En un ambiente de tristeza, pero también de orgullo por su valentía, ayer fue sepultado Jorge Luis Tinoco, el camillero héroe del Hospital Materno-Infantil de Cuajimalpa.
Antes de que el cortejo fúnebre partiera a Mausoleos del Angel, a la agencia funeraria donde velaron sus restos, llegaron familiares de otras víctimas, como los padres y esposo de Mónica Orta, la enfermera que también salvó vidas.
El señor Alvaro Orta Puente, recordó que su hija y el camillero, formaban parte de un grupo de al menos cuatro personas que de manera frecuente convivían como amigos. «La última vez fue en su cumpleaños, en el mes de noviembre, llegó Jorge Luis, me acuerdo que en esa ocasión disfrutaron de un rico pozole.
«De hecho, existen versiones de los mismos doctores que han ido a mi casa, que ese día de la explosión, mi hija no quiso dejar a un bebé, porque estaba desamparado», comentó a las afueras de la funeraria el señor Orta.
Con resignación resaltó que dentro de las pláticas que ha tenido con personal del hospital, ha salido a relucir que Jorge Luis cuando se enteró que su amiga estaba en el interior, «regresó a tratar de convencerla, pero sobrevino la explosión», manifestó el padre de familia.
Vestidos de negro con una flor en la mano, los seres queridos de Mónica acudieron ayer a rendirle homenaje al camillero por su valentía y arrojo por salvar vidas.
En la prestigiosa agencia funeraria, ubicada en la Avenida Félix Cuevas, también estuvo presente Luis Antonio, otro camillero del mismo hospital, quien ese día le tocó trabajar en otro turno.
Acompañado de su pequeño hijo, ambos al paso de la carroza, arrojaron flores y aplaudieron el paso del cortejo fúnebre.
Los familiares, amigos, compañeros y vecinos, también formaron parte de la valla que juntos hicieron que una carretada de aplausos, fuera más que una medalla de reconocimiento, porque esta expresión no a cualquiera se le otorga.
Luego de las dos de la tarde, la caravana de vehículos que acompañaron el cortejo, se enfiló hacia el sur de la ciudad de México, donde se localiza el camposanto, donde hoy la madre tierra, abraza para siempre a un verdadero héroe