuada y la única posible, para que la economía crezca de manera sostenible.
De no haber cambios que impacten en el bienestar de la gente, este proceso electoral cobrará las facturas pendientes al Partido Revolucionario Institucional, bueno, siempre y cuando existan elecciones no controladas desde los grupos del poder.
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