Cuando Willie presentó a su Enano hace ya más de un año, me hizo el honor de invitarme a dicha presentación. Poco antes del evento, me mandó el cartel, gracias al cual me enteré que su invitación conllevaba el que yo participara en la mesa de literatos que lo presentarían. Me abrumaba terriblemente el que mi única experiencia profunda con la literatura hubiese sido cuando leí los muchos libros de texto que me formaron como arqueóloga… “Ni modo, todo sea por mi entrañable amigo Willie”. Hoy día, con mi ya vasta experiencia en estos menesteres, o sea, habiendo presentado El Enano de Willie en aquella ocasión, me sentía claramente menos “novata”. Sin embargo, Manelick me llamó la semana pasada para decirme que invitó a su amigo Víctor, un poeta, escritor y periodista de gran trayectoria, para que al menos uno, de los tres en el panel, tuviera una formación afín al asunto. Claro, esto denotando la honda humildad de míster de la Parra, quien es un escritor consumado, además de haberse criado en una familia de literatos, editores, artistas y demás cualidades intelectuales que le sobre-califican para estar aquí, con su gran amigo Willie Gordon, haciendo un magistral papel.
Así que, he aquí a la arqueóloga.
Agradezco infinitamente tu confianza Willie y, con la misma de mí para ti, te confieso que antes de que tú y el Enano (en ese orden) llegaran a mi vida, no tenía ni la más remota idea de que existiera un género literario llamado Novela Negra. Asumo que podría pasar lo mismo con algunos de los presentes aquí, por eso voy a comenzar por dar una corta y sencilla introducción al tema.
La Novela Negra es un término que aparece en los años 50’s. Pero tiene que ver con la época de la pos-guerra cuando la crisis lleva los Estados Unidos a su Gran Depresión y se induce un orden propio, con el mundo del hampa y el crimen organizado subyugando a una sociedad ya quebrantada. Es un retrato crítico de los bajos fondos, ese lado obscuro del ser humano en donde los personajes tienen bordes difusos entre buenos y malos, una trama a menudo enraizada en un crimen, algunas veces con violencia, en donde los actos más viles se analizan por el investigador que se adentra en sus propios conflictos y dilemas morales, bordando en problemas políticos y sociales, llevando al lector a conocer escenarios marginales y sombríos.
Es un subgénero de las Novelas Detectivescas o Novelas Policíacas de los años 20’s-30’s que tuvieron un auge enorme en Europa (como Sherlock Holmes), y de hecho, desde fines del siglo XIX donde ya había una Novela Gótica alusiva a crímenes y asesinos “famosos” (como Jack el Destripador). Sin embargo, el gusto por este tipo de relatos tiene trazas desde la Edad Media, en algunos escritos aterrorizantes de la época. Así que, literalmente, no hay nada nuevo bajo el sol.
Las novedades brotan de los escritores mismos, de sus estilos muy propios y la inspiración de cada uno que, como en el caso de Willie, plasman de forma excepcional cada una de sus historias.
Hoy, el libro de Willie que da lugar a esta presentación es Las Esferas de Poder.
En este libro, Willie produce una magnífica trama que, aunque se sitúa temporalmente en el San Francisco de los años 60’s, urde en temas tan actuales como la falta de integridad de los políticos, la excesiva burocracia de los estados, la falta de valores éticos y morales, los ánimos de maldad en la gente que encuentra un incentivo de lucro con las injusticias sociales.
La historia comienza a mediados de los años 60’s, en la bahía de San Francisco. La Conklin Chemical, una empresa de productos químicos, se vio envuelta en terribles hechos que involucraban al dueño en un homicidio. Por supuesto, las baritas del poder en las escalas sociales de elite, los jugosos pagos de sobornos y silencios forzados se blanden como jugando entre niños.
Willie, en su formación como abogado, incluye en su narrativa el hondo conocimiento de la ley y los procesos legales, pero lo que es excepcional, es que ello resulta fascinante y claramente entendible para cualquiera que lo lee (vamos, incluso para arqueólogos). Su elocuencia enuncia perfectamente rasgos sociales de la época, tanto conmoviendo a quien lee cuando describe un sentido gesto de nostalgia y dolor de un fornido irlandés al enterarse del asesinato del presidente Kennedy, como causando una ira profunda ante la negligencia de los empresarios que ponen por encima de todo, inclusive de la vida de la gente, su ganancia económica y su prestigio social.
De los personajes, el periodista y genial investigador Samuel Hamilton vuelve a brillar en cada línea de investigación que sigue, apoyándose, ante todo, en su muy singular instinto de búsqueda, pero siempre con sus maravillosos compañeros de intelecto y andanzas. La grandiosa Melba, dueña del bar Camelot a donde siempre acude Samuel en busca de su whisky, de su novia, la hija de Melba, pero ante todo, de su gran amiga y confidente. Melba es una mujer que se antoja como un retrato decadente de la femineidad abatida por los años, por la soledad dentro de una ocupada vida pública; y al mismo tiempo en ella se encuentra la gran fuerza de esas mujeres brutalmente claridosas, aquellas que logran ser “uno más” en los círculos de los hombres. Forjada en la vida dura, es quien de pronto sale con las ideas más precisas que ayudan a Samuel a continuar buscando en los caminos correctos. En Melba se personifica la sabiduría coloquial y la franqueza de una madurez que lo ha visto todo. Melba dice: “La gente con poder es estúpida”. Su perro Excálibur es la epítome de la fidelidad que con sus cuatro patas y la falta de cola y oreja aterrizan a Samuel en los simples instantes de lo cotidiano y amistoso.
Está también el teniente Bernardi, junto con quien ya ha protagonizado las varias historias en los libros de Willie, el lado de la justicia que trata de prevalecer aunque la realidad de la inmundicia humana le demuestre que no es fácil y, algunas veces, imposible. Como en este caso en particular, en el cual podemos atisbar a entender aquel viejo dicho de “Justicia China”.
Como en todas las anteriores novelas de míster Gordon, nos ofrece una descripción extraordinaria de los lugares en los que se lleva a cabo la historia (cada sitio que menciona de San Francisco, sus recovecos, sus gentes, sus aromas… los barrios de la ciudad que Willie conoce como la palma de su mano).
Al tiempo que desvela las argucias de los apoderados por permanecer ganando a toda costa, se abre un panorama dentro de la cultura social del Barrio Chino. Cada espacio que Willie nos presenta perfectamente descrito, nos provoca evocaciones de colores y de sombras, de los olores y los ruidos, por ejemplo en la tienda de herbolaria del Albino cantonés. Una enigmática persona que sostiene, icónicamente, a toda una comunidad de migrantes, trabajadores y comerciantes que finalmente, dependen de sus raíces más ancestrales y sus tradiciones más arraigadas para solucionar los más graves problemas.
Algo que llama la atención es el abismal avance tecnológico en los procedimientos de las investigaciones policíacas. En aquel tiempo (en los años 60’s) eran, días, cuando menos horas interminables, que se podía llevar el rastrear llamadas, acceder a documentos y archivos, cotejar las huellas dactilares… Simplemente dar información clave para solucionar un caso. Lo que hoy día en un “click”, en cuestión de segundos, llega de una lado a otro del globo. Y claro, se apreciaba el trabajo de muchísimas personas que hoy han sido, por mucho, sobrepasadas en capacidad y eficiencia por las computadoras.
Claramente, las denuncias de los asuntos que tocan la falta de cumplimiento de las normas, la falta de sanciones eficaces, el exceso brutal de la fuerza política , las fronteras tan blandas y maleables entre la verdad y lo que algunos, que hacen hasta lo indecible, por lograr que permanezca oculto a la mirada pública.
Insisto: No hay nada nuevo bajo el sol.
Y así es como este libro de Willie nos hace observar y cae como anillo al dedo hoy en día, en donde la crítica pública social no alcanza a tirar los falsos pedestales de magnates arrogantes y bocones, desenmascarar a infinidad de servidores públicos corruptos, reemplazar a gobernantes ineptos y, encarar a una sociedad que, sin conjunción ni objetivos comunes, con respeto y coraje, no saldremos jamás de entre las redes de Las Esferas del Poder.