Réplicas fue pensada como una especie de «adendum» para la muestra de 19/09 1985 07:19, que está en el primer piso del museo, donde se hace un registro geográfico, documental, antropológico e histórico de los terremotos en México desde el siglo XV hasta 1985.
(N22) Del 30 de marzo al 30 de mayo pasado estuvo abierta una convocatoria para que la gente que lo deseara podía participar con obras, objetos y testimonios a propósito del terremoto de hace 30 años, para conformar la exposición colectiva Réplicas. El imaginario colectivo del sismo/1985 que se inauguró en el Museo de la Ciudad de México.
Luisa Barrios, curadora, comentó que se configuró como una exposición donde se capitulara las expresiones plásticas, visuales y narrativas de la gente común.
En la muestra también hay obra de artistas reconocidos, lo mismo un video de Pola Weiss que fotografías de Rogelio Cuéllar o Rubén Pax, entre otros.
«Creo que básicamente con el movimiento telúrico se movieron también las conciencias. Se movieron las actitudes, se politizaron en cierto sentido el pensamiento ciudadano, que era muy ajeno y apático».
Pero Réplicas fue pensada como una especie de «adendum» para la muestra de 19/09 1985 07:19, que está en el primer piso del museo, donde se hace un registro geográfico, documental, antropológico e histórico de los terremotos en México desde el siglo XV hasta 1985.
Por su parte, Luis Rodríguez, museógrafo de 30 años de sismo, dijo que en la primera sala arranca una línea de tiempo que culmina dos después. Comienza en 1478, llega a 1941 para pasar a la siguiente sala que es la que contiene el Ángel.
En esta exposición hay los facsímiles de tres códices donde la figura Ollin, marca el movimiento terrible de los terremotos.
«Tenía que ver con una visión cuasi religiosa, teológica que provenía de los estados teocráticos, es obvio que la visión que nos formamos de los sismos y de algunos otros fenómenos, tiene que ver con los destinos divinos para los cuales está designada la tierra. Los códices hacen una formulación fantástica porque en algunos casos, los sismos son el vaticinio de otras cosas».
También está el Santo patrono de los temblores, hasta un grabado de José Guadalupe Posada y una extrañeza, el cortometraje Desastre en Oaxaca que Sergei Eiseinstein y Edward Tisse filmaron cuando recorrían el país durante el rodaje de ¡Que viva México!
«Hemos hecho un recorrido por los sismos y el imaginario. Por ejemplo, la pieza de la cabeza del Ángel de la Independencia, que cayó del monumento la madrugada del 28 de julio de 1957, es una pieza emblemática de cómo el imaginario forma parte de estas visiones de los terremotos, de los sismos y que lo asocian con el destino de nuestra sociedad», finalizó Sergio Raúl Arroyo.
El resto de las salas tienen contenidos científicos con una línea de tiempo de los sismos en México, con el apoyo del CENAPRED, el Sistema Nacional Sísmico y la UNAM. En la última sala está el impacto social que tuvo el sismo de 1985, el momento donde, ante el vacío del gobierno, nace la sociedad civil.
Así las exposiciones que están en el Museo de la Ciudad de México forman parte del homenaje A 30 años del sismo, organizado por el Gobierno y la Secretaría de Cultura capitalinos.