Agonizan en Kenya los rinocerontes blancos del norte

Por Oscar Luis Toledo

La Habana (PL) Sudan es el único rinoceronte blanco del norte macho que queda y su muerte marcaría el fin de esa subespecie, por lo cual es protegido día y noche por soldados fuertemente armados en una reserva natural de Kenya.
El otrora portentoso animal es ya un anciano de 43 años que en su juventud fue padre dos veces y aunque convive con dos de las últimas cuatro hembras sobrevivientes que quedan en el planeta, a su edad difícilmente pueda tener más descendencia.
Se trata de animales africanos, que desde hace siete millones de años habitaron en la región que hoy ocupa el noroeste de Uganda, el sur de Chad, Sudán del Sur, la parte oriental de la República Centroafricana y el noreste de la República Democrática del Congo, pero ya en esa zona no quedan.
El rinoceronte blanco (Ceratotherium simum) es una especie de mamífero de la familia Rhinocerotidae, la mayor de las cinco especies entre las que se incluyen el rinoceronte negro, también de África y otras tres asiáticas, que existen en Java, India y Sumatra.
El Ceratotherium simum se diferenció como especie hace unos siete millones de años y es el segundo animal terrestre de mayor tamaño, tras el elefante. Puede medir más de cuatro metros de largo por 1,85 de alto y alcanzar un peso superior a los tres mil 600 kilogramos. Estos animales viven como promedio unos 50 años.
Tienen dos cuernos. El frontal puede llegar hasta un metro y medio de largo y es mayor que el posterior. Aunque erróneamente se les atribuyen propiedades afrodisíacas y curativas, en las que se basa su alta cotización, en realidad ambos están compuestos solo por queratina, el mismo material que forma las uñas y pelo.
Al poseer esa sustancia, si un cuerno se fractura y lo pierde, puede regenerarse y llega a crecer unos siete centímetros al año.
El rinoceronte blanco posee además un abultamiento característico en su nuca cuyo ligamento soporta el peso de una enorme cabeza.
Son herbívoros y sus fuertes labios les permiten, pese a no contar con incisivos, arrancar y consumir cada día unos cuarenta kilogramos de plantas, principalmente hierbas cortas y matojos, que constituyen su dieta preferida.
La especie se subdivide en dos grupos, los del norte (Ceratotherium simum cottoni), a los que se les clasifica como animales en peligro crítico de extinción, y los del sur (Ceratotherium simum simum).
A diferencia de los del norte, esta última subespecie es, gracias al esfuerzo para preservarla, una de las que cuenta con el mayor número de ejemplares, más de 20 mil, que habitan principalmente en reservas naturales de Sudáfrica.
La supervivencia del rinoceronte blanco del norte se afectó más debido a que en los territorios de su hábitat natural se desataron diversos conflictos que propiciaron la caza furtiva de estos animales durante muchos años por lo cual, aseveró Richard Vigne, director general de la reserva Ol Pejeta y añadió que «el hombre es totalmente responsable de su extinción».
Vigne indicó que en los próximos años hay posibilidades de que asistamos a la desaparición de esos rinocerontes. «Esa es la realidad, morirán», apuntó dramáticamente el conservacionista.
En esa reserva keniana ubicada en Laikipia, donde viven Sudan y sus dos compañeras, Fatu y Najin, los militares tratan de alejar a los cazadores, sus principales depredadores, que no vacilarían en matarlos para obtener sus cuernos que se cotizan en Asia a casi ocho mil dólares el kilogramo.
Esos tres ejemplares y otro macho nombrado Suní, el cual murió en octubre de 2014, llegaron a Kenya en 2009 de Europa, procedentes del Zoológico de Dvur Kralove, en la República Checa, donde aún queda otra hembra.
La cuarta se encuentra en el Zoológico Safari Park de San Diego, Estados Unidos, donde en 2014 murió un macho, Angalifu, a los 44 años de edad.
Un grupo de científicos luchan desesperadamente por lograr la procreación. De fracasar, esa rara variedad de rinoceronte desaparecerá.
Aunque Sudan es un anciano, Fatu es aún joven a sus 16 años, mientras que Najin con 25 se encuentra en una edad madura. Los tres se mantienen saludables, pero según George Paul, jefe del equipo de veterinarios de La reserva, la vejez del último macho dificulta el apareamiento.
«Sudan está viejo y puede que ya no sea capaz de montar a una hembra», afirmó. Por otra parte, el conteo de sus espermatozoides es bajo y eso complica los esfuerzos para lograr que fecunde.
Najin aún puede concebir, pero sus patas traseras son débiles y difícilmente puede soportar que Sudan la monte.
Según Paul, aunque el rinoceronte blanco del norte no puede aparearse con un rinoceronte negro, es posible que lo haga con un rinoceronte blanco del sur. En Ol Pejeta se conservan 19 de estos últimos. Aunque el resultado no sea puro, «sería mejor que nada», señaló el experto.
Se valoran paralelamente otros métodos de reproducción alternativa, entre los que se incluye la fertilización in vitro.
Esa última técnica ya se experimentó con éxito en otros países donde se logró la transferencia del embrión en una especie distinta de rinoceronte, por lo que, de acuerdo con Paul, «puede suponerse que esta es la vía más prometedora».
Usando esa técnica podría recobrarse en el futuro el rinoceronte blanco del norte, con el empleo del líquido seminal de Sudan y los óvulos conservados de Fatu y Najin, pero es posible que para ese entonces los pocos animales que quedan estarán ya muertos, lamentó el especialista.
Vigne condenó la pasividad de la comunidad internacional que condujo a la agónica desaparición de los rinocerontes blancos del norte que, según consideró, «es un símbolo de lo que los humanos le hacen al planeta».

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