Por Irma Gallo
(N22) «Parece una exageración, ha pasado mucho tiempo. Ya es una vida muy larga, ya he dado mucha lata pero en este momento lo que a mí me interesa es continuar con mi trabajo. No sé cuánto, cómo lo pueda hacer pero sigo teniendo, podemos ponerlo entre comillas ‘ideas’ y quiero llegar a desarrollarlas», expresó en entrevista Vicente Rojo.
A los 83 años de edad, la pasión de Vicente Rojo no se extingue. La pintura, la escultura, el dibujo y el diseño editorial siguen siendo los soportes en los que deposita una inspiración que no cesa.
«De ninguna manera creo haber hecho todo. Me quedan todavía a partir de este conjunto de obras, que me han ocupado los últimos tres años, todavía me quedan unos puntos de partida que quiero tratar de desarrollar. No sé cuánto me llevarán, porque yo tengo un sistema de pintura de estos cuadros que se ven aquí por lo menos hay 10 cuadros debajo de cada uno de ellos. O sea es un trabajo muy muy intenso, que me lleva mucho tiempo, y no se qué final va a tener, pero sí sé que tengo principios».
Rojo dijo que siguen siendo los puntos de partida de su trabajo reciente sobre alfabetos. «Lo mantengo. Aquí tengo primeras letras, tengo alfabeto lineal, tengo alfabeto vertical, tengo construcción de una letra, y a partir de ahí me quedan todavía letras, sí se pueden llamar así, por desarrollar».
Curada por Amanda de la Garza y Cuauhtémoc Medina, la exposición Escrito/Pintado de Vicente Rojo que se presenta en el MUAC transita por los mundos del diseño editorial y las gráficas que conjugan la pasión del artista por el alfabeto.
«Ha sido una relación estrechísima, pero que comienza mucho más lejos, que comienza desde que uno empieza a leer. A partir de ahí, curiosamente no sólo el contenido de un libro me ha interesado sino la forma tan precisa, tan concreta, tan eficaz que es un alfabeto. Quizá como es algo que usamos diariamente no nos damos cuenta de la importancia de la presencia de una letra».
Escrito/Pintado, de Vicente Rojo, incluye la serie de pintura y escultura «Casa de Letras», 8 esculturas de «Alfabeto primitivo» y 12 esculturas monumentales de «Alfabeto urbano».
«He entendido que cada libro es como un monumento que hay que respetar, cuidar, defender, y hasta donde es posible ayudar a difundir. Todo el trabajo que he hecho alrededor de un libro ha sido para que el libro se leyera», finalizó.