Por Víctor M. Navarro
MUSEO POÉTICO I. Inaugurado en 1974, este Museo es un verdadero monumento, un espacio edificado a la palabra, a la poesía, a la lengua; bajo la dirección de Salvador Elizondo se exhiben piezas de alto valor, poemas que son piedra angular de la lírica mexicana, cada sala contiene una muestra finamente seleccionada, analizada y su curandería fue un trabajo meticuloso del creador de Farabeuf.
Me di a la tarea de pasear por los amplios espacios del Museo multidimensional, para encontrarme con piezas que son fundamentales en los tiempos presentes cuando entre finales del año pasado e inició del 2015, un grupo de trece poetas de México se reunió con doce de norteamericanos y han dado a conocer una antología bilingüe titulada De Neza York a Nueva York (que por cierto el lector puede encontrar publicada por entregas en esta periódico digital en la pestaña El Libro). Bajo la acuciosa mirada de un experto, reproduzco la primera pieza de colección que está expuesta en una las salas centrales.
NOCTURNO ALTERNO
Neoyorquina noche dorada
Fríos muros de cal nocturna
Rector´s champaña fox trot
Casas mudas y fuertes rejas
Y volviendo la mirada
Sobre las silenciosas tejas
El alma petrificada
Los gatos blancos de la luna
Como la mujer de Loth
Y sin embargo
es una
misma
en Nueva York
y en Bogotá:
¡La Luna!
José Juan Tablada
MUSEO POÉTICO II. La sala Retrospectiva contiene obra de autores del siglo XIX, desde Gutierre de Cetina a Juan de Dios Peza, en Modernismo se exhiben las creaciones de Manuel Gutiérrez Nájera a José Juan Tablada, Transición y vanguardia le corresponde a Renato Leduc y antes de pasar a la siguiente sala un texto que manifiesta la razón de ser de este ejercicio creativo”…el Museo está abierto a todos. Los visitantes encontrarán en sus galerías las obras más representativas de nuestra poesía moderna expuestas en su integridad y señalando el contexto en que fueron creadas, no solamente en lo que se refiere a nuestra lengua sino también en el de la poesía mundial”.
Reunión de poema más que de poetas. Salvador Elizondo así explica su labor museográfica.”…he volcado mi criterio para la elaboración de esta selección, hasta donde me ha sido posible para obtener, no una selección original de poemas nunca antes antologados, sino, por el contrario, he admitido en ella, con preferencia aquellos poemas que constituyen, por así decirlo, el repertorio ya invariable de lo mejor de nuestra tradición poética…”
Aquí se habla del tiempo perdido, que como dice
el dicho, los santos lo lloran.
Sabia virtud de conocer el tiempo;
a tiempo amar y desatarse a tiempo;
como dice el refrán: dar tiempo al tiempo…
que de amor y dolor alivia el tiempo.
Aquel amor a quien amé a destiempo
martirizóme tanto y tanto tiempo
que no sentí jamás correr el tiempo
tan acremente como en ese tiempo.
Amar queriendo como en otro tiempo
ignoraba yo aún que el tiempo es oro-
cuánto tiempo perdí ¡ay! cuánto tiempo.
Y hoy que de amores ya no tengo tiempo,
amor de aquellos tiempos, cómo añoro
la dicha inicua de perder el tiempo…
Renato Leduc
Nota: MUSEO POÉTICO, Salvador Elizondo, UNAM Textos Universitarios, primera edición 1974.