“Tú eres una pinche y yo soy una diosa, así que quítate ahorita mismo esa idea de la cabeza” –le advirtió de manera tajante y con su característica voz carrasposa la tía Guadalupe.
(N22)Apropósito del anunció sobre la creación de la Fundación Elena Poniatowska Amor A.C., pensamos pertinente revisar el legado de esta periodista a través del texto siguiente:
Integrante de una antigua familia de la nobleza polaca (y sobrina de la legendaria poetisa mexicana Pita Amor), Elena Poniatowska nació en Francia el 19 de mayo de 1932. A la edad de diez años, Elena llegó a México con su madre y hermanas en calidad de refugiadas debido a la invasión militar en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras estudiar algunos años en Estados Unidos, Elena regresó a México y comenzó su carrera periodística en 1953 en el periódico Excélsior. Sus notas las firmó primeramente con el apellido de su madre, ya que el apellido de su padre: “Poniatowska” no tenía nada que ver con el castellano. No obstante, su tía, al enterarse de esto la reprendió severamente. “Tú eres una pinche y yo soy una diosa, así que quítate ahorita mismo esa idea de la cabeza” –le advirtió de manera tajante y con su característica voz carrasposa la tía Guadalupe.
Elena, ofuscada, pensó entonces que sería divertido firmar como Dumbo, en homenaje al elefantito de los cuentos infantiles, pero en el periódico ya había una chica que firmaba con el seudónimo de Bambi. “No me interesa trabajar con todo el zoológico de Disney” –le dijo el editor notablemente molesto, de modo que a Elena optó por firmar sus crónicas primeramente con su primer nombre: Helène. Poco a poco las crónicas que escribía Helène en el Excélsior, empezaron a tener adeptos que enviaban cartas de felicitación a la cronista. Elena se dio cuenta que el periodismo era su vocación y desde ese entonces ejerció la profesión con orgullo; se exigió más a ella misma, dotó con mayor seriedad sus notas; se unió a la causa feminista y a la izquierda política del país y cambio su firma por Elena Poniatoswka.
Habiéndose ganado el reconocimiento de la sociedad mexicana, Elena, optó por ser congruente y renunció, muy joven, a su título nobiliario manteniéndose fiel a su convicción. Continúo desde su trinchera, denunciando las brutalidades del país y escribiendo sobre socialismo y política. El tiempo pasó y Elena jamás se doblegó ante el poder y fue así como se ganó el apodo de Princesa Roja.
La princesa Roja en la Actualidad
Elena Poniatowska es autora de más de cuarenta libros que abarcan casi todos los géneros: entrevista, cuento, teatro, crónica, testimonio, novela, ensayo. A pesar de su extensa obra literaria, se le recuerda por sus entrevistas y sus libros de testimonio donde también hace uso de la crónica, un ejercicio parecido (en forma) a las sobresalientes piezas A sangre Fría de Truman Capote y La canción del verdugo de Norman Mailer.
Algo que si es indiscutible es que los libros escritos por Poniatowska mantienen una constante problematización sobre el desempleo, la desigualdad, el abuso de autoridad, el prevaleciente racismo escondido hacia todo lo que es indígena y hacia ciertas costumbres y tradiciones mexicanas; el machismo y las tragedias nacionales –como el genocidio de 1968 y el terremoto de 1985- que ayudan a la reflexión de nuestro contexto.
Elena continúa escribiendo activamente, cada opinión que emite invita generalmente a la deliberación. Su postura ante el gobierno se mantiene crítica y en innumerables veces se ha pronunciado a favor de la población y en contra de las injusticias como la recién sucedida con los estudiantes de Ayotzinapa.
La importancia de Poniatowska en la cultura
En cuanto a la cultura Elena demostró que es capaz de sostener una charla amena con figuras sobresalientes como políticos, artistas, escritores, cineastas, jardineros, lavanderas, panaderos o carniceros. Esto le propició muchas burlas, por ejemplo el escritor Carlos Fuentes sostenía que Elena se regodeaba con los pobres; sin embargo Elena sentía la necesidad de darle voz a quien no la tenía, para así comprender como pensaba la sociedad de su tiempo y el porqué de su comportamiento.
Elena debería ser considerada también como antropóloga pues desde muy joven renunció a sus orígenes aristocráticos para inmiscuirse en el quehacer cultural y en la política del país; con su pluma ha construido una memoria cronológica que ciertos gobernantes y partidos políticos se han empeñado en negar.
Poniatowska es valiosa porque desde siempre ha sido una ardua defensora de los derechos humanos y ha influenciado con sus múltiples declaraciones sobre los más prominentes sectores culturales de México. Elena es importante para los mexicanos porque es una periodista comprometida con la verdad y sus capacidades manuscritas las ha puesto siempre a favor de las causas justas. La importancia de Poniatowska radica en que su literatura, su legado es imprescindible para comprender la realidad contemporánea mexicana. Leer a Poniatowska es entender el pasado y con ello el presente político y cultural del país.