Impunidad en el volante escolar

Por Guillermo Robles Ramírez

Después del atraso que tuvo la Secretaría de Educación Pública de Coahuila, en el inicio a clases del ciclo 2015-2016, dando inicio la cuarta semana de agosto, todavía a la fecha andan los padres de familia de un lado a otro consiguiendo los útiles escolares, otros están buscando el resto del uniforme por la alta demanda.

Autoridades como la PROFECO han andado muy al pendiente de los lugares formales para evitar el abuso de los precios para cuidar la economía de los consumidores.

Todo en apariencia calma y supervisado por la autoridad, sin embargo, existe un elemento que en apariencia pasa desapercibido por la misma cotidianidad tanto de los automovilistas, como el de las autoridades que con el tiempo han dejado pasar una serie de negligencias.

Se trata del transporte escolar que es una gran responsabilidad que ha ido creciendo como una opción más de trabajo informal e improvisado. En Coahuila se tiene registro que el transporte escolar empezó en 1987 cuando fungía como gobernador del estado, José De Las Fuentes Rodríguez, cuando dio indicaciones a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes que se le diera una reorganización de la prestación de ese servicio.

El último dato que se tiene es del 2011 en donde se sabe que existen tres organizaciones, dos que pertenecen a la Confederación de Trabajadores de México y otra de la Unión de Permisionarios del Transporte Escolar de Saltillo por lo que se contaba hasta en ese año con 117 unidades registradas en la región sureste de la cuales el 95 por ciento portaba sus placas.

Desde entonces no se ha vuelto a hacer otro padrón de transporte escolar y con el pasar de los años muchos vieron que el negocio es rentable, pero otros no tuvieron más opciones por el incremento del desempleo que evidentemente pasan presidentes de México y es la misma cantaleta sin poder mejorar la situación económica.

En el país y Coahuila no es la excepción, la mayoría de los padres de familia se quedan confiados que el servicio del transporte escolar es seguro por el simple hecho de saber que la trayectoria es simple, solo de la casa a la escuela o viceversa, haciéndolo como algo cotidiano de que nunca pasa nada siendo sinónimo de “seguridad”.

Es muy común ver en todo el Estado de Coahuila, incluyendo a Gómez Palacio, aunque pertenece a Durango y que forma parte de Comarca Lagunera por ser una ciudad que integra el centro metropolitano, que más del 90 por ciento de los vehículos de transporte escolar sobre todo que dan servicio a jardines de niños y escuelas de primaria que utilizan vehículos demasiado antiguos conocidos como las combis y una que otra camioneta tipo guayín que por su forma eran señaladas como lanchas rodantes.

Increíblemente todavía existen esos vejestorios vehículos que forman parte de lo cotidiano y verlos nada más pintados de amarillo, cegando por completo a los padres de familia que ninguno de éstas reliquias puede asegurar que durante el trayecto suceda algún percance automovilístico, generando un gran susto para los pequeñines pudiendo generar hasta un problema de azúcar por la impresión.

Los transportes escolares de Coahuila, tienen una carencia de medidas de seguridad, comenzando con su falta de cinturón de seguridad, siendo éste el primer peligro en donde se juega la vida o la muerte; también la saturación de los estudiantes dentro de las unidades lo hacen aún más peligroso ya que en un frenado de emergencia pues van a chocar sus cabecitas entre ellos mismos.

Los malos hábitos y costumbres de los choferes (ambos sexos) al momento de conducir olvidan el encendido de luces, señalización, haciendo caso omiso a los altos totales donde son indicados en las principales calles, el exceso de velocidad, el uso de celular al momento de manejar, entre otros.

La falta de obligatoriedad de que en su interior debe de ir otro adulto, necesario para que acomode a los niños por tamaño, que cada uno tenga un asiento asignado y la habilidad de saber cómo corregir un mal comportamiento de los pasajeros para que éste no sea un distractor principal para el conductor, pero que además tenga el conocimiento básico de paramédicos para cualquier tipo de emergencia y evidentemente contar con el botiquín de primeros auxilios. También ésta misma persona debe hacerse responsable de asegurarse la llegada del menor hasta la puerta de su casa y no permitir que se baje por sí solo, cruzando una calle que aparentemente se puede ver segura desde la perspectiva de un adulto.

Las condiciones físicas de las unidades es otro de los factores que deben de preocupar a los padres de familia, ya que la mayoría son unidades chatarras con infinidad de fallas mecánicas y otros con dudosas instalaciones de gas butano utilizado como combustible para mover dichos armatostes, por su alto rendimiento por kilómetro.

Prolifera por las principales ciudades coahuilenses, gran cantidad de unidades piratas que con el simple hecho de poner una tabla en lugar de asiento y pintarlos de amarillo, están supuestamente convencidos de que son vehículos seguros para el transporte escolar, pero ni siquiera cuentan con salidas de emergencia para en caso de un accidente o un incendio, pero lo peor de todo es que también aquellas unidades que están registradas ante las autoridades, tampoco cuentan con esta medida de seguridad mínima para estar circulando, poniendo en riesgo la inocencia de muchos niños, que son enviados a la escuela.

La mayoría de los vehículos corresponden a modelos ochenteros conocidos como “minivans”, en el mejor de los casos, pero también existen otros todavía más viejos que no cumplen con los requerimientos necesarios de seguridad que marca la ley; pero cómo exigirle a una autoridad cuando en la realidad se trata de un contrato privado entre padres de familia con un particular que por el simple hecho de tener una chatarra con cuatro ruedas, ofrece un servicio, dejando desarmado a la justicia para poder regularizar éste tipo de unidades. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

Deja tu comentario