DICHO SEA DE PASO: EL IDIOMA DEL PRESIDENTE

Por Fernando Urbano Castillo Pacheco.

Jaume Perich decía: «Un político es el tipo que tiene soluciones cuando está en la oposición y problemas cuando está en el gobierno».

Si la definición  es correcta, no cabe duda que el presidente Peña Nieto y los miembros de su gabinete, son políticos en toda la extensión de la palabra, pues los envalentonados lideres de una campaña, esos que repetían que ellos sí sabían gobernar y se presentaban como la salvación del país, hoy son sólo un colectivo de individuos apocados, incapaces de dar con una salida para los grandes problemas nacionales.

Veo en la clase gobernante a un grupo de personas que tiene sus muy particulares intereses, que viven alejados de la realidad nacional y muy distantes del clamor de la ciudadanía; un grupo con el que no nos entendemos, pues ellos han establecido su propio idioma, uno que nosotros ni hablamos ni entendemos.

Sólo pensando en que hablamos lenguajes distintos podemos explicarnos la diferencia de perspectivas y así justificar por qué todo está tan bien o por qué está tan mal.

El idioma de este gobierno incluye su propia interpretación de los números, los que en teoría deberían significar lo mismo en cualquier lugar.

No es sencillo entender el optimismo del gobierno que nos dice que, con las reformas promovidas en los dos primeros años de su gestión, somos un país atractivo a los inversionistas cuando la inversión extranjera directa, captada en 2013, fue de 45 mil millones de dólares y la registrada en 2014 apenas fue de 23 mil millones. Los números no engañan y la lógica indica que el país está dejando de ser un destino atractivo a esa inversión, aún con las reformas estructurales.

Resulta difícil entender lo que significan palabras como investigar, responsabilidad, finanzas sanas y crecimiento, cuando estas salen de la boca del presidente. Ya que Enrique Peña Nieto anunció grandes medidas cuando se ventiló  el escándalo de la casita de su esposa, sin embargo todo quedó en un simple discurso: el Secretario de la Función Pública no investigó el posible conflicto de intereses, ni se constituyó el anunciado panel de expertos.

Peña Nieto, El presidente mexicano más cuestionado por posible corrupción en los últimos treinta años, tiene otras prioridades que van más allá de marcar distancia, con esa tradición priista de utilizar el poder y el tesoro público para financiar lujos y excesos de los gobernantes en turno.

Si de por sí es difícil, para el ciudadano de a pie, comprender los términos con que se habla de economía, resulta curioso ver cómo con esa dificultad es tan fácil engañarnos.

El gobierno del presidente Peña Nieto nos presenta una nueva medida que será salvadora de las finanzas del país, mismas que, según se nos prometió hace tres años, deberían de estar tan bien que no necesitarían ser salvadas.

El presupuesto base cero, como incorrectamente se le llama en los discursos del Ejecutivo, es sólo una diferente estructura de la política presupuestaria. No partirá de cero, pues según datos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, 73% del gasto es inamovible y sólo 5% es modificable en un corto plazo.

Como se ve, cuando el gobierno habla de una base cero, se refiere a otra cosa, excepto de una base cero.

Y es que no se puede hacer a un lado la legislación que le obligó a destinar, por lo menos en 2015, 17% del presupuesto a prestación de servicios, 11% a pensiones, 13% en participaciones a estados y municipios y 7% al servicio de la deuda.

El Ejecutivo federal presume que, para el 2016, se habrán reducido significativamente el número de programas presupuestarios, pero no nos ha dicho cuál es el monto que se ahorrará con esa reducción, pues está comprobado que una cosa no lleva a la otra. En 2011 y 2012 los programas presupuestarios bajaron un 17%, al pasar de 1,329 a 1,105 programas, pero el gasto aumentó 136 mil millones de pesos.

Por ello resulta difícil entender qué quiere decir el presidente con el famoso manejo responsable de la deuda pues en el periodo enero-mayo de 2015, el déficit del sector público llegó a los 180,693 millones de pesos, 2.2 veces el déficit en igual periodo de 2014, según datos del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado.

El gobierno al pensar en modificar su gasto debería de pensar también en analizar la forma en que obtiene sus ingresos, pues la mal llamada reforma fiscal de 2013 dejó claro que las formulas de recaudación son las mismas y que los que pagamos, también somos los mismos.

Urge reabrir la discusión pues mientras las tasas de crecimiento económico van hacia abajo, los ingresos tributarios no petroleros, van hacia arriba. Un contrasentido que demuestra que se sigue exprimiendo al mismo contribuyente y muestra al mismo tiempo nuestra deprimida economía es en el mercado interno si se toma en cuenta que la recaudación del IVA presenta en el año una caída acumulada de 0.9%.

Vivimos tiempos de mucha volatilidad, que requieren un manejo más inteligente de las finanzas públicas. Los ingresos del país, en especial los petroleros, tienen enfrente una nueva amenaza, pues el crack de las bolsas de China se puede reflejar en su economía y si esta se desacelera, los petroprecios podrían caer aún más.

El gran problema para México, es que la balanza comercial con China es deficitaria y nuestras exportaciones a esa nación, son fundamentalmente de materias primas, no productos manufacturados, que sí le importamos y le seguiremos importando al gigante asiático, al tiempo en que le venderemos menos materias primas y en el caso del petróleo, aún a precios más bajos.

La muestra más perversa de que existe ese otro idioma, la tenemos en la masacre de Tlatlaya.

Según la Orden de Relevo y Designación de Mando, del teniente involucrado en este caso, y que fuera obtenida por el Centro Miguel Agustín Pro de Derechos Humanos, las fuerzas armadas han dispuesto que la finalidad sea «abatir delincuentes».

Cuando Enrique Peña Nieto nos habló de una nueva estrategia de seguridad, quizá en ese desconocido idioma nos estaba avisando que volverían los tiempos del «mátalos en caliente».

Aunque el gobierno federal pretenda decirnos, que en su idioma significa otra cosa, abatir es abatir y durante años, al publicitar los avances en la materia, el Ejecutivo nos ha dejado claro que un delincuente abatido, es un delincuente muerto.

El lenguaje del Presidente lo pone ahora en una encrucijada. En una entrevista con León Krauze, Peña Nieto decía que sería imperdonable que «El Chapo» Guzmán se volviera a fugar. Ahora, ante la segunda fuga, deberá dar una explicación clara pues otra excusa sonaría vacía.

A Joaquín Guzmán mi respeto. Ganarle limpio al gobierno, ya en dos ocasiones, simplemente no cualquiera.

Alguna vez leí que alguien, de quien no recuerdo su nombre, dijo: «Es difícil ponerse en el punto de vista de los que gobiernan, pues viven demasiado lejos». En nuestro país, además de ello, es difícil entenderlos, pues tienen su propio idioma, que poco tiene que ver con la realidad y en muchos casos, nada tiene que ver con la verdad.

QUE CHULA ES PUEBLA

 

Puebla es un estado donde últimamente pasan las cosas más raras.

Un niño puede morir y la culpa es de él por estar en el lugar equivocado.

Un gobierno puede decirse respetuoso de los derechos humanos, pero en un año no atendió la recomendación 2/2012, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos por violaciones graves a esos mismos derechos.

Recientemente se ventiló que Fernando Juárez Morales puede extorsionar familias desde la prisión estatal y el gobierno, a través de los directivos carcelarios Azucena Yazmín Márquez, Rafael Carvajal Paz y Marco Antonio Galván Ramírez, lanza una investigación y da con algún grado de certeza, no con el autor de los ilícitos, sino con quien quiso y pudo hacer públicos los hechos.

El extorsionador, quizá con la complicidad de los directivos que lo protegen, sigue en lo mismo y el que filtró los hechos sí fue severamente castigado, pues tal parece que en la entidad el gobierno no va a resolver problemas, pero sí va a callar al que los difunda.

Rafael Moreno Valle tiene la aspiración y la gran posibilidad de ser presidente de la República. Bien haría en atender un poco más los problemas de la entidad al vigilar más a su gabinete de seguridad que muy mal está haciendo las cosas. Principalmente porque uno de los grandes retos del próximo gobierno federal, ante la ineficiencia del actual en la materia, será la seguridad pública.

Estoy seguro que la fama que se le ha hecho a Moreno Valle, de ser un gobernador represor es por causa de funcionarios lambiscones que actúan por su cuenta y no por instrucciones de él, pues siendo un político curtido, seguro se da cuenta de que no le queda ese traje y es un hecho que en 2018 se presentará como una alternativa a los represores y a los autoritarios, esos que están en el viejo PRI que nunca murió.

OTRA VOZ PARA ESTA VOZ.

Hace casi siete años conocí, por azares del destino, a Rodolfo Ruiz Rodríguez. Sentados en una mesa de cierto restaurante, tomando una copa que desde otra mesa y sabrá Dios por qué, nos enviaba un hermano del «gober precioso», me hizo la invitación para despertar la pluma y escribir para e-consulta. Así nació la columna «Dicho sea de paso».

Hoy, sin mesas y sin copas, recibo y agradezco la invitación de Rubén Iñiguez para publicar mi columna en La Voz de Jalisco.

Poco a poco hemos crecido y ahora, además de Puebla, la columna se publica en la Ciudad de México, Coahuila, Guerrero, Quintana Roo, Veracruz y, desde hoy, en la tierra del mariachi y del tequila.

Agradezco todos los espacios que se han abierto, me honran con la publicación periódica de mis letras y mis conceptos.

Gracias a Rodolfo quien hace siete años despertó la pluma y gracias a Claudia, que en los últimos años no ha permitido que la pluma vuelva a callar.

Síganme en Twitter: @niniodeoro

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