¡Pásele marchante!

La Económica de ayer y hoy

Por Víctor M. Navarro

Veo la foto y me doy cuenta que el tiempo pasa pero también se detiene en imágenes que se quedan grabadas en la memoria y en la ciudad, es una calle tan diferente y es la misma. Parece que ayer estábamos y que hoy seguimos renovando la tradición; aquí los que quedamos y somos muchos, tenemos que contar la historia y las historias que otros cuentan.

Pasa una señora de muchos ayeres y me dice: “En mis tiempos había un establo allá arriba, cerca del periférico, y tres expendios de leche: muy pocos coches circulaban y uno caminaba tranquilo y seguro por estas calles; ahora hasta dicen que aquí cerca vive el presidente, ya no hay respeto”

Para seguir hablando de La Económica me dediqué a investigar más sobre el barrio, sobre la colonia, sobre el entorno social que rodea a la avenida Parque Lira y calles que la acompañan.

Y me llevé la sorpresa mayor, un tipo chaparrito me dijo: aquí a la vuelta nos reunimos los cuates para festejar que la Selección Mexicana va a perder, y fue cierto, un grupo de escandalosos cofrades sabía que en este país todo es una verdadera farsa, todo hasta nuestra emblemática y querida selección de futbol, menos la relación entre amigos y vecinos que tienen años conviviendo alrededor de tiendas como La Económica; le pregunté a Félix Mendoza, por qué la gente viene y viene aquí…no me contestó, estaba arreglando una maquinita para que Toñito y clientes asiduos perpetraran su sentido de existencia.

Ya después platicamos, y entonces, me enteré por una vecina que en la cuadra de Parque Lira casi esquina con José Morán se construyeron hace más de seis décadas los primeros edificios hasta de tres pisos de la zona, cuantas imágenes de la ciudad han pasado para que esta tienda legendaria se mantenga como emblema de generaciones, suponemos que abuelas, mamás e hijas han comprado jamón, queso, pan, refrescos, leche y botanas para el domingo. Yo me imagino a la niña más guapa del edificio Esperanza solicitando cien gramos de queso de puerco, mientras todos la vemos como si fuera nuestra novia y estuviéramos bailando en las nubes, y después la caída es espectacular, bola de mirones.

Félix, ahora más tranquilo, después de despachar dos sobres de café instantáneo, unas galletas y tres refrescos familiares, con voz pausada y la mirada enclavada en el recuerdo, nos comenta: ”Tengo 28 años trabajando en La Económica, es toda una vida, llegué muy jovencito, estaba yo sentado en la banqueta tomando un refresco, cuando salió un amigo del pueblo y me pregunto tú qué haces aquí – acababa de llegar de Oaxaca, ya no traía ni un peso en la bolsa-, así que le dije a mi cuate: ando buscando trabajo-, me dio la dirección de una oficina que tenía el dueño allá por el centro, al otro día tempranito fui a verlo y me contrató. Empecé como velador, poco a poco fui aprendiendo el negocio”… Félix interrumpe las memorias y atiende a una pareja que quiere mantequilla y mermelada.

Entonces, habla su hijo Brandón: “Estar aquí ayudando a mi padre, se siente bien, porque es el patrimonio de la familia, aunque el trabajo es pesado todo es posible. Yo estudio gastronomía y estar aquí desde niño me ayuda, en una tienda la atención es lo primero… el comercio es para satisfacer al cliente, servirle bien y otorgarle los productos que necesita. Yo pienso ser un gran chef y aplicarme en mi vida diaria”.

El vecino Toño, comenta que La Económica es un negocio que no tiene “jefa” porque es bien “fregón”; “yo lo conocí antes de nacer y a mí en vez de darme leche me daban ron batey”.

Así paso la tarde/noche platicando, mientras la clientela compra para hoy, mañana y siempre.

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