23 feb (PL) Coyolxauhqui, «la que se ornamenta las mejillas con cascabeles», deidad relacionada con la luna, pieza escultórica emblemática de la tradición mexica, muestra hoy imperecedera la cultura prehispánica a 37 años del hallazgo.
Descubierta en febrero de 1978 en el corazón del Centro Histórico del Distrito Federal, la pieza prehispánica ya era mencionada en crónicas de Diego Durán, Tezozómoc y fray Bernardino de Sahagún, como parte del panteón mexica.
Pero no fue hasta 1978 que se descubrió la más grande de las seis esculturas de la deidad hasta el momento halladas, en la cual aparece desnuda y desmembrada.
Coyolxauhqui era la dirigente del grupo Huitznahua, que se enfrentó en el cerro Coatepec con Huizilopochtli, su hermano, quien la derrotó, la desnudó, la decapitó y arrojó al pie del monte, según la mitología.
Este monolito hallado hace casi cuatro décadas, de andesita rosada en forma discal, fue encontrada de manera fortuita cuando una cuadrilla de la Compañía de Luz y Fuerza laboraba a más de dos metros de profundidad en la esquina de las calles de Guatemala y Argentina.
Estaba cubierta por arenilla y un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) la desenterró, luego de permanecer en el subsuelo por 500 años.
La escultura, fiel exponente de la leyenda, es materia de múltiples investigaciones, entre estas las de Lourdes Cué, Fernando Carrizosa y Norma Valentín, quienes identificaron los colores con los que fue pintada.
Los cinco colores que sobreviven en las porosidades de la piedra son el rojo que se obtenía de la amatita, el ocre de la geotita, el blanco de la calcita, el negro del humo y el azul maya de la combinación de hojas de añil y poligorskita, todos ellos correspondientes al patrón cromático del Templo Mayor.
Cué detalló tres valores iconográficos en la Coyolxauhqui, uno de ellos los caracoles que adornan sus tobilleras, emblema de los guerreros muertos y asociados al sacrificio y a entidades como el Sol.
Otro es el tocado azul, color del cielo diurno y ámbito de Huitzilopochtli, y un tercer elemento son los falsos coralillos del cuerpo anillado, atados en diversas partes de la figura de la diosa.
Esos reptiles se asocian a Cihuatéotl, quienes representaban a la mujer que moría en el parto, pero en el caso de la divinidad lunar las serpientes tienen dos cabezas, las cuales corresponden a las temibles maquizcoatl, culebras míticas asociadas a la muerte.
Es la prueba más clara de una unión simbólica entre ambos hermanos a través de estas serpientes; el verdugo y el dios solar dejan su signo sobre el cuerpo de Coyolxauhqui, manifestó los especialistas.